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OPINIÓN: El voto nulo no favorece la construcción de la democracia

La legisladora Lilia Aguilar expone sus argumentos en contra de anular el voto en los comicios del próximo domingo 7 de junio
mié 03 junio 2015 07:35 PM

Nota del editor: Lilia Aguilar es diputada federal por Chihuahua, tiene una maestría en Administración Publica por la John F. Kennedy School of Government de la Universidad de Harvard, y en Gestión Pública por el Tecnológico de Monterrey; Licenciatura en Administración Financiera por el Tecnológico de Monterrey.

(CNNMéxico)- El movimiento anulista argumenta que el voto nulo es un mensaje claro y directo a la clase política. Si votas nulo estás mostrando tu descontento, no solo con el partido gobernante, también se supone que pondrías en evidencia un sistema electoral y de partidos que no representa a los mexicanos.

Ese argumento está lejos de ser cierto y no favorece la construcción de la democracia por la que tanto hemos luchado. 

Aquí lo único cierto es que el voto nulo beneficia a los partidos gobernantes o mayoritarios, a los que se pretende castigar.

Cuando un ciudadano vota nulo, está incrementando el valor del voto de otro ciudadano que votó por un partido político, y restando el peso democrático de quien lo ejerce.

De acuerdo con la Ley Electoral, la votación efectiva es la que resulta del total de los votos emitidos, menos los votos nulos, menos los votos de los partidos que no alcancen el 3% y candidatos no registrados.

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Los recursos y derechos de los partidos se dividen entre los votos que recibió cada instituto político.

Esta fórmula tiene tres importancias consecuencias:

1.- Los votos nulos no cuentan para quitar prerrogativas a los partidos; al contrario, cuantos mas votos nulos se resten, mayor será el porcentaje de los votos que adquieren los partidos que fueron votados.

2.- Una elección tiene validez aunque haya solo un voto valido a favor de un solo partido o candidato. Anular el voto no tiene consecuencias negativas sobre la validez de la elección, dado que no hay supuestos legales al respecto.

3.- El abstencionismo o anulación de votos hace que los partidos con mayor número de recursos y que se aprovechan de la necesidad de la gente con despensas o tarjetas de súper, o aquellos con una estructura dedicada a la compra de votos, o los que tienen un voto duro y que cuentan con el apoyo de grupos clientelares, sean los que incrementen su porcentaje, pues aumentan el valor de sus votos en la división del pastel que representan los recursos y prerrogativas.

Así, el gran perdedor es el votante, que al anular su voto prácticamente se vuelve un número mas que se resta y desaparece.

Así, nada más, nadie consigna qué dicen los votos nulos, ni la razón de por qué son tantos, nadie contabiliza a los candidatos no registrados.

Al final, se vuelven solo una resta mas en la fórmula de asignación de prerrogativas y tiene el efecto negativo de premiar a los partidos en el gobierno, y castigar a nuevas opciones que pueden ser la oposición en este sistema de partidos.

Entre los mexicanos hay un claro desencanto hacia los partidos y hacia los gobernantes.

La alternancia en el año 2000 le dio la esperanza a los ciudadanos de que su voto importaba y que ellos tenían la última decisión de quién los gobernaba.

La efervescencia duró poco cuando los ciudadanos despertaron ante la realidad de que la alternancia per se no traería mejores gobernantes.

Hoy es claro el mensaje de desaprobación de la población hacia la clase política.

Lo vemos en las marchas, lo vemos en el descontento popular y lo vemos en el cinismo de la clase política tradicional.

Quienes defienden el anulismo niegan la diversidad en un sistema democrático que está basado y centrado en los partidos políticos.

Quienes defienden el anulismo le están regalando los recursos de los mexicanos a los grandes partidos para continuar su tarea clientelar, y así obstaculizar la democracia.

Quienes defienden el anulismo creen que el mensaje de rechazo a la clase política logrará mayor apertura.

Quienes defienden el anulismo están robándole el valor al votante independiente, al votante racional que no encuentra espacio en los grandes partidos y haciéndole el juego a los mismos.

Es necesario transformar la política y la vida pública y hacer que se centre en lo que sí le importa a la gente: su bienestar, políticas publicas eficientes, garantía de igualdad y oportunidad a todos los mexicanos, así como el ejercicio de la administración pública con transparencia y honestidad, alejándose de la farándula, la impunidad y el cinismo que representa el poder.

No es fácil lograrlo, y negar el derecho a decidir quién nos dirige y nos gobierna lo volverá aún más complicado.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a Lilia Aguilar .

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