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El gusto por la sal indica una gran sensibilidad a los sabores

A pesar de las malas consecuencias para la salud que tiene el alto consumo de sal, los ‘súper-gustadores’ no pueden eliminarla de su dieta
mié 16 junio 2010 04:22 PM
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Contrario a lo que muchos piensan, los amantes de lo salado agregan sal a sus comidas, no porque carezcan del sentido del gusto, sino porque lo tienen muy desarrollado y quieren potenciar los sabores.

El sitio especializado Health.com dio a conocer las sorprendentes conclusiones de una investigación realizada por profesores de la Escuela de Ciencias de la Agricultura de la Universidad de Penn.

Según el doctor John Hayes, autor del estudio, todas las personas tienen un sentido del gusto distinto. Hay súper-gustadores para los que cada sabor es “brillante y vibrante”. Y también hay los “no-gustadores”, para los que ningún sabor es intenso.

Anteriores investigaciones sugerían que los que tienen más sentido del gusto necesitan menos grasa y azúcar para satisfacer su gusto al comer. El propósito de la investigación fue demostrar que lo mismo ocurría con la sal.

Pero los investigadores se sorprendieron al encontrar que los súper-gustadores, aunque son más sensibles al sabor, prefieren las comidas más saladas.

El estudio encuentra que la sal juega un papel en el gusto más allá de dar salar a las comidas. La sal, por ejemplo, ayuda a aplacar el sabor amargo, una de las sensaciones que los súper-gustadores, como lo llama Health.com, “experimentan en tecnicolor

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Los expertos no están seguros qué hace a las personas ser súper-gustadores. Se cree que el nivel del sentido del gusto es genético y que puede depender en parte de la cantidad de papilas gustativas.

Los hallazgos del estudio podrían tener implicaciones que van más allá de la charla en la mesa: los resultados tendrían que ser considerados en las campañas para reducir el consumo de la sal.

En Estados Unidos, por ejemplo, las autoridades han considerado reducir la cantidad de sodio en las comidas, puesto que su consumo excesivo puede ocasionar problemas de salud como presión arterial alta y males cardíacos. 

Pero las reducciones tienen que ser graduales, porque nuestras lenguas están acostumbradas a un sabor salado y de presentarse un cambio abrupto, las comidas quedarían insípidas.

La investigación de Hayes sugiere que a los súper-gustadores les sería más difícil asimilar la reducción puesto que prefieren las comidas saladas.

Keri Gans, vocera de la Asociación Dietética Americana, le recomienda a los súper-gustadores que le echen especias a sus comidas, en vez de sal, para compensar la reducción del sodio.

Gans asegura que puede ser usada la pimienta, el ajo, la albahaca, el eneldo e incluso el pimiento rojo. “Si son sensibles a los sabores, ¿por qué no tratar de animar a la gente a que mejoren sus alimentos con hierbas naturales y especias en lugar de sal?"

Pero puede que no sea tan fácil: “Lo que nos gusta comer determina lo que de hecho comemos”, dice Hayes. “A algunos simplemente le resulta más difícil reducir su consumo de sal”.

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