OPINIÓN: Menores migrantes que viajan solos: entre el refugio y el rechazo
Nota del editor: Alejandra Castañeda es doctorado en Antropología Cultural y especialista en estudios de migración y globalización, política pública, legislación migratoria y derechos humanos, antropología legal, ciudadanía, frontera y diáspora. Actualmente investigadora del proyecto “Observatorio de Legislación Migratoria” de El Colegio de la Frontera Norte.
(CNNMéxico) - Frente al flujo voluminoso y en apariencia interminable de niños y adolescentes no acompañados, el pasado 12 de Mayo, la autoridad migratoria de Estados Unidos—ICE—reconoce la existencia de una situación de crisis declarando un nivel de contingencia y alerta de operatividad Nivel IV, el más alto para el DHS.
Para junio, frente a filtraciones de fotografías de los niños en los centros de detención de la Patrulla Fronteriza, el presidente Barack Obama anuncia una estrategia de emergencia humanitaria, y declara que tomará acciones ejecutivas para resolver el impasse en la reforma migratoria.
Los primeros datos que resaltan, en particular para Estados Unidos, son el lugar de detención y el volumen de menores no acompañados detenidos. La región por la que cruzan la mayoría de los migrantes centroamericanos es en el sector del Río Grande Valley, localizado en el sureste de Texas, por ser la vía mas corta de Centroamérica a Estados Unidos.
Tanto en 2013 como en 2014, el sector de Río Grande Valley es el que ha visto un flujo de gran intensidad. Resulta por demás evidente el incremento desproporcionado del flujo en 2014, pasando de 12,484 en 2013 a 33,470 en lo que va de 2014.
Es aquí donde el tema se convierte en una crisis de atención humanitaria para el gobierno de Estados Unidos ya que estos menores están en un principio bajo la supervisión de la Patrulla Fronteriza, agencia que tiene encomendadas tareas de vigilancia y seguridad y no de atención humanitaria.
En el mes de julio, Obama solicita fondos de emergencia por 3,700 millones de dólares al Congreso para cubrir los costos de esta crisis humanitaria, con un plan para crear nuevos centros de detención, más jueces migratorios, además de fondos para repatriación de migrantes. Igualmente seplantea una estrategia de apoyo a la región para enfrentar desde allí tanto al crimen organizado involucrado en este fenómeno como al flujo migratorio.
Permanece en el aire, sin embargo, la preferencia por la solución del problema que esta crisis le representa al gobierno de Obama a través de la deportación , de la aceleración de los tiempos para resolver cada caso, y de desconocer que, con estas medidas, se revictimiza a quienes vienen huyendo de la violencia, y la pobreza extrema, de desconocer a quienes debería tratarse desde el mismo trayecto por México, como refugiados.
Queda la preferencia por las políticas restrictivas y de securitización de la frontera y la búsqueda de una cooperación regional donde también se prioriza la seguridad nacional y no la seguridad humana, como si una y otra fueran opuestas. En este sentido, nada cambia.
Sorprende que, frente a una situación que explota como crítica para los gobiernos, la respuesta sea la misma: extremar las políticas restrictivas de los flujos migratorios, políticas que en si mismas son parte del problema al volver la migración irregular una travesía costosa y, desde esta perspectiva, un negocio redituable para el crimen organizado.
De esta manera, para los niños, adolescentes y sus familias, el refugio que buscan aparece más lejano que el largo y peligroso trayecto que ya experimentaron en México y las difíciles condiciones de vida en sus lugares de origen.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Alejandra Castañeda.