Barcos del siglo XIX 'vuelven' para revolucionar el transporte marítimo
Con sus velas anchas, sus mástiles altos y largos cascos de madera, las naves del siglo XIX eran hazañas asombrosas del diseño, y uno de los bienes más exóticos del mundo en Europa.
Cargadas con especias, té y chocolate de todo el mundo, el uso de estas naves alcanzó su pico a finales de 1800, un periodo conocido como la Edad de oro de la navegación.
Abandonados tras la llegada del barco de vapor, los viejos barcos están viviendo un resurgimiento entre los cargueros, ya que algunos comerciantes están regresando a la energía del viento en un esfuerzo por promover el comercio sostenible.
Esta semana, el bergantín de 32 metros Tres Hombres, zarpó de Holanda hacia el Caribe en un viaje de ocho meses transportando cerveza inglesa, vino, ron y chocolate, muy parecido a lo que habría llevado un barco hace 150 años.
Nombrado en honor de tres amigos que fundaron el ambicioso esquema, la nave que neutraliza 35 toneladas de carbono no tiene motor y usa energía solar para hacer funcionar los refrigeradores que mantienen la carga en buenas condiciones.
“Muchas compañías de carga van a la bancarrota porque el combustible es muy caro”, explicó uno de los fundadores y cocapitán, Arjen Van der Veen.
“El modelo que tenemos ahora no es sostenible, ni para el negocio ni para el medio ambiente. Elegimos el método tradicional porque tiene un diseño hermoso y queremos mostrar a la gente que es efectivo para navegar”.
Desde su base en Den Helden, en Holanda, Tres hombres se dirigirá a Brixham, en Inglaterra, donde recogerá 100,000 botellas de cerveza inglesa, que entregará en Douarnenez, en Francia.
De ahí navegará a puertos de Europa y el Caribe transportando 500 litros de vino, 50,000 barras de chocolate, 4,000 botellas de ron y cinco toneladas de granos de cocoa, en un viaje redondo.
Todo lo que va a bordo del carguero es orgánico, lo que lo hace amigable con el medio ambiente desde el momento de la fabricación hasta que llega al mercado, explica Van der Veen.
“Toda la cadena de producción es sostenible”, dice.
“Esto hace a sus empresas únicas. Es un poco más caro pero la gente está deseando pagar porque no deja huella de carbono”.
La Sail Transport Netword (STN), un grupo de viajes verdes, está creando un certificado para transporte sustentable, algo así como el comercio justo y lo orgánico, que funcionan para alimentos.
El fundador de STN, Jan Lundberg, predice que los cargueros de viento serán pronto la norma, a medida que los combustibles fósiles disminuyen.
“La acelerada velocidad en que cambie la economía y las finanzas, el pico del combustible y la crisis climática son factores de inflexión. Si más personas entienden esto pronto, veremos un salto en la inversión de transporte de navegación”.
“Muchos viejos cargueros pequeños están ociosos hoy en día pero también están siendo reciclados, son candidatos reales para una conversión a veleros”.
Cerca de 90% del comercio mundial lo maneja la industria de la navegación, de acuerdo con la Organización Marítima Internacional.
La industria contribuye con el 4% de las emisiones globales, según las Naciones Unidas. Si la industria de barcos fuera un país, sería el sexto mayor emisor de gases de efecto invernadero.
“Lo que también es importante es que el costo de los combustibles ha aumentado 400% desde el 2000, los costos de operación son altísimos. En cualquier caso, cualquier empresa quiere reducir sus emisiones”, de acuerdo con Simon Bennett, de la Cámara Naviera Internacional.
Van de Veen, y sus amigos, los capitanes Andreas Lackner y Jorne Langelaan, construyeron Tres Hombres en el 2007 usando la cáscara de un exferry de pasajeros en las Islas Aran, en las costas de Irlanda.
La transformación fue completada en el 2009. Este es el cuarto viaje de Tres Hombres, luego de viajes previos a lo largo de oeste de Europa, el Caribe, y de entregar ayuda humanitaria en Haití, tras el terremoto del 2010.
La empresa británica de energía eólica, B9, recientemente probó un carguero de 3,000 toneladas. El barco usará un 60% de energía eólica, que será generada por tres antenas de 55 metros de alto. También tendrá un motor de biogas, que convertirá los desechos de comida en metano.
La codirectora de B9, Diane Gilpin, dice que en los últimos 100 años no se prestó atención al tipo de combustible que usábamos, pero que las cosas están cambiando.
“Es tan satisfactorio, es parte de nuestro objetivo revolucionar el transporte”.