OPINIÓN: IMSS, el segundo fisco al acecho
Nota del editor: Iván Franco es fundador y director de la consultora de inteligencia competitiva Triplethree International. Síguelo en su cuenta de Twitter @IvanFranco555 . Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.
(Expansión) – La formalidad laboral en México, entendida como el número de afiliados al IMSS, alcanzó máximos históricos durante el primer semestre de 2017. A tasa anual, los últimos 12 meses registraron un crecimiento promedio de alrededor de 4% en el número de nuevos trabajadores asegurados. No obstante, las tasas de ocupación en México crecen menos de la mitad. ¿Es esto algo positivo? ¿Está evidenciando una mejora en las relaciones laborales en México? ¿Está aumentando el empleo en nuestro país?
Hay que recordar que el IMSS es un órgano de fiscalización y de recaudación autónomo, así como el SAT. Es decir, tiene la facultad de retener una porción del producto de la relación trabajador-empleador en forma de cuotas obrero-patronales. Por ello, el incremento de la formalización del empleo implica, simplemente, que más trabajadores y sus empleadores están aportando dinero al gobierno, particularmente, a su institución de seguridad social.
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Lo que está sucediendo con el IMSS es equiparable a un aumento de la base de contribuyentes del SAT. De hecho, ambos organismos comparten información, así que no es raro que el IMSS esté mejorando su capacidad fiscalizadora y recaudadora.
Con el aumento de la formalización del empleo, el primer ganador es el IMSS. Otro beneficiario colateral son las Afores. Como todo impuesto o contribución privada hacia el gobierno, hay una reasignación de recursos en la economía que, en el mundo ideal, benefician a un tercero. En este caso, el tercero beneficiado deberían ser los asegurados. Sin embargo, dadas las características estructurales de los diversos seguros y servicios que otorga el IMSS, así como las endebles finanzas del instituto, es dudoso que el beneficio sea materializado en el corto plazo hacia los nuevos afiliados y sus familias.
El crecimiento del empleo formal registrado en el IMSS no tiene absolutamente nada que ver con el nivel general de empleo ni con los salarios. Es más, de hecho, puede jugarles en contra. Según el INEGI, durante la presente administración la población ocupada se ha incrementado en promedio 1.6% a tasa anual trimestral. En lo que va del sexenio, los empleos “mejor pagados” de más de 3 salarios mínimos, cayeron en promedio a una tasa de -5.2% trimestral. Es decir, los empleos que se han generado durante la administración han sido de menos de 3 salarios mínimos.
¿Qué implica formalizar el empleo?
A fin de entenderlo en el contexto práctico, es importante ver al trabajo y al salario como lo mira un empresario, no como lo hace un economista y menos, como un político. En esencia, el empleo es un costo para el empresario. El costo laboral se incrementa cuando los trabajadores son registrados en el IMSS, debido a las cuotas que, en una parte, deben cubrir los empleadores y en otra, los trabajadores.
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Ahora bien, el empleador es racional y práctico en sus negocios y considera que una aportación a la seguridad social es una prestación más que forma parte del paquete que otorga a su trabajador. No va a ser gratis.
En la próxima negociación salarial, el empleador así lo hará saber al trabajador. Es posible que el argumento negociador del empleador sea algo como: “sí, la inflación superó el 6%, pero yo solo te puedo aumentar 3% porque te metí al IMSS”.
Digamos que, la formalización de los trabajadores mexicanos es necesaria y deseable por diversas razones, pero no es una prioridad cuando puede ser contraproducente al aumento del salario.
La tasa de informalidad laboral en México es casi del 60%. La otra pregunta sería, ¿porqué somos tan informales? Por dos razones, en primer lugar, los empleadores no desean contribuir al IMSS y, en segundo lugar, debido a los bajos salarios en el sector formal. Por estas dos razones es preferible inducir la formalidad laboral con mejores salarios, que con estrategias de fiscalización. Nuevamente, por avaricia, estamos haciendo las cosas al revés.
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En fundamental vigilar el proceso de formalización del trabajo en México y compararlo con las negociaciones de aumentos salariales. Si, con el paso del tiempo, se evidencia un efecto adverso, el gobierno tendría que cambiar su estrategia de fiscalización.
Es muy claro que la presente administración ha demostrado un apetito voraz por la captación de recursos públicos. Primero, por el crecimiento rampante de la deuda y los desencuentros con Banxico en política monetaria. Después, con el gasolinazo. Ahora, con la fiscalización del IMSS y del mismo SAT, solo por mencionar algunos casos.
El tema más importante para el trabajador en la coyuntura actual mexicana es la nivelación del salario mínimo. Pero como este tema no le beneficia al gobierno en el corto plazo, prefiere hacerse a un lado.
Reiteramos que la única manera de reducir la pobreza y la desigualdad en México es por la vía del salario, llámese, mínimo, profesional, independiente, subordinado, o cualquier otro. Todo lo demás, son quimeras para ventilar en una ociosa plática de café.
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