Descubren claves de una enfermedad que envejece a los niños
Su nombre era Meg. Tenía 23 años. Era peso pluma y muy animosa.
Con 90 centímetros de altura, Meg no se parecía a sus compañeros. Calva y delgada, su cuerpo estaba envejeciendo rápidamente porque padecía una rara enfermedad genética llamada síndrome de progeria Hutchinson-Gilford, que muchos asocian con la historia de Benjamin Button .
Las personas con progeria se arrugan y desarrollan los mismos problemas de circulación y articulaciones que los adultos mayores; excepto que la mayoría de ellos muere antes de los 13 años.
La progeria afecta a entre 200 y 250 niños en total en el mundo, pero una investigación sobre la enfermedad podría ofrecer pistas sobre la función celular y cómo afecta el envejecimiento humano y otras enfermedades relacionadas con la edad.
Esta semana, un estudio sobre un posible tratamiento fue publicado en Science Translational Medicine . El doctor Francis Collins, director de los Institutos Nacionales de Salud estadounidenses, es uno de los autores.
Hace unos 30 años, Collins, entonces un joven médico de la Universidad de Yale, conoció a Meg.
“Me convenció de tratar de entender por qué el cuerpo de alguien se acaba por los estragos de la edad”, dice. “No podías estar involucrado sin quedar maravillado y con ganas de hacer algo para entender la situación”.
A pesar de su pronóstico delicado y de su apariencia, Meg no se escondía de la vista del público. Al contrario: se convirtió en una firme defensora de las personas con discapacidad.
Mucho antes de que la gente en todo el mundo se acostumbrara a hacerlo, “logró que esa ciudad fuera amigable con los discapacitados”, dijo Collins.
Meg Casey murió en 1985, pero nunca se borró de la memoria del doctor.
El papel de Collins como genetista es decodificar los enigmas más complejos de la vida humana. Él es mejor conocido como el líder del Proyecto del Genoma Humano que mapeó y secuenció el ADN humano.
La causa: una letra en el genoma
El misterio de la progeria sigue siendo uno de sus intereses. Collins y otras siete personas son autores de un estudio que encontró que un fármaco inmunodepresor, llamado rapamicina, podría tratar la progeria.
No existen medicamentos aprobados o tratamientos para retardar el desarrollo de la enfermedad.
Los niños con esta rara condición genética pierden su cabello cuando son bebés, al mismo tiempo que aprenden a hablar. Sus mentes se desarrollan de forma normal, pero sus cuerpos envejecen rápidamente.
Cuando son pequeños, su piel comienza a arrugarse y a colgarse. La mayoría de ellos muere de causas relacionadas, como enfermedades cardiacas o un derrame cerebral, mientras se encuentran en la escuela primaria.
La causa: una sola letra en el genoma de un paciente con progeria está fuera de lugar. Este defecto genético hace que el niño acumule cantidades excesivas de una proteína tóxica llamada progerina y las células no pueden deshacerse de ella.
“Las células tienen una forma normal de eliminación de subproductos”, dice el doctor Dimitri Krainc, un autor del estudio. “Acumulas basura y no puedes eliminarla. Eso es lo que ocurre en las células. Mientras trabajan, empiezan a acumular los subproductos. Tiene que haber un sistema que elimine los subproductos".
La progerina se ve en pequeñas cantidades en las células de personas sanas a medida que comienzan a crecer. La diferencia es que las células sanas pueden deshacerse de las moléculas dañadas y de las proteínas innecesarias.
Los investigadores decidieron probar la rapamicina en células de pacientes con progeria, porque la investigación sugiere su eficacia en la ampliación de la vida de los ratones . La rapamicina es un fármaco inmunosupresor suministrado a receptores de trasplantes para evitar el rechazo del órgano.
Krainc, profesor asociado de medicina en la Universidad de Harvard, dice que las células de pacientes con progeria lucían “muy enfermas”.
“Cuando son tratadas con rapamicina, se ven normales”, explica. El medicamento pareció activar un sistema celular que elimina los residuos.
“La rapamicina o medicamentos similares de la misma clase son capaces de acelerar ese sistema de limpieza”, precisa Collins.
Pero el medicamento tiene riesgos importantes, ya que eleva los niveles de colesterol y suprime el sistema inmunológico, haciendo a los pacientes más vulnerables ante las infecciones. La rapamicina fue derivada de bacterias encontradas en el suelo de la Isla de Pascua en la década de 1960.
Los resultados del estudio de la progeria desataron el debate acerca de un posible ensayo clínico en humanos.
“No puedo decir lo que el fármaco va a hacer antes de la prueba clínica”, indica Krainc. “Estamos muy esperanzados, porque el efecto dramático (en las células) fue replicado”.
La acumulación de proteínas en las células se observa en otras enfermedades, como el Alzheimer y el Parkinson. Los pacientes con Alzheimer tienen marañas de proteína tau y placas de beta amiloide en sus cerebros. Los pacientes de Parkinson tienen una acumulación de una proteína llamada alfa-sinucleína.
Algunos científicos sostienen la hipótesis de que la incapacidad de las células para eliminar las proteínas innecesarias a medida que los seres humanos envejecen es lo que podría conducir a enfermedades graves.
“Ésta es una vía de importancia fundamental por la cual las células mantienen su propia salud”, dijo Collins. “Sin embargo, a medida que envejecemos, no lo hacemos tan bien y la acumulación comienza a suceder”.
La Progeria Research Foundation , una organización no lucrativa que apoya a las familias afectadas y promueve la investigación científica acerca de la enfermedad, proporcionó tejidos y muestras de células para el estudio.
La Dra. Leslie Gordon, directora médica de la fundación y madre de un niño con progeria, dijo que los científicos están considerando el uso de RAD001, una versión modificada de rapamicina que tiene menos efectos secundarios, en un potencial estudio humano.
“Nada está programado”, dijo. “Estas cosas requieren un escrutinio consultivo y federal”.
Durante años, la investigación de la progeria languideció como otra enfermedad huérfana. Las enfermedades raras luchan por atraer la atención y los dólares de la investigación, ya que afectan a muy pocas personas.
El desarrollo de medicamentos favorece a las enfermedades comunes (como la diabetes) que podrían conducir a fármacos más populares. Esto deja a los pacientes con enfermedades huérfanas y a sus familias con poco apoyo y opciones médicas.
“Lo primero que descubrimos después de que mi hijo fue diagnosticado es que no existía nada para ayudar a los investigadores a hacer la investigación: ni células o tejidos, ningún banco de información clínica, ni acercamiento a las familias”, dijo Gordon. “No había nada con qué trabajar”.
La fundación estableció un banco de células y tejidos, y comenzó los esfuerzos por identificar a más pacientes con progeria. Está involucrada en un ensayo clínico que incluyó un coctel de tres medicamentos para el tratamiento de la progeria.
No es fácil tratar de llamar la atención y los recursos para una enfermedad rara, afirmó Gordon.
Los pacientes con progeria son entusiastas, precoces y salen a la vida, aseguró Collins.
“Están enfrentando lo que la mayoría de nosotros veríamos como una situación realmente desalentadora, diciendo: 'No, maldita sea. Voy a sacar el máximo provecho de ella. Si tengo menos tiempo para estar aquí, no voy a gastarlo sintiendo lástima por mí mismo'”.