Una pareja de adolescentes gay es el centro de la controversia en EU

Para los adolescentes homosexuales Constance McMillen y Ceara Sturgis, la preparatoria ha acabado, pero la aceptación de su sexualidad en cada apenas está comenzando, dicen.
McMillen saltó a los titulares de prensa la pasada primavera, cuando solicitó asistir a su baile de graduación vestida con esmoquin y acompañada por una mujer. El distrito escolar en el condado de Itawamba, en Mississippi, canceló la fiesta.
Este martes, McMillen estará en la mirada de todos otra vez pues viaja a la Casa Blanca para reunirse con el presidente Obama en una ceremonia de reconocimiento a las contribuciones de los estadounidenses LGBT (lésbico, gay, bisexual y transgénero).
La superintendente del distrito escolar del condado de Itawamba dijo a CNN que no podía comentar en el caso mientras esté pendiente de llegar a la Corte.
En Wesson –a 400 kilómetros de Itawamba-, Sturgis usó un esmoquin, en vez del tradicional vestido, para su foto de graduación. Ella cree que fue penalizada pues la eliminaron de la sección de graduados de su anuario escolar.
En octubre, el rector le dijo a una estación de televisión que no podía comentar sobre “esa situación particular”. Ni el rector ni el superintendente de la escuela quisieron hablar con CNN.
“Todo pasa por una razón”, dijo Sturgis en una entrevista con Soledad O’Brien, de CNN. “Esto es el inicio de algo nuevo. Creo que esto puede ser un cambio para la juventud gay. Algún día va a ser diferente. Y alguien lo tiene que iniciar, ¿por qué no nosotras?”
Las dos mujeres se han apoyado mutuamente, conectadas, en parte, por la Coalición de Escuelas Seguras de Mississippi (MSSC, por sus siglas en inglés). El grupo está integrado por estudiantes de preparatorias y universidades que trabajan para hacer que las escuelas de Mississippi sean más seguras para la juventud gay y para que los acepten.
McMillen contactó a Sturgis después de ver una página de Facebook que la MSSC abrió para promover la causa de Sturgis.
En 2004, el grupo nacional por los derechos de los homosexuales Red de Educación de Gays Lesbianas y Heterosexuales (GLSEN, por sus siglas en inglés) emitió un informe que dice que de los 50 estados de EU, Mississippi tiene el ambiente más hostil para los jóvenes homosexuales.
“Incluso abrir un GSA (un club de alianza entre gays y heterosexuales) en tu escuela o llevando parejas del mismo sexo al baile de graduación es un acto revolucionario”, explica Izzy Pellegrine, un joven activista gay de 19 años de primer año de Universidad Estatal de Mississippi.
Pellegrine es miembro de la junta del grupo que ha realizado las sesiones de entrenamiento en cómo iniciar los clubes de alianza entre gays y heterosexuales, que ha hecho lobby para promover leyes anti-matones y ha iniciado una “observación de baile” (prom-watch) para identificar a las preparatorias en donde los jóvenes gays puedan estar siendo discriminados.
McMillen se cambió de escuela y completó las últimas semanas de su último año en Jackson, Mississippi. Ella dice que el estrés era simplemente muy sobrecogedor. “En un punto yo estaba caminando por la cafetería y había gente abucheando. He recibido muchos mensajes de texto de llenos de odio”.
En marzo, un juez federal dictaminó que los derechos de McMillen fueron violados cuando su distrito escolar se negó a permitirle asistir a su baile en un esmoquin con una chica, y al cancelar el baile. El juez no le pidió a la escuela realizar el baile porque los padres ya habían organizado uno auspiciado por ellos.
McMillen cree que el baile alternativo al que asistió fue una farsa porque sólo unas cuantas personas acudieron. “Muchas personas hablaron de cómo sólo había sido una broma hecha en mi contra”, dice.
La Unión de Libertades Civiles de Estados Unidos presentó una queja en respuesta y se va a realizar otra audiencia en la corte. El distrito escolar niega que haya enviado a McMillen a un baile falso.
McMillen dice que a pesar de los tiempos difíciles, ella quiere regresar a Itawamba y empezar estudios en el instituto universitario local. Quiere estar cerca de su amiga de preparatoria. Dice que no será fácil. “Mi mejor amiga –hemos sido amigas por siete años- no me ha hablado desde el día en que cancelaron el baile”, dice.
Sturgis cuenta que sus compañeros de clase son más tolerantes y abiertos que los de McMillen, pero eso no reduce el dolor. “Digamos que ponemos mi foto en esmoquin en el anuario. ¿A alguien le haría daño como me hace daño a mí no estar en el anuario?” dice, llorando. “No le haría daño a nadie”.
Ella dice que está considerando demandar, pero sabe que eso no conseguirá poner su foto en el anuario de 2010 de Wesson.
“Espero que pueda ayudar a alguien en mi misma situación”, dice. “Y eso es a lo que en realidad le estoy apuntando. No quiero que nadie pase por lo que yo estoy pasando. Esto fue mucho para poder aguantarlo en un año. Creo que la gente necesita ser capaz de vestir lo que quieran vestir para su foto de último año. No le hace daño a nadie más y ese anuario es para ellos. No es para los profesores”.