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OPINIÓN: 'Watergate', herida en la política de EU que no se debe repetir

A más de 40 años del escándalo político más notable de la historia de EU, 'Watergate' se abre como un capítulo que no debe olvidarse
mié 24 junio 2015 08:46 AM

Nota del editor: John W. Dean fue asesor de la Casa Blanca durante la presidencia de Nixon. Escribió 14 libros, el más reciente: The Nixon Defense: What He Knew and When He Knew It. Dean también escribe una columna dos veces por semana para la sección Verdict del sitio Justia.com. Ve la entrevista de John Dean con Wolf Blitzer el miércoles 24 de junio a las 5 p.m., hora de la Ciudad de México, y ve la historia de Watergate en la serie The Seventies de CNN, el jueves 25 a las 8 p.m., hora de la Ciudad de México.

(CNN)Watergate fue una historia compleja y difícil de cubrir desde el principio, primero para los periodistas y luego para los historiadores, pero se entiende que es considerada la madre de todos los escándalos políticos.

Ahora, cuatro décadas después, no hay un escándalo estadounidense tan bien documentado como los cerca de 900 días de Watergate y tampoco hay un escándalo que haya dejado una herida tan profunda en la política estadounidense.

Como asesor de la Casa Blanca durante la presidencia de Richard M. Nixon, estuve en medio del escándalo, pero mi interés no terminó allí.

A lo largo de los pasados 40 años, he dedicado una cantidad considerable de tiempo a estudiar gran parte de este acontecimiento notable en los testimonios, autobiografías y diarios que han surgido lentamente , así como con los documentos y grabaciones secretos que se han dado a conocer, archivos de investigación del FBI, expedientes de los jurados de acusación relacionados con Watergate, del comité del Senado sobre Watergate y del comité de juicio político de la Asamblea de Representantes, sin mencionar los extensos expedientes de los tribunales civiles y penales federales.

Somos un país que olvida fácilmente su historia. Pero ¿queremos repetir los errores que se cometieron en la década de 1970, particularmente Watergate?

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La historia empezó el 17 de junio de 1972 con el arresto de cinco ladrones vestidos con traje de empresario que llevaban guantes quirúrgicos. Sus bolsillos estaban repletos de billetes de 100 dólares y llevaban portafolios llenos con equipo electrónico de espionaje.

Esto ocurrió en plena campaña de Richard Nixon por la reelección.

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Cuando se determinó que uno de los cinco hombres a los que arrestaron en las oficinas del Comité Nacional Demócrata era el director de seguridad del Comité para la Reelección del Presidente, las sospechas recayeron de inmediato en la Casa Blanca de Nixon, en donde los principales asistentes del presidente (mis jefes) rápidamente trazaron un plan de encubrimiento que provocaría la caída del presidente.

Cuando esto ocurría, yo estaba dando un discurso en Manila, Filipinas, y cometí el primero de muchos errores al regresar a Washington a pesar de que había planeado pasar unos días en San Francisco después de mi ajetreado viaje.

Para cuando llegué a mi oficina, el lunes 19 de junio de 1972, y leí el reportaje de los arrestos en el diario The Washington Post, así como la declaración del exsecretario de Justicia, John Mitchell (quien encabezaba la campaña por la reelección), en la que afirmaba que su director de seguridad y los otros cuatro detenidos "no operaron ni en nuestro nombre ni con nuestro consentimiento", supe que el encubrimiento estaba en marcha.

Para cuando el día terminó, entendí por qué la Casa Blanca estaba colaborando con este encubrimiento. Supe que el mismo hombre que había participado en el allanamiento en el Watergate había llevado a cabo una operación previa para la Casa Blanca: se habían metido y habían saqueado los archivos de la oficina del psiquiatra que trataba a Daniel Ellsberg, quien un año antes había filtrado los famosos Papeles del Pentágono, un estudio sobre el origen de la guerra de Vietnam.

El presidente Nixon había sufrido por las filtraciones y cuando le molestó la forma en la que el FBI investigó la filtración de Ellsberg, creó una unidad secreta de investigación en la Casa Blanca.

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Aunque nunca he encontrado pruebas de que Nixon sabía u ordenó el allanamiento en el Watergate, ahora sé que había ordenado un allanamiento previo en la Brookings Institution porque creía que tenían una copia de los Papeles del Pentágono. De hecho, las grabaciones secretas de las conversaciones de Nixon durante los primeros días posteriores a los arrestos en el Watergate revelan que estaba preocupado de haber ordenado el allanamiento del Watergate.

Hoy, las grabaciones y los documentos escritos muestran que si no hubieran arrestado a los ladrones del Watergate en las oficinas centrales del Partido Demócrata la noche del 17 de junio, habrían cumplido con su misión de esa noche, que era meterse e instalar aparatos de espionaje en la oficina central del equipo de campaña del oponente demócrata de Nixon, el senador George McGovern, de Dakota del Sur. Esa misión lleva directamente a la Oficina Oval, ya que Nixon quería que "sembraran" algo en la oficina de la campaña de McGovern… y no hablaba de una flor.

El escándalo de Watergate no terminó realmente con la renuncia de Nixon a la Casa Blanca el 9 de agosto de 1974. Se siguió desarrollando durante muchos meses más y acaparó los titulares durante el juicio por encubrimiento de sus asistentes más cercanos: el exjefe de gabinete, H. R. Bob Haldeman; el exasesor en jefe en asuntos nacionales, John D. Ehrilchman, y el exsecretario de Justicia, John N. Mitchell, a quien condenaran por perjurio y obstrucción de la justicia el 1.o de enero de 1975.

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Aunque estos hombres afirmaron en ese momento que eran inocentes y que se los había condenado injustamente, los expedientes muestran que cada uno reconoció secretamente ante el juez John J. Sirica que había cometido los ilícitos por los que un jurado los halló culpables más allá de toda duda razonable.

Por razones políticas, algunas personas han tratado de ver la historia de Watergate desde una nueva perspectiva.

Aunque reconozco abiertamente mi propia culpa en el encubrimiento, siempre he creído que solo podemos aprender de la verdad. Me había vuelto la persona a través de la cual se comunicaban mis superiores (Haldeman, Ehrlichman, Mitchell y el presidente) y cuando me di cuenta de que estábamos obstruyendo la justicia pero no pude convencer a los demás de que la única solución era explicar francamente lo que había ocurrido, me deslindé.

No estaba dispuesto a escribir el reporte ficticio sobre Watergate que el presidente quería que escribiera y le dije que todos los involucrados debían renunciar. Me despidió y aceptó la renuncia de los demás. Cuando el presidente y mis viejos colegas quisieron usarme como chivo expiatorio (como demuestran las grabaciones de Nixon), no les funcionó muy bien porque yo tenía la verdad de mi lado, como se demostró con las grabaciones.

Este segmento de la serie de CNN sobre la década de 1970 cuenta la historia tal como ocurrió. CNN, Playtone y HBO no solo contaron la historia honestamente, sino que dieron a conocer material en video de los acontecimientos que estaba enterrado en archivos y dieron vida a momentos memorables de esos acontecimientos históricos. El programa es informativo, apasionante y veraz.

Las opiniones recogidas en este texto pertenecen exclusivamente a John Dean.

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