Los jurados en casos de asesinatos pueden quedar traumatizados
El mes pasado Paula Calzetta se dirigía a cenar con Diane Kleim cuando dio una vuelta equivocada que las dejó frente a un edificio del Bank of America.
Kleim casi vomita. En un instante, Calzetta recordó todo lo que supo sobre los brutales asesinatos ligados a ese lugar.
En ese banco, en julio de 2007, Steven Hayes obligó a Jennifer Hawke-Petit a retirar 15,000 dólares mientras su familia estaba como rehén en su casa. Hayes y Joshua Komisarjevsky fueron acusados del asesinato de Hawke-Petit y sus dos pequeñas hijas. El padre de las niñas, William Petit, estaba maniatado y brutalmente golpeado, pero escapó. Hayes fue declarado culpable y sentenciado a muerte. El juicio a Komisarjevsky todavía no inicia.
Servir como jurado en un juicio por asesinato como el de Hayes, o el de Casey Anthony, quien está acusada de siete cargos en la muerte de su hija de dos años, puede ser emocional y físicamente desgastante . Cuando el juicio termina, algunos miembros del jurado presentan síntomas parecidos al trastorno por estrés postraumático , tales como flashbacks y pensamientos intrusivos.
Ya sea que estés en la sala de juicios o en casa viendo un programa de televisión, l a exposición reiterada a los detalles de sucesos horribles puede conducir a un fenómeno llamado trauma vicario —te conectas tanto a la tragedia que sientes el trauma emocional como si estuvieras directamente involucrado—.
“Ver las imágenes que ellos ven es abrumador”, dijo Nadine Kaslow, psicóloga de la Universidad Emory, sobre los miembros del jurado en el juicio de Anthony. “Cualquiera tendría una razón para quedar impactado por este caso. Ya sea que tengas hijos o no, no hay manera de que no te afecte profundamente”.
El servicio de jurado es especialmente difícil porque los miembros no pueden compartir con nadie sus pensamientos sobre el caso o la experiencia hasta que termina el juicio, explicó Sonia Chopra, una consultora para proyectos de jurados en Estados Unidos. (En México no se practican juicios con jurado popular.)
“ Una de las mejores maneras para aliviar el estrés y la ansiedad es platicarlo con alguien más”, comentó. “Para los jurados esto es un problema, porque técnicamente no pueden hablar con nadie de lo que sucede en la sala. Mientras siga el juicio, ellos tienen que internalizar todo lo que escuchan y ven”.
En el juicio de Anthony, los jurados están aislados, lo que quiere decir que tienen prohibido cualquier contacto con alguien del exterior, y no pueden leer o ver noticias de ningún tipo. Mientras están confinados a interactuar sólo entre ellos, algunas veces ellos forman un sistema de apoyo, dijo Kaslow.
“De hecho, para salir adelante, para sobrevivir, formas esta nueva familia. Es una muy buena técnica de supervivencia”, aseguró. “El problema es que cuando tienes cosas como jurados que no se ponen de acuerdo (...) puedes terminar en una situación muy problemática”.
Los jurados en el juicio de Hayes no fueron aislados, por lo que podían ir a casa al terminar el día y estar con sus familias. Calzetta cuida de su padre de 90 años y probablemente no hubiera podido unirse a un jurado segregado, pero en cierta manera el aislamiento podría haber sido mejor, comentó.
“De alguna forma, puede ser más fácil debido a la presión de todo mundo en el exterior que sabe que eres un jurado. Ellos realmente quieren preguntarte (sobre eso)”, dijo Calzetta.
Calzetta pensó que podía llegar al juicio con una mente abierta: se sentaría y analizaría. No tenía una idea de cuánto le afectaría hasta que hubo un descanso en el juicio antes de la etapa de sentencia. Tuvo fiebre y estuvo enferma durante todo el tiempo libre.
Al entrar a la siguiente etapa del juicio, llegó con una nueva estrategia: prestar atención también a sus propias necesidades. Iba a masajes, baños de vapor y se relajaba de otras formas.
“Realmente necesitas cuidarte, porque es real. Todo esto, una vez que llega a tu consciencia, es real”, aseveró.
Keim, de 59 años, ya había pasado por cáncer de mama cuando fue seleccionada para el juicio Hayes. Cree que su enfermedad cercana a la muerte y su edad la hicieron emocionalmente más fuerte como jurado de lo que hubiera sido de más joven.
Pero los relatos e imágenes se quedaron con ella después del juicio. Comenzó a tener sueños donde las hijas de Petit estaban vivas y ella las cuidaba como si fueran suyas.
Cuando regresó a su trabajo como maestra, cerca de un mes después de que el juicio terminó, algunas veces tenía flashbacks de una fotografía de las niñas Petit en su salón de clases de quinto año.
“Tan solo pensar lo que sintieron antes de que les prendieran fuego … Esto sucede periódicamente, veo esta imagen de las niñas siendo quemadas”, explicó. “Algo que veo parece disparar los recuerdos del juicio y de las fotografías”.
Cuando se trata de un caso trágico y con un juicio largo, es importante buscar ayuda, dijo Kaslow.
“Creo que los miembros de un jurado necesitan estar muy conscientes de que cuando estás en un caso como éste, probablemente necesites ayuda. Esto traerá cosas diferentes a personas diferentes, dependiendo de tu vida”, dijo.
Cuando terminó el juicio Hayes, los jurados tuvieron una reunión informativa con los consejeros. Algunos buscaron terapia posteriormente, y algunos como Calzetta y Keim siguieron siendo amigos.
Calzetta mantiene una fotografía en su escritorio de Hawke-Petit y sus dos hijas, Hayley de 17 años y Michaela de 11. No ha podido visitar sus tumbas en el cementerio, pero planea ir este verano con unas flores.
“ Es como abrir una herida . Tu espíritu va a ese lugar donde estuviste antes”, dice. “Hay mucho dolor ahí”.