En medio de esta oleada de presencialidad que parece no tener retorno, los líderes de Recursos Humanos no deberíamos debatir entre modelos de trabajo, sino entender qué motiva a las personas, qué alimenta su sentido de pertenencia y qué razones tienen para quedarse.
Sin estas respuestas, cualquier modelo laboral es un experimento a ciegas. Lo verdaderamente importante es generar un compromiso auténtico y construir culturas organizacionales donde la gente elija quedarse, crecer y contribuir con significado, por lo que la pregunta es ¿qué estamos haciendo para lograrlo?
Decidir con rumbo
Hace un par de semanas, un amigo me dijo que iba a renunciar a su gerencia en una importante empresa de consumo. No era el salario; tampoco la carga de trabajo ni los constantes viajes. ¡Vamos! Ni siquiera la vuelta a la oficina. Lo que ya no soportaba era percibirse como un número de empleado más, sin personalización ni valoración.
Y creo que dio en el punto, porque las personas ya no están eligiendo entre casa u oficina, sino optando por empresas que las miran, valoran y motivan. Y si no lo encuentran, se van. Porque siendo claros, el compromiso no nace ni nacerá de un modelo de trabajo ni de una política de flexibilidad, sino del valor que percibe el colaborador.
Mientras el mundo laboral sigue transformándose, la presencialidad avanza y hoy siete de cada 10 colaboradores han regresado a la oficina, según el Panorama Laboral en México 2025, de Pluxee. Este mismo estudio deja ver que el problema nunca ha sido el lugar, sino lo que las personas no encuentran o dejan de hallar en su entorno, como falta de crecimiento (68.4%), liderazgo deficiente (63.2%), ausencia de reconocimiento (61%) y falta de prestaciones (59.7%).
Por eso, considero que las empresas que realmente quieren liderar esta nueva era laboral deben dejar de obsesionarse con el ‘dónde’ y enfocarse en el ‘cómo’.
El mito de la productividad
Todavía hay líderes que creen que la presencialidad es sinónimo de productividad. Y no es así. Pretender que las personas regresen sin ofrecerles valor solo aumenta la frustración y el desgaste; pero trabajar a distancia sin estructura ni control tampoco aporta nada.
¿Dónde está la clave? En diseñar estrategias que integren bienestar y productividad de manera equilibrada, alineadas a los objetivos del negocio con soluciones personalizadas de beneficios recompensas que respondan a las necesidades reales de cada colaborador e, incluso, a sus momentos de vida.
Un padre de familia, por ejemplo, quizá valora más el apoyo para su despensa; un colaborador que se desplaza desde lejos ayuda con gasolina para el auto y quien no tiene tiempo para preparar sus alimentos en casa, apoyo para comer en restaurantes. Cada persona tiene prioridades distintas. Las empresas que lo entienden crean beneficios que realmente marcan la diferencia.