Una pareja y veteranos de guerra rescatan a lobos perro de Alaska
A unos 160 kilómetros al norte de Los Ángeles, 19 lobos perro de Alaska están aprendiendo a caminar y correr sin estar con una correa.
"Algunos todavía cojean un poco, cuando van corriendo por las colinas", dice la doctora Lorin Linder, quien administra el centro de rescate animal Lockwood Valley. "Ellos pasean por distintos tipos de terreno, incluso sobre rocas. Los cojinetes de sus patas sanarán rápidamente".
Los lobos eran exhibidos en el área de Anchorage, en Alaska, y daban vueltas atados por una cadena de cinco metros.
Hace tiempo circularon rumores sobre el posible sacrificio de estos lobos perro por una investigación criminal al Wolf Park U.S.A., que cobraba cinco dólares a los visitantes para que pudieran acercarse y tomarse fotos con los animales.
Alaska tiene estrictas leyes sobre la posesión de lobos, por lo que el destino de los 19 especímenes cautivos estaba en juego.
Wolf Park U.S.A. dijo a CNN que los lobos recibían buen trato y que no rompieron ninguna ley.
"Una vez que nos enteramos sobre el posible sacrificio de los lobos, nos dimos cuenta que teníamos que hacer algo", dijo Linder, quien administra el santuario para lobos junto con su esposo, Matt Simons.
La pareja recaudó dinero, incluida una generosa donación del activista a favor de los animales y celebridad Bob Barker, con lo que lograron que estos animales pudieran ser transportados a su complejo en Lockwood Valley, a finales de diciembre.
Ahora, los lobos están recuperándose en el santuario, ubicado en la reserva de Los Padres, en California.
Su nuevo hogar está ubicado a unos 1,800 metros sobre el nivel del mar, donde cae nieve en invierno.
"Este es en verdad un gran lugar para ellos, y es donde solían vivir", explica Linder. "Habitaban en estas áreas, este bosque nacional, lugares lejos de los humanos".
Pero Linder asegura que los lobos fueron cazados hasta que se extinguieron de estas montañas.
Los lobos rescatados de Alaska también conviven con otras mezclas de lobo, y son cuidados por varios veteranos de guerra que son empleados por el santuario.
Greg Hill, quien alguna vez combatió en Iraq desde navíos de Estados Unidos, está parado entre los arbustos para darles un trozo de carne cruda a los lobos.
"Te da paz interior", dice Hill. "Se siente realmente bien hacerlo, sabiendo la situación por la que pasaron estos 'chicos', y saber que estás trabajando con animales rescatados, te hace sentir mejor acerca de tu vida y lo que estás haciendo".
La psicóloga Lorin Lindner explica que los lobos rescatados y los veteranos de guerra son sobrevivientes. Trabajar con animales es una gran terapia para los ‘guerreros’.
"Encontramos veteranos que, después de trabajar con animales, han regresado con sus familias", dijo Lindner. "Ellos se reintegran a la sociedad y son capaces de mantener y sostener un empleo".
A pesar de que los lobos rescatados son demasiado salvajes para convertirse en mascotas, muchos han sido esterilizados o castrados recientemente.
Danny, un lobo aún tímido que camina con el rabo entre las patas, se sienta y se frota en el abrigo de invierno de Simmons
"Tienes que acostumbrarte a todos estos otros lobos y apenas tienes un año y medio", dice Lindner a Danny en voz baja.
"Danny probablemente nunca será un líder de la manada, un macho alfa", dice Linder. "Pero va a ser importante, un lobo omega, que vela por los demás. Va a ser un buen tío".
Una vez que el sol se desliza detrás de las montañas, uno de los perros lobo inclina la cabeza hacia atrás y aúlla.
"Aquí viene", dijo Simmons. "Todos ellos se unirán al sonido. Es como una especie de pase de lista".
En cuestión de segundos, se oía a más de una docena de los lobos dando una serenata de aullidos al lejano valle.
Y para sus nuevos cuidadores, era una especie de ‘melodía encantadora', una canción de celebración para los lobos mascota y un viaje lejos de su posible sacrificio en Alaska.