Protestas no detienen la construcción de una hidroeléctrica en el Amazonas
El Amazonas, la mayor selva tropical del mundo, parece haber perdido una larga batalla ante el gobierno de Brasil, que autorizó la construcción de la polémica hidroeléctrica Belo Monte.
"Habrá una revolución económica y social", garantizó el ministro brasileño de Minas y Energía, Edison Lobão, en una rueda de prensa posterior al anuncio de la concesión del permiso por parte del Instituto Brasileño de Medio Ambiente (Ibama).
La construcción de la planta, que tendrá una capacidad máxima de 11,233 megavatios, y será la tercera más grande del mundo, ha desatado las críticas de los ecologistas, indígenas y campesinos.
Esta obra, afectará a 50,000 personas, entre campesinos e indígenas que habitan en una decena de pueblos establecidos en los 506 kilómetros cuadrados que serán inundados.
La Fiscalía de Pará presentó varios recursos para detener el proyecto alegando que las licencias han sido concedidas de forma apresurada, sin tener en cuenta los estudios que alertan de graves peligros para la fauna, la flora y la calidad del agua del Xingú , afluente del Amazonas .
La organización Amnistía Internacional (AI) subrayó este miércoles que las autoridades brasileñas deben asegurarse de que los derechos humanos de las comunidades indígenas que viven alrededor del río Xingu sean "respetados y protegidos".
AI recordó que el pasado abril la CIDH indicó que la licencia para la construcción de la citada represa debería suspenderse hasta que las comunidades indígenas fueran consultadas de forma efectiva.
La Organización de Estados Americanos (OEA) también pidió la suspensión de las obras por los mismos motivos.
Lobão reiteró que la presa no va a perjudicar a ninguna de las once comunidades indígenas que viven en la región, puesto que la zona inundada llegará a 31 kilómetros de la tribu más cercana.
La ministra brasileña de Planificación, Miriam Belchior, anunció que el Gobierno va a tomar una serie de medidas para garantizar que la obra redunde en "mejorar la calidad de vida" de los habitantes de la zona.
Detalló que se van a invertir unos 2,000 millones de dólares en "medidas socioambientales", que incluyen la pavimentación de calles, la construcción de escuelas, unidades de salud y una completa red de alcantarillado para todas las ciudades afectadas en la rivera del río Xingú.
Belchior explicó que el próximo viernes se va a instalar un comité gestor encargado de coordinar las responsabilidades sociales de la constructora y de cada uno de los órganos públicos implicados.
Además, el gobierno brasileño va a contar con un "puesto avanzado" en la localidad de Altamira, la más próxima a la central, para vigilar las obras de cerca.
Selva mutilada
La Amazonía brasileña, la mayor selva tropical del mundo, ha perdido cerca de 2,600 millones de árboles desde que comenzó a ser ocupada por colonizadores y hasta 2002, según cálculos divulgados por el gobierno brasileño.
De acuerdo con un estudio del Instituto Brasileño de Geografía y Estadísticas (IBGE), desde que el considerado pulmón vegetal del mundo comenzó a sentir los efectos de la acción humana, la Amazonía ha perdido cerca del 15.3% de las selvas que originalmente se extendían por cerca de cuatro millones de kilómetros cuadrados apenas en Brasil.
"En términos de volumen, 4,700 millones de metros cúbicos de madera fueron eliminados por la deforestación en las selvas de la Amazonía Legal hasta 2002", agrega el informe.
En la Amazonía Legal, un área de 5 millones de kilómetros cuadrados equivalente al 59% del territorio brasileño, viven cerca de 24 millones de personas.
Este territorio, según el IBGE, posee la mayor biodiversidad, el mayor banco genético y la quinta parte de la disponibilidad de agua potable del mundo.
La región concentra un 45% del agua subterránea potable de Brasil y, por ser formado principalmente por rocas sedimentares, su subsuelo tiene un gran potencial para la explotación de petróleo.