La contaminación en China, ¿cómo afecta a los viajeros?
Los artistas han alabado a la ciudad de Suzhou, en el sur de China, desde la época de la dinastía Tang.
El poeta Bai Juyi escribió: "Frente a los edificios históricos de todas partes se elevan las melodías de las flautas, Y frente a la puerta de cada casa se amarran barcos y botes".
Actualmente, los jardines clásicos de Suzhou son Sitios Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO y su red de canales, divididos por hermosos puentes de piedra, ha recibido el sobrenombre de La Venecia de Oriente.
Sin embargo, cuando nuestra pequeña caravana de ciclistas se acercó a la ciudad que impresionó tanto al viajero veneciano, Marco Polo, en el siglo XII, había poco por qué entusiasmarse.
Todo el delta del río Yangtze estaba sumido en un esmog digno de los titulares de los diarios.
Me encontraría en Shenzhen con el veterano rockero chino, Zhao Laoda, justo antes de incorporarme a Ride For Hope, un recorrido ciclista de tres semanas y 2,000 kilómetros con fines caritativos que iniciaría en Shenzhen y terminaría en Shanghái y que había organizado la cadena Shangri-la Hotels and Resorts.
Zhao se había retirado hacia el sur durante el invierno para evitar "el smog y el frío" de Beijing.
"El país está acabado", se quejó. "Solo en las montañas encuentras zonas no contaminadas".
Sus palabras fueron proféticas.
Olores de advertencia
Nuestro viaje comenzó con gran fanfarria en el centro de Shenzhen a mediados de noviembre.
Transitar por buenos caminos a través de algunos de los vecindarios más prósperos de China nos daba una falsa sensación de seguridad.
Tan pronto como salimos de la Zona Económica Especial, la experiencia se volvió rápidamente en una hazaña de supervivencia a lo largo de los caminos cubiertos de grava del río Perla.
El distrito de Bao'an en Shenxhen, la ciudad de Dongguan y gran parte de la capital provincial de Guangzhou componen la mayor base manufacturera del mundo.
Hace apenas tres décadas, esta tierra era una combinación de arrozales y huertas.
Ahora es un mar de concreto que los empresarios construyeron con prisa y descuidadamente en su carrera por ganar dinero rápido con la nueva apertura de la economía china.
Las reformas económicas que iniciaron en el sur sacaron a muchas personas de la pobreza, pero el medio ambiente ha sentido el costo del progreso .
Para el segundo día viajábamos por caminos aparentemente interminables, bordeados con fábricas irreconocibles bajo cielos grises, anónimos y repetitivos.
De cada arroyo que cruzábamos emanaba un olor de advertencia.
La ausencia de vida silvestre era notoria.
Tal vez suene sorprendente, pero el pasar por la contaminación no me afectó la mayor parte del tiempo como te habrías imaginado.
Sin embargo, hubo un episodio, en el tramo entre Hangzhou y Suzhou, en el que la contaminación fue la peor.
Sentía náuseas y terminé rezagándome porque tuve que detenerme a vomitar a un lado del camino. El aire me hacía sentir enfermo, literalmente.
60% del concreto del mundo
En el tercer día finalmente dejamos atrás la zona de manufactura.
Más allá de la vistosa ciudad de Huizhou, nuestro grupo de siete ciclistas pedaleó por caminos relativamente vacíos a través de grandes extensiones de tierras agrícolas verdes y ondulantes.
Sin embargo, las construcciones nunca estaban lejos.
Incluso al interior del país, las inmobiliarias están ocupadas con centros comerciales y altos edificios de apartamentos.
De acuerdo con varias fuentes, en China es desechado hasta el 60% del cemento del mundo, lo que produce una nube de polvo que la NASA ha fotografiado desde el espacio .
Muchos de los habitantes de China sostienen estoicamente que el daño ambiental es la consecuencia de la transición de una sociedad feudal agraria a una moderna y predominantemente urbana.
Las palabras del galardonado escritor británico durante la época de la revolución industrial, Charles Dickens, son invocadas con frecuencia. ¿Acaso Europa no experimentó lo mismo? ¿No han mejorado desde entonces?
La diferencia, claro está, es que la revolución industrial y el programa de urbanización de China son de una magnitud nunca antes superada, es un cambio continental que ha creado enormes zonas conurbadas —como las ciudades— que convergen en el delta del río Perla.
Es alarmante que algunos detractores crean que gran parte de la construcción tal vez no tenga sentido.
"Se dice que hay 64 millones de departamentos vacantes en China", dijo Gillem Tulloch, analista radicado en Hong Kong, al sitio Journeyman.tv.
De hecho, en Ride For Hope pasamos por más de un puñado de ciudades imponentes, brillantes y nuevas, pero vacías.
No todo está perdido
El sentir de Zhao Laoda encontró eco en mí mientras recorríamos la primera cadena montañosa por la tarde del tercer día. Solo en las regiones montañosas remotas, en donde no sería rentable construir, el medio ambiente de China sigue inmaculado. Claro que para los ciclistas, las montañas representan un desafío distinto.
Aunque gozábamos de paisajes asombrosos —bosques de bambú, aldeas apartadas, monasterios budistas aislados—, fue agotador pedalear cuesta arriba durante horas.
Terminamos la tercera jornada bien entrada la noche, las piernas nos ardían mientras entrábamos en el pequeño pueblo mercante de Gongping.
Este patrón de ciclismo urbano horrible seguido de unos cuantos días de recorridos vistosos aunque desafiantes por el campo definiría nuestro viaje al norte, rumbo a Shanghai.
Chaosan, en el este de la provincia de Guangdong, y el estrecho de Taiwán, en la provincia de Fujian, son urbes emergentes.
Sin embargo, en las zonas rurales del sur y el norte de Fujian que las separan, las tierras escarpadas, dedicadas al cultivo del té son majestuosas.
Los aldeanos llevan sombreros de bambú y trajinan en los campos ante un paisaje montañoso asombroso, es una postal de la China alejada de los pujantes centros económicos .
La tercera provincia que pasamos, Zhejiang, también nos brindaría un día de agradable recorrido rural.
Ahora nos encontrábamos varios grados hacia el norte de nuestro punto de partida en la región subtropical, lidiando con el frío.
Sin embargo, miles de árboles caducifolios de color rojo y anaranjado nos compensaron por las condiciones gélidas del camino que va de Taizhou a Ningbo.
"Nunca había visto el aire así"
Sin embargo, más allá de Ningbo, navegamos en medio del smog todo el camino hasta las afueras de Shanghái.
"El índice de calidad del aire llegó a los 305 —o gravemente contaminado— a la medianoche, es el nivel más alto", reportó el diario Shanghai Daily.
Por toda la región hubo vuelos cancelados y cerraron las escuelas.
Mientras tanto, el equipo de Ride For Hope seguía adelante, hacia la meta.
Notablemente, el aire se limpiaba considerablemente justo cuando entrábamos a las prominentes ciudades de China.
Luego de tres semanas de superar enormes montañas y extensas ciudades, llegamos a la meta afuera del Hotel Kerry en Pudong y la multitud nos recibió entre aplausos.
Recaudamos 400,000 yuanes (unos 825,000 pesos) para obras de beneficencia tras haber recorrido más de 2,000 kilómetros.
Nuestro equipo usualmente modesto se dejó adular.
Al día siguiente, mientras empacábamos y a pesar de la resplandeciente sensación de haber logrado algo, el equipo intercambió comentarios pesimistas respecto a la mala situación ambiental de China.
"Nunca había visto el aire como lo vimos en Zhejiang", dijo Lu Yushui, un chef de 21 años originario de la provincia de Guangxi.
"Todos mis amigos compran autos elegantes. No quiero ser como ellos", agregó Herman Wong, de 52 años, originario de Hong Kong. "¡Estamos destruyendo nuestro mundo!".
Pero fue Lu Baokang, un aficionado al ciclismo originario de Guangxi, quien resumió mejor el contraste entre lo grotesco y lo maravilloso que vimos mientras recorríamos el sureste de China.
"Las grandes montañas y los paisajes me animaron más de lo que puedo expresar, pero la contaminación ha sido demasiado grave. Desearía que hubiera alguna forma de decirle al mundo lo liberador y no contaminante que es montar en bicicleta".