Iguazú, el último hogar para los jaguares en Argentina
Las anticuadas pieles de jaguar que se exhiben en una oficina del gobierno de Buenos Aires son un triste recordatorio de la existencia precaria del gran felino en los bosques del norte de Argentina.
Las Cataratas del Iguazú, en la frontera argentina con Paraguay y Brasil, marcan lo que actualmente es el límite exterior para los jaguares. Se estima que 50 de los grandes felinos vive en la selva subtropical en torno a las famosas cataratas.
Fuera de la vista de turistas, científicos argentinos han estado analizando a una de las últimas poblaciones de jaguares de la nación.
El objetivo del proyecto apunta a colocar collares GPS en los jaguares para observar cómo los animales son afectados por la agricultura y otras actividades.
Casi todos los años normalmente se detectan dos o tres animales durante una campaña de seguimiento de un mes, pero esta vez ningún jaguar ha sido atrapado para colocarle el collar, dijo a Reuters el jefe del equipo de científicos, Agustín Paviolo.
"Los estudios de población de riesgo que hemos realizado en colaboración con el Lincoln Park Zoo de Chicago indican que en un periodo de mediano plazo de entre 20 y 30 años, la probabilidad de extinción es muy alta si no se toman medidas para reducir las amenazas a esta población", dijo.
Los bosques del norte de Argentina han sido clasificados como una de las áreas donde los jaguares tienen menos probabilidades de sobrevivir, junto con zonas de Brasil, Venezuela y Guyana.
El jaguar solía vagar en zonas del sur de Estados Unidos y hasta la Patagonia, pero ahora ocupa solo el 40% de su área de distribución histórica.
El Fondo Mundial para la Naturaleza calcula que solo 15,000 están en su hábitat natural en momentos en que la deforestación los priva de las presas y los hace más vulnerables a los cazadores.
Cazadores, vieja amenaza
Unos 18,000 jaguares fueron cazados en el mundo cada año por su piel en las décadas de 1960 y 1970, y la caza sigue siendo una amenaza para ellos pese a las campañas contra el uso de pieles.
El jaguar disecado, la alfombra de piel y las fundas en exhibición en la oficina gubernamental de Ambiente y Desarrollo Sustentable fueron capturadas por los funcionarios en los últimos años.
La Red Yaguareté, un grupo voluntario que trabaja para perseguir a los cazadores, estuvo involucrado en los dos primeros casos en Argentina en que personas fueron multadas por la venta de pieles de jaguar.
"La gente solía mostrarnos los cuerpos y los cráneos cuando visitábamos las diferentes áreas", dijo Nicolás Lodeiro Ocampo, presidente de la ONG. "Eso casi nunca pasa ahora, porque la gente está más consciente de las sanciones", agregó.
La agrupación dice que hay pruebas crecientes de que los extranjeros están cazando animales con fines deportivos, aunque la mayoría de los animales son matados por agricultores que pierden ganado por culpa de los jaguares.
Pero a pesar de algunos progresos para acabar con la caza furtiva, los cazadores rara vez son condenados por tribunales que están sobrecargados.
En Iguazú, el equipo del Plan Jaguar dice que el bosque necesita al jaguar tanto como el jaguar necesita del bosque.
"En las zonas donde los grandes depredadores están desapareciendo (...) el ecosistema comienza a perder el equilibrio", sostuvo Paviolo.
"Para que la selva se quede como está, tenemos que tener estos depredadores", añadió.