OPINIÓN: Somos animales narrativos
Nota del editor: Esta columna se publicó originalmente en la edición 1252 de la revista Expansión, ’ 50 años, los negocios en México son nuestra historia. Especial 1969-2019', correspondiente a abril de 2019.
(Expansión) – Hay gente a quien un libro le cambió la vida. A mí, me cambió la vida una revista: ésta que lees ahora.
Llegué accidentalmente al periodismo. Como no sabía nada de la materia, aprendía lo que podía del jefe o colega. Y así, a principios de 2011, llegó la lección que más valoro: Las oportunidades y los riesgos de contar historias.
Sucedió cuando editábamos el artículo de portada de la edición de abril de la revista Expansión ("México, te odio"). Los editores notábamos un contraste entre las no-tan-malas cifras económicas, de seguridad y de bienestar en general, frente al desánimo generalizado y los reportes que la prensa hacía del país.
Unos creían que esto aún era consecuencia de la Gran Recesión , que dos años antes afectó a todo el mundo y encogió la economía mexicana 8%. El creciente número de homicidios dolosos también era un factor de pesimismo. Y todo se sumaba al dramático proceso electoral de 2006, que polarizó, como nunca antes, a la sociedad mexicana.
Los datos, en general, no correspondían con el nivel de desencanto. La economía se estaba recuperando y recibiendo inversión externa. Las estadísticas de seguridad aún decían que éramos un país más seguro que muchas ciudades de EU y que la mayoría de los países de la región. Y el siguiente proceso electoral, el de 2012 que ganó Enrique Peña Nieto, no daba visos de ser tan cerrado como en 2006.
La conclusión: México no estaba contando bien su historia.
¿Era posible que la mayoría de la gente no creyera en argumentos y evidencias que encontramos para cada fenómeno y prefiriera mantener su desánimo a costa de la aparente razón? Si le hubiéramos preguntado a Walter R. Fisher, nos hubiera dicho que sí.
Fisher fue un académico que, en 1979, publicó un artículo que refutaba a Platón y Aristóteles, rechazando el paradigma de que somos seres racionales. Según él, no tomamos decisiones con base en argumentos, sino en las historias que nos cuentan, siempre y cuando éstas coincidan con quiénes somos y en qué creemos. Nos basamos en lo que consideramos “buenas razones”, las cuales dependen de nuestra historia, biografía, cultura y carácter.
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Si nuestra especie hubiera estado expuesta en un zoológico intergaláctico, Fisher habría quitado el letrero de la jaula que decía Homo sapiens o animal racional, y hubiera colgado el de Homo narrans, animal narrativo.
Esto explicaría, por ejemplo, que personas fumadoras lo sigan siendo a pesar de conocer el riesgo al que se exponen, pero respaldados por sus “buenas razones”, como podría ser que su abuelito, también fumador, siempre fue muy sano y se murió de viejito. La explicación (o historia) de la ciencia no fue más convincente que la vivida con su abuelo.
De vuelta a 2019, ¿México está contando bien su historia? ¿Cuál es la historia que contará el nuevo gobierno ? ¿Le creeremos?
Agreguemos un componente más: redes sociales que impactan, profunda y rápidamente, en el ánimo de buena parte de la sociedad y que están llenas de historias, a favor y en contra de cada tema polémico.
*Adolfo Ortega es fundador y director de Conversa-Brand Media Builder.
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