A dos décadas de Río'92 el mundo evalúa el futuro del planeta en Río+20
Los gobernantes que acudirán a la reunión Río+20 la semana próxima para pensar el futuro del planeta, suscribirán un solo documento de compromisos, a diferencia de la Cumbre de la Tierra, celebrada hace 20 años también en Río de Janeiro, y de la que nacieron tres convenciones internacionales.
Para el Gobierno brasileño, organizador de ambas citas, la principal diferencia es que mientras la Río'92 fue "el encuentro de llegada" de un proceso iniciado en Estocolmo en 1972, la Río+20 es una "cita de salida" de una iniciativa más amplia, que engloba medio ambiente y desarrollo sostenible.
En 1992 fueron aprobadas tres convenciones, además de los principios de Río y la Agenda 21, que son documentos marco, mientras que la Río+20 es una "conferencia de salida, de definición de acciones concretas para los próximos veinte años", dijo el secretario ejecutivo de la Comisión Nacional para la Río+20, Luiz Alberto Figueiredo.
"No vamos a salir de la Río+20 con una nueva convención. Lo que queremos es salir con un acuerdo político global para que el desarrollo sostenible se convierta en el centro de la planificación económica en las próximas décadas", dijo el director del Centro de Informaciones de la ONU para Brasil, Giancarlo Summa.
En la cita de hace 20 años fue aprobada la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de la que surgió después el Protocolo de Kioto con los compromisos mundiales para combatir las emisiones de gases causantes del efecto invernadero.
En la Río'92 también fueron aprobadas la Convención sobre Diversidad Biológica, la Declaración de Principios sobre Bosques y Masas Forestales, el primer borrador de la Convención sobre Lucha contra la Desertización y la Agenda 21.
A diferencia de entonces, cuando el mundo acababa de salir de la Guerra Fría y estaba en una fase de crecimiento económico, la conferencia Río+20 se celebra en un contexto de crisis que tiene en jaque a los países más ricos y los gobiernos no parecen dispuestos a asumir compromisos que impliquen sacrificios.
Las negociaciones que garantizaron el éxito de la Río'92 comenzaron en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente Humano, celebrada en Estocolmo en 1972, que fue la primera reunión convocada por la ONU para debatir esos problemas.
Según Figueiredo, en Estocolmo se establecieron los principios que guían hasta hoy la política medioambiental de todo el mundo.
Después de la Cumbre de la Tierra, la Conferencia Mundial sobre Desarrollo Sostenible, realizada en 2002 en Johannesburgo y conocida como Río+10, sirvió para evaluar los resultados alcanzados en la ciudad brasileña y reafirmar metas en erradicación de la pobreza, promoción de la salud, expansión de los servicios de agua y saneamiento y defensa de la biodiversidad.
De la Cumbre de Johannesburgo, celebrada también en un momento delicado, pocos meses después de los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos, tampoco surgieron nuevas convenciones ni grandes acuerdos.
A pesar de los compromisos de la comunidad internacional de frenar el ritmo de degradación del planeta y revertir algunos procesos destructivos, la salud de la Tierra se ha agravado desde 1992, como alertó el Panel Intergubernamental de Cambios Climáticos (IPCC) de la ONU en un informe de 2007 que le hizo merecedor del Premio Nobel de la Paz.
El IPCC calcula que al final de este siglo la temperatura del planeta habrá subido en promedio 1,8 grados centígrados en el mejor de los casos y 4 grados en el peor, con el consecuente aumento de fenómenos como ciclones y sequías, la subida del nivel de los mares y la extinción de numerosas especies de flora y fauna.
A esas advertencias se sumó la semana pasada el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma), que en un informe divulgado en Río de Janeiro apuntó que los compromisos se han quedado cortos y el mundo sigue por un "camino insostenible".
"El informe le recuerda a los líderes mundiales que se reunirán en la Río+20 la urgente necesidad de iniciar una transición decisiva y definitiva hacia una economía verde, de bajo carbono, eficaz en el uso de recursos y generadora de empleos", manifestó el director ejecutivo del Pnuma, Achim Steiner.