OPINIÓN: El hombre que reveló una gran noticia y perdió su empleo
Nota del editor: Val Lauder fue reportera del diario Chicago Daily News y conferencista en la Escuela de Periodismo y Comunicación Masiva de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. Escribió el libro The Back Page: The Personal Face of History.
(CNN) — Hay noticias de último minuto y NOTICIAS DE ÚLTIMO MINUTO.
Algunas son desconcertantes para el sistema: piensen en el 11-S. Algunas de cierta forma se esperan, como ocurre con los resultados de las elecciones. Cada uno presenta desafíos para los editores y los reporteros que cubren las historias.
También tenemos el famoso —infame— boletín de la agencia de noticias AP, la " revelación maldita " de Edward Kennedy.
Viajó por el cable de la Associated Press el lunes 7 de mayo de 1945, a las 9:36 am hora del Este de Estados Unidos, 8:36 am, hora de Chicago.
Cuando llegué poco antes de las 09:00 horas a la sala de noticias urbanas del Chicago Daily News (no era ni editora ni reportera, sino productora), los editores ya estaban reunidos alrededor del escritorio de noticias editándola.
Los alemanes se habían rendido.
La guerra en Europa había terminado.
¡Aleluya!
En el Pacífico continuaban los combates; aún faltaban muchas islas para recorrer en la campaña para que los Aliados llegaran a la más importante: Japón. Pero la guerra había terminado en Europa.
Entonces alguien preguntó: "¿En dónde está UP?". Hablaba de United Press, el otro servicio principal de noticias. ¿En dónde estaba su boletín?
INS (International News Service). Reuters. Las cadenas CBS y NBC (que en ese entonces solo tenían radio); el New York Times, nuestro famoso Servicio Exterior del Chicago Daily News. ¿En dónde estaban sus boletines?
Todos los que estaban allí sabían que un reporte falso sobre la rendición de los alemanes en la Primera Guerra Mundial había desencadenado la celebración prematura del Día del Armisticio: se había tratado de un cable de United Press.
Le pidieron al editor del Telegraph que llamara a AP, quienes ratificaron la noticia.
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'Publicaremos lo que sabemos'
Los editores, que habían abandonado la posibilidad de sacar una edición extraordinaria, se enfrentaban a la hora límite: 10:30, hora definitiva, no negociable, hora de actuar o dejarlo. Publicar la noticia más importante del día era algo tradicional.
El editor de noticias urbanas, Clem Lane, dijo: "digámosles lo que sabemos. AP dice…".
El editor ejecutivo, Basil Stuffy Walters, tuvo que tomar la decisión. Lo reflexionó y asintió. "Bien. Publicaremos lo que sabemos. Associated Press informa que…".
Y eso hicieron. Le pusieron una introducción al lado izquierdo, encima del encabezado:
Associated Press informa
LOS ALEMANES SE RINDEN
Los teléfonos del escritorio de noticias urbanas empezaron a sonar cuando se corrió la voz; al parecer, los alemanes habían avisado de la rendición a sus barcos en alta mar y la gente llamaba para ver si era cierto. Pero no lo sabíamos. La mañana pasó lentamente con reportes contradictorios.
¿Terminó… o no? Ahora es cierto… No, no lo es. La noticia más importante del mundo era… ¿cuál era?
Finalmente, en la edición de la tarde, se publicó la noticia de AP.
Esta fue la causa de la confusión del día de la victoria en Europa
PARÍS — AP — La división de relaciones públicas del Alto Mando Supremo de los Aliados impuso una suspensión a las instalaciones de transmisión de Associated Press en la zona europea hasta nuevo aviso.
El general brigadier Frank Allen, jefe de división, dio esta orden a Edward Kennedy, jefe de la oficina de Associated Press en París.
"Associated Press quedó suspendido para presentar contenido por cualquier medio en esta región (Región Europea de Operaciones) a partir de las 1640 horas (9:40 am, hora de Chicago) de esta fecha y hasta que se investiguen las acusaciones relacionadas con la presentación de una noticia con data de Reims que versa sobre el anuncio oficial del Cuartel General Supremo de la Fuerza Expedicionaria Aliada (SHAEF, por sus siglas en inglés) sobre la rendición incondicional de todas las fuerzas alemanas desde las 0241 horas de esta fecha".
Llevaba la firma de Allen y párrafo tras párrafo se analizaba gramaticalmente lo que era oficial y lo que no.
Nunca estuvo a discusión que Edward Kennedy había sido uno de los 16 corresponsales a los que invitaron a atestiguar la rendición y que viajaron a Reims, una ciudad a 130 kilómetros al este-noreste de París. En el avión, Allen habló con ellos.
"Ustedes representan a la prensa del mundo. Esta noticia es totalmente extraoficial hasta que los jefes de los gobiernos la anuncien. Por eso ruego a cada uno de ustedes que prometan que no comunicarán los resultados de la conferencia o el hecho mismo de su existencia hasta que se publique por órdenes del director de relaciones públicas del SHAEF".
A su regreso a París, según la nota de AP, Kennedy llamó a la oficina de Associated Press en Londres y le dijo a Lewis Hawkins, del equipo de Londres: "Es oficial. Publícalo".
"Más tarde —proseguía la nota—, Kennedy preguntó a Pitkin (Dwight Pitkin, del equipo de Londres) si el material estaba superando satisfactoriamente la censura".
Es probable que Kennedy haya telefoneado a la oficina de Londres por una razón. La línea de París a Londres no estaba bajo la vigilancia de los censores, pero el cable transatlántico a Nueva York sí. Por eso, Kennedy no informó a la oficina de Londres que su comunicado no estaba autorizado. Tendrían que haberle informado a la oficina de Nueva York y el censor lo habría detectado y lo habría cancelado.
El SHAEF no solo suspendió los privilegios de publicación de AP, sino que "desacreditó" a Kennedy. Associated Press lo envió de vuelta a Nueva York.
La noticia del 8 de mayo de 1945 en el New York Times terminó en: Un tesoro de gran periodismo con el subtítulo: ¿Triunfo del periodismo o traición?
Usaron la noticia de la rendición de Kennedy, pero informaron sobre la confusión que había causado. Además, abordaron la cuestión ética:
"Al día siguiente, cincuenta y cuatro corresponsales autorizados por el SHAEF enviaron una carta amarga al general Eisenhower: 'Hemos respetado la confianza que nos ha depositado el SHAEF y en consecuencia hemos sufrido la traición más vergonzosa, deliberada y poco ética de la historia del periodismo'". Entre los firmantes estaban los corresponsales de United Press, CBS y el New York Times.
Proseguía: "Queda claro que si Kennedy se hubiera rehusado a prometer algo en el avión, ciertamente se habría perdido del gran evento, cosa que ningún periodista en sus cabales habría hecho. Más tarde afirmó que nunca había prometido mantener la boca cerrada hasta que se diera a conocer oficialmente y que en vez de haber violado uno de los principios fundamentales del código de ética del periodismo, estaba orgulloso de lo que había hecho. Un reportero citó sus comentarios de que no se debió haber exigido un compromiso y que no se sentía obligado a respetarlo".
'Un perjuicio grave'
El Times publicó en un editorial, dos días después, que Kennedy había cometido "un perjuicio grave a la profesión periodística".
La revista Time señaló que el incidente había lesionado a la prensa.
El desdén hacía Edward Kennedy fue tal que 15 años después, el conductor del noticiero nocturno de la CBS, Walter Cronkite —corresponsal de United Press en Europa durante la Segunda Guerra Mundial—, se negó a levantarse cuando Kennedy le tendió la mano.
Cuando Associated Press envió a Kennedy de vuelta a Nueva York, lo mantuvieron en la nómina pero no le dieron trabajo. Lo despidieron en noviembre.
Trabajó como editor gerente en Santa Barbara News-Press durante tres años y en 1949 se volvió editor asociado del Monterey Herald, del que más tarde fue editor y socio.
"Durante años, Kennedy trató de reparar su reputación dañada", señaló un artículo que se publicó en el Atlantic Monthly en 2013. En la publicación se señaló que el ensayo que escribió en 1948, titulado I'd Do It Again (Lo volvería a hacer) era "una larga defensa propia".
"Para el adusto e intenso Kennedy —señaló Christopher Hanson en The Atlantic — se volvió la noticia maldita". Escribió unas memorias pero no encontró quién las publicara. Tras su muerte, en 1963, el manuscrito acumuló polvo en una caja en el ático de casa de su hija (figuradamente, si no es que literalmente) durante casi 50 años.
AP ofrece una disculpa
En 2012, la editorial Louisiana State University Press publicó el libro Ed Kennedy's War: V-E Day, Censorship & the Associated Press (La guerra de Ed Kennedy: El día de la victoria en Europa, la censura y Associated Press), editado por su hija, Julia Kennedy Cochran.
Tom Curley, presidente y director operativo de Associated Press, y John Maxwell Hamilton, editor de University Press, coescribieron la introducción y señalaron que AP "reaccionó por reflejo al repudiarlo públicamente para contener el alboroto".
También aplaudieron su trabajo periodístico y concluyeron que "Edward Kennedy era la encarnación de las más altas ambiciones de Associated Press y del periodismo estadounidense".
Curley emitió una disculpa pública por el despido de Kennedy. Según el Monterey Herald , "Curley rechazó la idea de que AP tenía el deber de obedecer la orden de no publicar la historia una vez que quedó claro que la prohibición tenía motivos políticos y no el fin de proteger a las tropas".
La publicidad ocasionó que se emprendieran esfuerzos para conceder a Kennedy un Premio Pulitzer póstumo. Una noticia que se publicó en el Washington Post el 24 de noviembre de 2012 llevó como título: Se busca el Pulitzer para el reportero que dio a conocer la noticia de la rendición de la Alemania nazi.
"Se nominó a Ed Kennedy para un Premio Pulitzer —señaló The Atlantic—, con lo que se lo honra póstumamente por haber tomado la decisión que acabó con él en vida".
Sin importar si tiene sentido otorgar un Pulitzer a Kennedy, otros 15 corresponsales que iban en el avión del SHAEF cumplieron su promesa de "no comunicar los resultados de la conferencia o el hecho mismo de su existencia hasta que se publique por órdenes del director de relaciones públicas del SHAEF".
Y Edward Kennedy llamó a las oficinas de Associated Press en Londres.
Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Val Lauder.