Dicen que todo tiene un lado oscuro... pero la Luna, no.
Aunque EU haya aplazado su programa de misiones tripuladas y debamos esperar a 2030 para saber si Japón construirá una base lunar habitada, las imágenes de las naves espaciales terrestres ya nos han enseñado algo sobre el lado oculto del satélite.
La causa de que una de sus caras no sea visible para los humanos desde la Tierra se debe a que, al mismo tiempo que viaja alrededor del planeta en una órbita oval (traslación), gira también sobre sí misma (rotación). Así, un ciclo completo de día y noche lunar equivale a casi 28 días terrestres.
De esta forma, el lado oculto de la Luna se convierte en su lado oscuro (de noche) sólo durante la fase de luna llena, cuando el Sol ilumina únicamente su cara visible. Por el contrario, cuando presenciamos la luna nueva, es la cara visible la que se vuelve oscura (de noche lunar), al mismo tiempo que es de día en su hemisferio oculto.
Si a ello agregamos que el lado oculto nunca es eclipsado por la Tierra, resulta que, en el transcurso de un año, es aquella porción la que recibe más luz directa del Sol.
Esa región lunar que no se ve en la Tierra tiene un escabroso terreno con una gran cantidad de cráteres, producto de los impactos de objetos espaciales, y en comparación con el lado visible, una menor cantidad de “mares”.
Los primeros observadores de la Luna creyeron ver en ella agua en abundancia, a lo que en realidad son grandes planicies de lava.
Cuando se desarrolló el estudio de la presencia de agua en la Tierra se concluyó que el hidrógeno y oxígeno que la componen, pudo ser depositada por el impacto de cometas y asteroides. Y después de todo, la Luna también ha sido víctima de este tipo de bombardeo.
Al tener una gravedad tan reducida y temperaturas que alcanzan los 121ºC, era muy probable que la mayor parte del agua lunar se hubiese evaporado hacia el espacio... aunque existía un par de lugares donde podría quedar algo: los polos.
Debido a que el eje de rotación lunar es prácticamente perpendicular al plano de la órbita terrestre alrededor del Sol, este último siempre se encuentra cerca del horizonte en aquellas regiones polares.
Por ello, mientras que las altas cumbres y mesetas de los polos pueden tener una iluminación casi constante, los cráteres de las mismas zonas están bajo una sombra permanente que los convierte en “trampas frías”, con temperaturas de 173ºC bajo cero en las que el agua no alcanza a evaporarse y se mantiene en forma de hielo .
En septiembre de 2009, científicos de la NASA anunciaron haber hallado moléculas de agua en ambas regiones polares, a partir de datos reunidos por los instrumentos de tres sondas espaciales.
El 9 de octubre se produjo el encuentro del cohete Centaurus y de la sonda LCROSS contra el cráter Cabeus, con el que se concluyó que la cantidad de agua en la Luna podría ser asombrosa: el impacto de LCROSS produjo el equivalente a una docena de cubetas de siete litros y medio.
Desde su época de actividad volcánica la Luna ha permanecido casi sin cambios. Al no contar con una atmósfera lo suficientemente gruesa para impedir impactos, a menudo ha sido golpeada por asteroides, meteoritos y cometas.
¿Qué más sorpresas nos tiene la Luna?