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OPINIÓN: La realidad trágica de la guerra más larga de Estados Unidos

Pensar que un poco más de fuerza es el elemento que logrará que los talibanes cedan ha sido tan equivocado como esperar que unos cuantos soldados estadounidenses más lo lograrán, opina Ivo Daalder.
sáb 03 febrero 2018 07:00 AM

Nota del editor: Ivo Daalder fue representante permanente de Estados Unidos ante el Consejo de la Organización del Tratado del Atlántico Norte y es presidente del Chicago Council on Global Affairs. Las opiniones en esta columna pertenecen exclusivamente al autor.

(CNN) — El bombardeo de los talibanes en Kabul, el sábado 27 de enero , en el que murieron más de 100 personas, pudo haber pasado cualquier día de los años recientes.

Un viernes , a principios de 2017, por ejemplo, más de 140 soldados y oficiales afganos murieron en un ataque de los talibanes, en el norte del país. A mediados de 2016, un jueves , unos camiones-bomba de los talibanes cobraron la vida de 30 cadetes de la policía afgana y dejaron 58 heridos en Kabul.

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Al menos 46 personas murieron en Kandahar, un miércoles de finales de 2015, y al menos 89 personas murieron en el este de Afganistán en un martes de 2014. De hecho, todos los días se reportan 60 incidentes en promedio en Afganistán: choques entre grupos armados, bombas en una carretera, asesinatos, secuestros, ataques suicidas y cosas por el estilo.

Lo que este baño de sangre ominoso e incesante deja en claro es que, tras 16 años de guerra, Estados Unidos no va ganando en Afganistán. Aunque la fuerza de los insurgentes crezca y se encoja, los talibanes no están más cerca de la derrota hoy que hace una década . Mientras tanto, la guerra más larga de Estados Unidos continúa incesantemente.

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Pese a lo que los presidentes de Estados Unidos hayan dicho en público, nuestra estrategia en Afganistán no se ha centrado en ganar. Desde hace algún tiempo, nuestro objetivo ha sido no perder. Ningún gobierno lo reconocería, desde luego. Pero lo que evidencia esta estrategia de no perder son las modificaciones poco menos que decisivas a la intervención bélica de Estados Unidos.

Tomemos por ejemplo la cantidad de soldados. A partir de este mes llegarán 1,000 soldados estadounidenses más, con lo que este año llegarán a 15,000. Sin embargo, esta cifra es apenas una fracción de los 100,000 soldados estadounidenses que había en Afganistán en 2011, sin mencionar a los 50,000 soldados de aliados de todo el mundo. Nadie ha explicado cómo es que unos cuantos miles de soldados más serán decisivos ahora, cuando más de cien mil no lo fueron hace algunos años.

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Pasa lo mismo con el uso de la fuerza. Los aviones estadounidenses arrojaron tres veces más municiones en Afganistán a lo largo del año pasado que en 2016. Sin embargo, el incremento del año pasado representó únicamente cuatro quintas partes del máximo de 2011. Tampoco el incremento en los bombardeos en 2017 cambió el rumbo de la guerra. El Pentágono informó el martes 30 de enero que tan solo el 56% de Afganistán está bajo el control del gobierno afgano, mientras que hace dos años esa proporción era de más del 70%. En un nuevo estudio que la BBC publicó el miércoles 31 de enero , se informó que los talibanes están muy activos en el 70% de los distritos de Afganistán.

nullPensar que un poco más de fuerza es el elemento que logrará que los talibanes cedan ha sido tan equivocado como esperar que unos cuantos soldados estadounidenses más lo lograrán. Mientras la dirigencia de los talibanes esté a salvo en sus refugios en Pakistán, mientras pueda reclutar a más combatientes para reemplazar los que han perdido, mientras los insurgentes puedan hacer las cosas más onerosas para el gobierno afgano y mientras el gobierno afgano siga sumido en la corrupción y en las divisiones, los talibanes pueden simplemente esperar. Después de todo, ellos viven allí, nosotros no.

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Hay que reconocerle a Donald Trump que a veces lo ha aceptado. Dejando a un lado su tendencia a hablar de ganar, Trump se ha mostrado escéptico sobre los logros de Estados Unidos en el sur de Asia. Ha manifestado sus inquietudes sobre las vidas y el dinero que se han perdido. Una de las conclusiones fundamentales a las que llegó tras estudiar la guerra es que Estados Unidos debería buscar " un resultado honorable y duradero " en Afganistán, descripción que hace eco de los llamados de Nixon a poner fin a la guerra en Vietnam. Dentro de todo, parece que los instintos de Trump sobre ponerle fin a nuestra vieja estrategia de no perder están bien fundados.

Sin embargo, parece que Trump tampoco es inmune a los consejos de algunas personas, dentro de su gobierno y fuera de él, que quieren seguir adelante pese a todo, aunque haciendo algunos cambios pequeños en la estrategia bélica estadounidense que, según ellos, serán decisivos. Obviamente no será así. Haciendo eco de dichos consejos, Trump ha manifestado su inquietud respecto a los efectos de la posible derrota en la reputación de Estados Unidos y respecto a que una salida rápida de Afganistán podría fortalecer a los grupos insurgentes. Trump ha dicho que estas inquietudes son esenciales para trazar la estrategia bélica. En otras palabras, es una estrategia de no perder… y por lo tanto, de más de lo mismo, día tras día.

Consulta más información sobre este y otros temas en el canal Opinión

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