El arte de hacer un ojo
La mayoría de los artesanos disfrutan la gloria cuando otros admiran y disfrutan de su arte, pero un elogio es la última cosa que Christie Erickson quiere.
"No quiero que la gente en general sepa que lo que hago es falso", dice Erickson. "Es mejor si no lo nota en absoluto".
Erickson es una ocularista, técnica entrenada en fabricar ojos prostéticos. Mientras que algunos lo llaman una habilidad, dice Erickson que recrear la "personalidad", "emoción" y "chispa" transmitido por el ojo de una persona es un arte.
"Cada ojo cuenta una historia y refleja mucho", explica Erickson.
Erickson y su hijo Todd Cranmore son dos de los seis ocularistas en el estado de Washington y uno de los pocos cientos en el país. Debido a que ninguna escuela enseña ocularistry, la gente que quiere entrar en la profesión debe pasar 10,000 horas, o cinco años, de aprendizaje para obtener la certificación.
La carrera combina los campos del arte y la ciencia —ya que solo con una parte creativa y el conocimiento anatómico se puede duplicar el órgano que da el don de la vista.
Es un error muy común pensar que los ojos de prótesis son hechos de cristal, en realidad son diseñados con materiales acrílicos y pintura. La única pieza que no es de acrílico es el hilo de seda colocado en la superficie del ojo para simular las venas.
Hoy en día, ningún miembro de la American Society of Ocularists, que incluye 200 ocularistas profesionales en Estados Unidos y Canadá, hace ojos de vidrio, de acuerdo con Christine Boehm, presidenta de educación de la sociedad. Explicó que los ojos de acrílico duran más, se ajustan más fácilmente y pueden coincidir mejor con el color del ojo original.
"No hay mucha gente que siga haciendo los ojos de vidrio", dice Boehm, quien ha sido un ocularista durante más de 25 años en Toronto.
El arte de fabricar ojos se remonta al siglo V antes de Cristo, cuando los romanos y los egipcios pintaban ojos de arcilla y los colocaban sobre las cuencas de los ojos. En el año 1500, los venecianos crearon los ojos de vidrio soplado que podían ser usados dentro de las cuencas, pero las esferas se sentían incómodas y algunas veces se quebraban.
Fue hasta la Segunda Guerra Mundial que los fabricantes de ojos pasaron del vidrio al acrílico, porque los estadounidenses no podían importar vidrio procedente de Alemania. Para su deleite, los ocularistas descubrieron que los ojos de acrílico no se rompían como los de vidrio y el material era más flexible para moldear. Durante varias décadas, los inventarios de ojos fueron producidos en masa, con un concepto de talla única.
Pero la producción ha evolucionado desde entonces en el arte hecho a mano de hoy, que junta a los fabricantes y a los pacientes para hacerlos acomodar perfectamente el ojo.
Erickson, quien ha creado ojos prostéticos durante 30 años, entró al negocio después de que su hijo Tim perdió su ojo en un accidente. Tim, quien tenía tres años en ese momento, estaba viendo a su padre arreglar un tractor, cuando una chispa voló hacia su ojo. Tim fue trasladado de urgencia al hospital para una cirugía de emergencia, pero el ojo quedó dañado sin posibilidad de recuperación.
Los Erickson decidieron comprar una prótesis de ojo para Tim antes de que entrara en el jardín de niños para que los compañeros no se burlaran de él por su ojo encogido y encallecido.
"Lo que queríamos, por supuesto, es que estuviera completo de nuevo y que nadie se diera cuenta", dice Erickson, añadiendo que ella hubiera cambiado de lugar con su hijo si hubiera podido.
"Estás viendo a tu hijo pasar por esto, darías cualquier cosa por ser tú en lugar de ellos", dice.
Después de sufrir por la perdida de la visión de Tim y de superar el dolor por verlo "completo" de nuevo, Erickson decidió que quería ayudar a otros a eliminar el sufrimiento que había sentido. Erickson aprendió entre la crianza de cuatro hijos y ocho años más tarde tuvo su licencia profesional de ocularista.
Todd, el hijo más joven de Erickson jugó con la idea de asistir a la escuela de medicina, pero finalmente decidió seguir el camino de su madre y convertirse en un ocularista. Los dos dirigen Erickson Labs Northwest en Kirkland, Washington, donde miles de pacientes han pasado por sus puertas.
Erickson, de 58 años, y Cranmore, de 36 años, hacen juntos los ojos de sus pacientes. Mientras Cranmore dice que tiene amigos que nunca trabajarían con sus madres, tanto Erickson y Cranmore dicen que aman a colaborar juntos en un proyecto que tarda entre 30 y 40 horas para completar.
"Es útil tener a alguien que entra y no ha estado mirando (un ojo) durante una hora y media, y diga, 'Oh, te estás mal con el color" o "Creo que necesitas comenzar de nuevo", que afortunadamente no ocurre a menudo", bromea Cranmore.
A pesar de ser un campo muy especializado, no está en peligro de perder profesionales. Al igual que el negocio de Erickson y Cranmore, el arte tiende a ser transmitido dentro de las familias. Los miembros de la American Society of Ocularists en su mayoría son ocularistas de segunda, tercera y cuarta generación.
La mayoría de los pacientes buscan una prótesis de ojo —que cuesta alrededor de 3,000 dólares— después de un accidente o una enfermedad como el cáncer o la diabetes. Erickson dice que hoy en día más personas pierden sus ojos por enfermedad que por las lesiones, pero que ha visto accidentes con cuerdas de bungee, pelotas de golf y las piedras volando de las podadoras.
"Todavía hay el típico 'cuento' de las lesiones con pistolas de aire comprimido ", añade.
Menos del 1% de la población requiere de una prótesis ocular, de acuerdo con Boehm, quien dice que a menudo ve a la gente en público que podrían beneficiarse de una.
"Creo que hay un montón de gente allá fuera que no se dan cuenta de que sería un buen candidato para una prótesis ocular, y no se dan cuenta de que eso es algo que pueden conseguir", dice.
Marysville, Washington, residente JD Blackwell, quien perdió un ojo en un accidente de esquí hace 16 años, recientemente recibió una prótesis de ojo de Erickson. Comparó su nuevo ojo azul con lentes de contacto.
"Cuando los tienes por primera vez, estás muy consciente de ellos, pero después de un tiempo, ya no nos damos cuenta", dice Blackwell.
En los últimos meses, Blackwell ha usado el ojo, él ha notado una diferencia en la forma en que la gente le responde. Señaló una interacción con una empleada a la salida de un Costco.
"Unos 3 metros antes de llegar a ella, ella abrió la boca y dijo, 'Dios mío, tienes los ojos azules más hermosos'", relata mientras se ríe.
Erickson quisiera que nadie necesitara de su talento, pero dice que es un honor cuando los pacientes la dejen entrar en sus vidas para ayudar al proceso de curación.
"Es una cosa asombrosa poder ser parte de la vida de alguien y de la transformación de la tragedia, del dolor (…) y nosotros poder sanar, orar y amarlos a través de eso", dice Erickson. "Y también (darle) un ojo muy atractivo".