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Unos microchips podrían ser la esperanza para salvar a los rinocerontes

En su intento por no perder el paso a los cazadores furtivos, los ambientalistas recurren a la alta tecnología para combatir la matanza
lun 21 octubre 2013 02:06 PM
rinoceronte
rinocerontes animales rinoceronte

En un intento por poner fin a la caza furtiva descontrolada, Kenya implantará microchips en cada rinoceronte que vive en el país como parte de un proceso exhaustivo que implica sedar a cientos de animales.

La población de rinocerontes ha sido afectada a causa de los crecientes ataques de los cazadores furtivos, quienes recurren a tecnología sofisticada.

Los microchips permitirán que las autoridades rastreen a los animales y los cuernos contrabandeados.

"Colocar los chips en los rinocerontes es un proceso costoso y lleva tiempo", dijo Robert Magori, director de comunicaciones en el este y el sur de África para el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés). "Es necesario rastrear, identificar, sedar y colocar dos chips en cada rinoceronte (uno en el cuerno y otro en el cuerpo del animal), reanimarlos y finalmente, liberarlos".

Kenya cuenta con 631 rinocerontes negros y una población total de 1,030 rinocerontes.

Los rinocerontes son parte de los "cinco grandes" que atraen a los turistas, una importante fuente de ingresos para el país del este de África. Los otros cuatro son los leones, los elefantes, los leopardos y los búfalos.

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Más dinero, más problemas

El contrabando de cuernos de rinoceronte es un negocio lucrativo y gran parte del botín se vende a las personas acomodadas de Asia, particularmente de China y Vietnam. En esos países, algunas personas creen que los cuernos pueden curar una serie de enfermedades como el cáncer, aliviar las resacas y potenciar la virilidad.

Un kilo cuesta unos 20,000 dólares (unos 260,000 pesos), según un reporte de Moses Montesh, profesor de criminología de la Universidad de Sudáfrica. Un solo cuerno pesa unos 10 kilos.

En Kenya serán implantados dos chips en cada rinoceronte: uno en el cuerno y otro en una parte no identificada del cuerpo del animal.

El microchip mide menos de cinco centímetros de largo y los contrabandistas difícilmente pueden rastrearlo, dijo Magori. Se espera que el proceso de colocación dure unos cuatro meses.

"Como los cazadores furtivos tienen técnicas cada vez más sofisticadas, es vital que los esfuerzos de conservación adopten tecnologías más sofisticadas para contrarrestar la matanza de fauna", dijo el presidente de WWF Kenya en un comunicado.

Una lucha por seguir el paso

El crimen organizado usa helicópteros con capacidades militares, equipo de visión nocturna y armas con silenciadores. Ellos llevan la caza furtiva de los rinocerontes a un nuevo nivel, por lo que los conservacionistas están en dificultades para seguirles el paso.

Los países como Sudáfrica y Kenya han invertido en naves robot no tripuladas (drones) , perros detectores y mayor seguridad, pero no han logrado detener las crecientes matanzas de rinocerontes.

Además de los microchips, la organización recurrirá a la tecnología de análisis pericial de ADN para identificar a los animales.

"Esto servirá para fortalecer la vigilancia de los rinocerontes, proteger a los animales en el terreno y apoyar a los mecanismos que combaten el tráfico a nivel nacional y regional", señaló WWF Kenya.

Pruebas de la caza furtiva

Una vez que los sistemas estén en marcha, será posible rastrear a cada rinoceronte del país, lo que ofrecerá a los investigadores las pruebas necesarias para los casos de contrabando y facilitará el enjuiciamiento de los sospechosos.

La caza furtiva de rinocerontes creció un 43% entre 2011 y 2013, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), una red mundial.

Tan solo el año pasado fueron cazados ilegalmente unos 745 rinocerontes en toda África, la mayor cifra registrada en dos décadas.En Sudáfrica murieron 668, una cifra récord.

En Sudáfrica, las autoridades pintarán de rosa los cuernos de los rinocerontes y los impregnarán de sustancias químicas no tóxicas para desalentar a los consumidores.

Oliver Joy colaboró con este reportaje.

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