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OPINIÓN: Fracaso de la guerra vs las drogas de EU y la violencia en México

En EU la adicción hace mucho daño a las vidas de consumidores y sus familiares, pero ahora crea problemas mucho mayores para los mexicanos
dom 22 noviembre 2015 11:00 AM
Narcotrafico y crimen en el cine y la televisión
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Nota del editor: Peter Guardino es profesor e investigador en el Departamento de Historia de Indiana University, Bloomington, Indiana. Recibió su licenciatura, maestría y doctorado de la Universidad de Chicago y es especialista en la historia de México.

CIUDAD DE MÉXICO (CNNMéxico)—  Se han matado a miles de mexicanos durante la guerra contra las drogas. El gobierno mexicano no ha sido capaz de frenar la violencia y muchas veces las fuerzas de seguridad han violado los derechos humanos. Muchos mexicanos responsabilizan de todo esto a los políticos mexicanos, y por supuesto son parte del problema. 

Sin embargo, las raíces más profundas de toda esta violencia se encuentran en Estados Unidos. La política estadounidense frente al problema del uso de las drogas ha sido un fracaso espectacular. Y lo que es peor, ha dañado mucho la seguridad de los mexicanos.

Por décadas, la política estadounidense en cuanto a las drogas ha consistido en criminalizar su uso y distribución en los Estados Unidos, e intentar evitar su introducción al país. Esta política no ha funcionado. Las drogas siguen estando tan disponibles como nunca, y la drogadicción sigue siendo un problema. Es más, en Estados Unidos, la cocaína cuesta más o menos una cuarta parte de lo que costaba hace 30 años. (Eduardo Porter, “Numbers Tell of Failure in the War on Drugs,” The New York Times July 4, 2012). 

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Como parte de esta política, los legisladores estadounidenses decidieron presionar al gobierno mexicano para que éste combatiera a las organizaciones que mandaban drogas a los Estados Unidos.

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Por varias décadas el gobierno mexicano, controlado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), respondía a esta presión con una especie de resistencia pasiva. Las autoridades mexicanas cooperaron mandando fuerzas de seguridad mal pagadas y mal equipadas.

Murieron unos centenares de policías y soldados mexicanos en una guerra que no era suya, logrando únicamente molestar un poco a los cárteles.

El esfuerzo del gobierno mexicano sirvió sólo para mostrarles a los políticos estadounidenses que apreciaban las buenas relaciones diplomáticas con los Estados Unidos.

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Las fuerzas policiacas estadounidenses continuaron quejándose de que no hubiera más esfuerzo para perseguir a los capos, pero sus quejas no eran escuchadas. En algunos casos esta actitud de los políticos mexicanos provenía de la corrupción, pero por lo general era una actitud política.

En un país con muchos problemas no convenía gastar los recursos y minar la paz social luchando contra grupos criminales que dañaban mucho más a los Estados Unidos que a México. 

Cuando Felipe Calderón llegó a la presidencia de México (2006-2012), el gobierno federal se embarcó en una campaña que correspondía a los deseos de las policías estadounidenses. Invirtió muchos recursos en perseguir a los altos mandos de los cárteles.

El gobierno mostró, valiéndose de la eficacia de policías, soldados y marinos, que los mexicanos sí podían hacerle la guerra a las drogas en el estilo que los compañeros estadounidenses valuaban. Decapitaron a varios cárteles, y a algunos, varias veces.

Desafortunadamente, esta campaña no redujo la disponibilidad de las drogas en los mercados estadounideneses ni hizo más seguras las vidas de los ciudadanos mexicanos. En cambio, la violencia aumentó con una rapidez abrumadora. Decapitar a cárteles que ya habían hecho arreglos dividiendo los territorios entre sí creó más violencia.

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Los cárteles combaten para controlar las rutas más lucrativas, y dentro los cárteles, los ambiciosos luchan para decidir quiénes van a ser los nuevos capos. Los éxitos del gobierno mexicano hicieron más violento el narcotráfico. 

Antes del sexenio de Calderón la mayor parte del costo social de las drogas caía sobre la población estadounidense, pero desde entonces ha caído más y más sobre los hombros y los corazones de los mexicanos.

En Estados Unidos la adicción hace mucho daño a las vidas de los consumidores, sus familiares, y sus vecinos, pero ahora crea problemas mucho mayores para los mexicanos. 

Los usuarios estadounidenses de las drogas mandan a México miles de millones de dólares cada año.  Así los narcotraficantes tienen cantidades astronómicas para sobornar a policías, militares, y políticos, y también para atraer a sus filas hombres sin muchas opciones económicas en México.

A la vez, las trabas que la industria de armas de fuego ha puesto a todo intento a regular su industria permite que los narcotraficantes se armen muy fácilmente, comprando todo lo que necesitan en los Estados Unidos.

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Cuando piensan en la inseguridad de los mexicanos, quiero que imaginen un tsunami de dólares y armas de los Estados Unidos inundando al país. Un mejoramiento importante y sostenible de la seguridad en México sólo es posible si se disminuye ese tsunami, algo que sólo se podrá lograr con un cambio de la política estadounidense hacia las drogas, un cambio que intente disminuir el número de consumidores.

Las opiniones expresadas en este texto pertenecen exclusivamente a Peter Guardino.

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