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San Francisco aprueba ley de radiación de celular, pero ¿hay riesgos?

Una nueva ordenanza obligará a los minoristas a informar sobre los riesgos de la radiación celular, pero los riesgos no son seguros
vie 29 julio 2011 01:37 PM
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Nota del editor: Amy Gahran escribe sobre tecnología móvil en CNN.com. Es consultora de medios cuyo blog, Contentious.com , explora cómo la gente se comunica en la era digital.

El martes, la Junta de Supervisores de San Francisco aprobó una nueva ordenanza que ordena a los minoristas de teléfonos celulares mostrar y distribuir una hoja informativa que explique las emisiones de radiofrecuencia de los teléfonos celulares y cómo los consumidores pueden reducir su exposición.

Esta ordenanza emmienda la controversial Acta de Derecho a Saber sobre los Teléfonos Celulares , una ley similar de la ciudad, aprobada el año pasado, que requería a los minoristas de celulares publicar y distribuir la información de radiación por cada marca y modelo de celular que venden. Eso habría sido un reto importante para los minoristas, debido a la gran cantidad de tipos de teléfonos que cualquier tienda vende y a la rapidez con que ese inventario cambia.

La aplicación de la ley original fue echada por tierra después de que la Asociación de Celular Telecomunicaciones e Internet de Estados Unidos (CTIA, por sus siglas en inglés, el brazo de cabildeo de la industria inalámbrica) demandara a la ciudad. Hasta el momento se desconoce cuando entrará en vigor la nueva ley.

El riesgo de la radiación del teléfono celular sobre la salud es un tema candente para muchas personas, y esta controversia definitivamente no está relacionada únicamente con la ciencia. De hecho, está probablemente más relacionada con la percepción del riesgo, más que con el nivel o la naturaleza del riesgo.

¿Qué dice la ciencia? La preocupación resurgió en mayo, cuando la Organización Mundial de la Salud clasificó los campos electromagnéticos producidos por los teléfonos móviles como “posiblemente cancerígenos en seres humanos”. En dicho anuncio, la OMS declaró:

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“Un gran número de estudios han sido realizados en las últimas dos décadas, para evaluar si los teléfonos móviles suponen un riesgo potencial para la salud. Hasta la fecha, no se han establecido efectos adversos para la salud causados por el uso del teléfono móvil (...) Aunque un aumento del riesgo de tumores cerebrales no está establecido, el creciente uso de los teléfonos móviles y la falta de datos sobre el uso del teléfono móvil durante períodos de tiempo más largos de 15 años merecen investigación adicional acerca del uso de estos dispositivos y el riesgo de cáncer cerebral (...) La OMS llevará a cabo una evaluación formal de riesgo a partir de todos los resultados de salud estudiados acerca de la exposición a campos de radio frecuencia para el año 2012”.

La falta de pruebas contundentes

David Ropeik, un experto en la comprensión y la comunicación del riesgo y autor del libro How Risky Is It, Really? (¿Qué tan riesgoso es, realmente?) cree que aunque el hecho de que San Francisco requiera una hoja informativa acerca de los celulares, probablemente no va a afectar a nadie, y es poco probable que ayude al público a comprender este tema.

El problema, señala, es que los temores del público acerca de la radiación de los teléfonos celulares no parecen estar respaldados por la preponderancia de la investigación científica.

La gente debe poner el anuncio de la OMS en contexto, dice. “Por definición, a esa organización se le requiere ser extra precavida si existe alguna posible pista de que algo puede ser cancerígeno. Su procedimiento estándar es que si hay alguna evidencia creíble, incluso en tan sólo unos pocos estudios, van a poner alguna cosa en su lista de 'posible carcinógeno'. Lo que significa únicamente, en función de la calificación que le dan: 'Vamos a seguir observando'. Eso es lo más alto que ha llegado esta evaluación de riesgo hasta ahora”.

El nuevo requisito de San Francisco probablemente no va afectar nada directamente, dice Ropeik. Pero sí proporciona una autorización tácita de los temores a la radiación del celular por parte de una autoridad reconocida, una señal social importante.

“Alimenta una capacidad de respuesta a los temores públicos que, a la larga, nos puede provocar más miedo acerca de nuestro mundo de lo que realmente está comprobado. Esto nos afecta tanto en las decisiones que tomamos y como en el estrés que sentimos. Autorizar miedos que no están bien fundamentados en la evidencia contribuye a nuestro sentido de que vivimos en un mundo inquietante”.

Esto no quiere decir que las personas que expresen preocupaciones acerca de la radiación de los teléfonos celulares estén equivocadas. Ropeik anima a la gente con estas preocupaciones a aprender más acerca de cómo la ciencia evalúa los riesgos de salud .

“No necesariamente tienes que leer una gran cantidad de artículos y revistas científicas”, dijo. Puedes utilizar la cobertura de noticias como una guía; pero probablemente no los titulares. Busca artículos con citas directas de científicos u organizaciones científicas. La primera clave está en el lenguaje que utilizan cuando hablan de riesgo. Si oyes palabras como "posible", "se necesita más investigación", "indicios", "pistas", "tal vez", e "incertidumbre"; o si no hay recomendaciones claras para que la gente haga algo, es probable que haya una necesidad menor de que la persona promedio tome medidas”.

Los científicos a menudo usan palabras evasivas, porque saben que no es aconsejable apostar demasiado a los resultados de un estudio único, o en los resultados mixtos de un grupo de estudios relacionados. Pero Ropeik señala que ha habido casos en que los científicos han emitido una advertencia pública clara y temprana, cuando era algo seguro; como los riesgos de cáncer asociados con la terapia de reemplazo hormonal .

Sólo debes tener cuidado de no poner demasiada fe en las terribles advertencias emitidas por un solo científico (o un equipo de científicos) acerca de un único estudio. Este fue el caso en la ampliamente difundida, pero ahora desacreditada, investigación del Dr. Andrew Wakefield que conectaba las vacunas con el autismo. Esto llevó a muchos padres de todo el mundo a dejar de vacunar a sus hijos, algo que ha perjudicado la salud pública de forma demostrable, como escribe el periodista Seth Mnookin en su libro The panic virus (El virus del pánico).

“La gente se merece el crédito de ser razonablemente inteligente acerca de cómo evalúa y responde al riesgo”, dice Ropeik. “Claro que a veces cometemos errores, pero esta vez la mayoría de las respuestas de la gente a este riesgo es proporcional a la advertencia. La advertencia fue débil. La mayoría de la gente no ha dejado de usar sus teléfonos celulares. No están poniendo una lámina entre ellos y sus teléfonos. E incluso la cobertura de los medios de comunicación incluye un montón de titulares acerca del potencial de riesgo. El comportamiento te indica mucho acerca de cómo la gente realmente toma en cuenta el riesgo en sus vidas”.

Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente de Amy Gahran.

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