Científicos debaten si la naturaleza se adapta a la radiación de Chernóbil
Las ruinas abandonadas de la ciudad de Pripyat cerca del sitio del peor desastre nuclear del mundo, en Chernóbil al norte de Ucrania, ha estado derrumbándose por casi un cuarto de siglo .
La ciudad, ausente de humanos, ha visto florecer a la naturaleza en sus calles desiertas, plazas y edificios de la ciudad, aparentemente desafiando la radiación que se fugó cuando el reactor número cuatro explotó el 26 de abril de 1986.
¿Pero qué tan cierta es esta imagen?
Una nueva investigación está demostrando que algunas especies de plantas pueden ser capaces de adaptarse, a pesar de los altos niveles de toxicidad.
Los científicos que han estudiando las semillas cosechadas de soya y lino que crecen en el interior de la zona de exclusión, a cinco kilómetros de la planta nuclear, encontraron que no fueron demasiado afectadas por la radiación.
Martin Hajduch, del Instituto de Genética de Plantas y Biotecnología de la Academia Eslovaca de Ciencias dijo que detectaron “un nivel muy bajo de radioactividad en las semillas. En el tallo o en las hojas hay radioactividad, pero de alguna manera ha sido bloqueada y no llega a las semillas”.
Hajduch y sus colegas en Ucrania condujeron un estudio de proteómica (exámenes de estructura y función de las proteínas) de las plantas y encontraron que las semillas cosechadas en el interior de la zona de exclusión tuvieron una buena comparación con las cultivadas en suelo no contaminado en el exterior.
"No puedo recomendar comer algo de Chernóbil, pero creo que en algún momento será posible", dijo Hajduch.
Él está animado por la recuperación que las plantas están teniendo en Chernóbil, un área que describe como "llena de vida".
El Foro de Chernóbil, una unión de ocho agencias de la ONU, incluyendo a la Agencia de Energía Atómica Internacional, publicó un informe en el 2005 examinando, entre otras cosas, el legado ambiental del desastre.
Las poblaciones de plantas y animales han crecido desde el desastre, dijeron, y la zona de exclusión “paradójicamente se ha convertido en un santuario único para la biodiversidad”.
Pero algunos científicos no están de acuerdo con la afirmación de la ONU.
El biólogo Anders Moller de la Universidad de Paris Sud, en Francia, ha examinado los efectos de la radiación en animales de Chernóbil durante dos décadas.
“Las zonas con mayor radiación tienen menos animales, la supervivencia y reproducción es reducida, el esperma es anormal y se ha disminuido la capacidad de nadar. Las anormalidades son comunes y los niveles de mutación son muy elevados”, dijo Moller.
Estudios recientes sobre la vida aviar en la zona, hechos por Moller y Tim Mousseau de la Universidad de Carolina del Sur, revelaron niveles de anormalidades tan altos como uno en diez. Un nivel que Moller dice es “sorprendente”.
El año pasado, Moller y Mousseau publicaron los resultados del mayor censo de vida animal en la Zona de Exclusión de Chernóbil. Reveló que contrario a lo que informó el Foro de Chernóbil del 2005, la biodiversidad en insectos, aves y mamíferos está disminuyendo.
No todas las especies son afectadas por la radiación de la misma manera, según Moller. Algunas aves, incluyendo las especies migratorias y disprersores de larga distancia, son más vulnerables a la radiación que otras, dijo.
Hajduch dijo que el número de animales en la zona de exclusión probablemente sean mayores ahora que antes del accidente. Pero eso se debe a que no hay humanos que los cacen o pesquen.
“Pero si ves cuanta variedad de especies de animales hay en el área, creo que serían menos”, dijo Hajduch.
De acuerdo a Chernobyl.info, manejada por el Programa de Desarrollo de la ONU, más de 40 tipos de radioactividad fueron liberados tras el accidente.
El cesio sigue siendo el isótopo más disperso mientras las preocupaciones siguen sobre la contaminación a largo plazo de estroncio y plutonio.
El cesio y el estroncio tienen una vida media de alrededor de 30 años. Sin embargo, el plutonio tiene una vida media de 29,000 años.
La reciente decisión del gobierno de Ucrania de permitir recorridos oficiales a la zona de exclusión de Chernóbil, junto con el próximo aniversario, significará que haya más turismo que antes.
El turista de Chernóbil, Rubén Solaz, quien tomó la impresionante galería de imágenes arriba en un viaje de verano al sitio en el 2008, describió la visita como una experiencia “muy conmovedora, que pone los pelos de punta”.
Pocos de los que han entrado a la “zona de alienación” no estarán de acuerdo.