El país entero estuvo en modo avión y nadie se quedó sin dar su punto de vista frente a lo improbable de la idea. Nada mal para empezar el fin de semana.
Sin embargo, en esos dos días, el presidente explicó el fondo de su propuesta: el avión regresará, se venderá de alguna manera, o saldrá en una rifa, pero él jamás lo abordará.
¿Qué significa para nosotros, las y los ciudadanos, esta propuesta? En política y en economía, los símbolos construyen percepciones y éstas impulsan decisiones sobre cómo actuar, invertir o participar.
El avión es un símbolo de todo lo malo que representaron los gobiernos anteriores y eso lo sabe a la perfección el presidente, un gran lector de la percepción popular. Al presentar una alternativa nunca antes vista, inesperadamente fortaleció los valores que lo han convertido a él en un estandarte para millones
La rifa es, para todo efecto, una posición política de la forma en que su gobierno actuará cuando deba resolver un callejón sin salida como éste.
Eso tiene ventajas y riesgos. Por un lado, él y su gobierno mantienen su palabra, siguen percibiéndose cercanos a la mayoría de mexicanos que aprecian el avión como un lujo abusivo, en tanto diseña la mejor alternativa para enajenar una aeronave que, por sus especificaciones, será difícil de comercializar. Por el otro, para el resto de la población (sus críticos e indecisos incluidos) representaría una prueba fehaciente de la improvisación que tanto se niega. Pero, ahora que hablamos del azar, yo no apostaría a que resultará de esa manera.
Guardando las proporciones, otro presidente con enorme talento para tomar el pulso ciudadano, el general Lázaro Cárdenas, llamó en medio de ataques al pueblo de México a colaborar con lo que tuviera a la mano para indemnizar a las empresas privadas dueñas de las concesiones petroleras.
Las imágenes de mujeres entregando joyas y hombres con guajolotes en brazos, son la cumbre de la solidaridad nacional en momentos difíciles. Si al final se decide por el sorteo, es posible que la serie y sus cachitos se vuelvan, en pleno siglo XXI, un instante muy parecido.
Nota del editor: Francisco Hoyos Aguilera es Especialista en comunicación. Graduado del Tec de Monterrey con una maestría en la Universidad Iberoamericana. Fue reportero en el diario Excélsior y en la corresponsalía de The New York Times en México. Lleva dos décadas en la comunicación pública y privada. Las opiniones expresadas en esta columna corresponden exclusivamente al autor.
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