El concepto de rifa vive arraigado en nuestra cultura con un valor más allá del simple sorteo, es una curiosa definición popular sobre la forma en que las y los mexicanos convivimos diariamente con el azar. En un país de malas noticias, nos atrae con fuerza encontrarnos de frente con la fortuna.
Por eso, ganarnos “la rifa del tigre” es obtener una victoria, pírrica, pero victoria al fin, semejante a la que tuvo durante un año la administración actual, hasta verse obligada a regresar la aeronave de la discordia a territorio nacional por falta de compradores.
También, salir “rifado” nos permite explicar la buena estrella de alguien que, sin buscarlo, consigue algún beneficio inesperado como, digamos, plantear un concurso para deshacerse de un problema; aunque también define a quien logra su propósito con audacia.
Y vaya que la propuesta presidencial la tuvo, porque a lo largo del día no hubo otro tema de discusión. Atrás quedaron las quejas por la desorganización del Insabi, la supuesta falta de medicinas en clínicas y hospitales, entre otras inconformidades reales o fabricadas. Todo quedó muy atrás en horas.
En su lugar hubo cálculos, comparativos, teorías para venderlo mejor, un concurso literario de cuento de una revista, y los mejores memes que hemos visto en mucho tiempo. Bueno, hasta el titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes desestimó la intención, incrédulo de que fuera un dato serio; el lunes, no obstante, afirmó que ya se había comprometido con dos boletos.