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Cómo mejoraría el tráfico si pusiéramos atención a la naturaleza

Peter Miller, editor de National Geographic, asegura que los humanos podemos aprender de los animales a organizarnos para trabajar en equipo
lun 09 agosto 2010 10:06 AM
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Nota del editor: Peter Miller es autor de ‘The Smart Swarm’ (La colonia inteligente). También es editor en National Geographic, donde ha escrito y editado desde hace más de 25 años.

A todos los que tenemos que conducir para llegar al trabajo nos ha pasado esto: de pronto quedamos parados en el tráfico, y cuando llegamos al punto en el que se generó el embotellamiento, nos percatamos de que no pasó nada, ni un accidente, ningún carril cerrado, ninguna razón para el retraso.

Eso nos hace sentir completamente inútiles entre la multitud; de cierta forma, los viajes al trabajo son una de las muchas actividades en las que participamos como grupo. Lo que nos pasa en el camino depende del comportamiento de los otros conductores. Por un momento, nuestros destinos son como los de las abejas en la colmena, sólo que no sabemos actuar inteligentemente en esa situación.

Ese embotellamiento fantasma quizás fue causado hace horas por alguien que se le metió a otro conductor. Eso hizo que otros conductores frenaran formando una cascada de luces rojas hasta que el tránsito se detuvo por completo.

Mientras tanto, el conductor que ocasionó el problema ya está en la oficina revisando sus correos, y el embotellamiento sigue.

Los grupos en la naturaleza enfrentan situaciones similares, pero con millones de años de práctica, algunas especies son mejores para reaccionar que nosotros. Por ejemplo:

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1. Los peces en los bancos no se amontonan sólo porque un pez se les atraviesa en el camino.

2. Las aves no chocan entre sí cuando los grupos cambian de dirección de repente.

3. Si las abejas que regresan a la colmena con polen se encontraran con un embotellamiento a la entrada, otras abejas dentro de la colmena se apresurarían para abrir el cuello de botella. Hacen lo que le conviene a la colmena.

 

Decisiones colectivas

¿Alguna vez has participado en un discusión en la que se supone que se debe tomar una decisión pero nadie está escuchando a nadie? Todos dicen lo que quieren decir, y cada vez se eleva el tono de las voces.

Las abejas no hacen eso. Cuando necesitan hallar una casa nueva, las exploradoras investigan el vecindario buscando la mejor propiedad. Si una cree que halló el lugar perfecto, las otras no se apresuran a ir, sino que cada una examina el sitio por sí misma. Si están de acuerdo en que es un buen sitio, regresan con las demás y hablan al respecto.

La toma de decisiones se convierte en una competencia para ver quién puede generar más apoyo, y al final, el grupo entero elige el mejor lugar. Deben hacerlo, dice el biólogo Tom Seeley, de Cornell, pues la supervivencia del grupo depende de ello.

La naturaleza está llena de comportamientos inteligentes. No los reconocemos porque los grupos en la naturaleza trabajan muy distinto a nosotros. Nosotros estamos cada vez más conectados con los demás en los grupos de trabajo y en las redes sociales, por lo que podríamos descubrir que tenemos mucho en común con los grupos en la naturaleza.

Pensemos en un banco de peces; una razón por la que los peces viajan en cardúmenes es porque así tienen una visión mayor de lo que ocurre en el océano. Miles de pares de ojos son mejores que uno, cuando se trata de buscar comida o percibir peligro, como una barracuda hambrienta.

Las redes sociales, como Facebook, hacen lo mismo con nosotros, para bien o para mal, permitiéndonos estar al tanto de noticias o chismes que pasan de amigo a amigo como ondas en el agua.

Si vemos de cerca una colonia de hormigas, podemos sorprendernos del trabajo que hacen. Las hormigas de mantenimiento reparan el agujero de entrada. Los recolectores de basura sacan los deshechos. Los exploradores buscan comida y los patrulleros vigilan a los vecinos. Todo parece una fábrica eficientemente organizada.

La sorpresa es que no hay jefes, gestores, supervisores, vicepresidentes o directores al mando. Nadie le informa a la reina, cuya función es poner huevos. Desde arriba hasta abajo, nadie le dice a nadie lo que deben hacer, y aún así la compañía funciona de maravilla.

Y no es porque las hormigas sean inteligentes. “Si ven a una hormiga intentar hacer algo, les sorprenderá su ineptitud”, dijo la bióloga Deborah Gordon, de Stanford. “Mientras más tiempo pasen viendo a una hormiga, más querrán ayudarla”.

El éxito se debe a que la colonia es inteligente, dice. Al trabajar en equipo, como grupo, la colonia logra arreglar sus problemas con mayor eficacia que si lo hicieran de forma individual. Sería genial que los grupos a los que pertenecemos hicieran lo mismo; en vez de hacernos sentir como zánganos inútiles deberían hacernos sentir inteligentes y capaces.

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