Entrena a tu cerebro para desear alimentos saludables y evitar las grasas
Al mirar atrás, Wendy Fox piensa que el chocolate le arruinó la vida.
Los chocolates regularmente estaban en un tazón de cristal en la mesa de la sala, cada vez que pasaba por ahí la atraían, parecía que le llamaban para que tomara unos pocos y se los comiera . Así lo hizo, pero no solo con los que tenía en su casa, sino con cualquier chocolate con el que se cruzara, ya fuera un brownie en su restaurante favorito o una bebida de moca en una cafetería.
El antojo de Fox (y tres embarazos) le ayudaron a ganar 18 kilogramos cuando tenía 30 años.
"No fue lindo", dice Fox, de 41 años, una agente inmobiliaria de Weston, Massachusetts.
Infeliz con su figura cada vez más grande, pasó de talla cuatro a talla 10. Lo que más le sorprendió fue cuando vio como su madre, quien también ama los dulces, perdió 14 kilogramos. Su madre asistió a un programa con la nutrióloga Susan Roberts en la Universidad Tufts para detener sus deseos y le sugirió a Fox hacer lo mismo.
"En mi primer encuentro con Susan, le dije: 'Tienes todo un reto'", recuerda Fox con una sonrisa.
Roberts, autora de The Instinct Diet, le explicó que existe una razón biológica por la cual la mayoría de nosotros sentimos antojo por el helado y no por el brócoli, pero podemos hacer que nuestros instintos lo olviden.
Funcionó. Después de 14 meses, ahora a Fox se le antojan las ensaladas en lugar de los chocolates, perdió 16 kilogramos y regresó a la talla 4.
El instinto del cavernícola
"En la mayor parte de la historia de la humanidad, las personas no tienen suficiente para comer, así que la grasa es algo que realmente se necesita buscar", dice Marcia Pelchat, una psicóloga en alimentos del Monell Chemical Senses Center en Filadelfia.
Para evitar morir de hambre, el cerebro se programa para recoger las señales de los alimentos ricos en calorías que están cerca, lo que ayuda a explicar por qué un pedazo de pastel en un plato frente a ti es tan irresistible, o por qué el ver un letrero de una tienda de donas te atrae, incluso cuando sabes que tienes que vigilar tu dieta.
"Es similar a un drogadicto que pasó por rehabilitación, que cuando se topa con la posibilidad de volver a consumir droga, de repente piensa volver", dice Pelchat.
Sin embargo, ella añade, que a pesar de que nacemos con ciertos deseos, también existe evidencia de que comenzamos a desear cualquier cosa que comemos en grandes cantidades. Ella descubrió esto cuando puso a los sujetos de un estudio a tomar una bebida de vainilla baja en grasas saturadas. Después de tomarla todos los días durante dos semanas, cerca de un tercio de los sujetos informaron tener antojo por la bebida, aunque ella dice que "era terrosa y no muy sabrosa".
En una investigación en Japón también se mostró que los antojos tienen la influencia de nuestro entorno . En un estudio de la Universidad Tohoku se encontró que a muchas mujeres japonesas se les antoja el sushi. "Estos hallazgos sugieren que el deseo de algún tipo de alimento tiene la influencia de la tradición de los alimentos y de la cultura", concluyeron los autores.
¡El chocolate me produce náuseas!
Al principio fue difícil, pero a Fox, anteriormente una adicta al chocolate, ahora difícilmente se le antoja uno.
"No lo podía creer, pero anoche en una cena en la casa de un amigo, cuando sirvieron el postre, pensé: 'No puedo esperar regresar a la casa y comerme un tazón de cereal alto en fibra'".
Ahora su mayor antojo es una ensalada.
"Para cenar preparo una cada noche, con lechuga y pepinos picados. No uso aderezos, tan solo un poco de aceite de oliva, sal y pimienta, porque se me antoja un sabor natural", dice. "Esta es una gran diferencia para mí".
Fox dice que de vez en cuando tiene un pequeño antojo de chocolate. Pero cuando se lo come, la hace sentir mal.
"Puedo sentir el sabor de la mantequilla en la primera mordida. Me provoca nauseas, lo que es extraño, porque soy una amante del chocolate", dice. "Creo que en buena medida es psicológico. Trabajé tanto para estar en donde estoy, que no quiero regresar al lugar donde me encontraba. ¡Un brownie no me va a derrotar!".
Judith Beck, psicóloga y presidente del Instituto Beck para Terapia del Comportamiento Cognitivo en Pennsylvania, dice que notó el mismo fenómeno cuando sus pacientes abandonan los alimentos que les solían gustar.
"A ellos no les gusta la sensación de los alimentos grasosos en sus bocas, y algunas veces los alimentos altos en azúcar comienzan a tener un sabor demasiado dulce", dice.
Aprender a desear la ensalada
A continuación tres pasos para cambiar tus antojos de comidas ricas en grasas por alimentos saludables.
1. Limpia tus tazones
Fox eliminó los rastros de chocolate de su casa. Reemplazó los chocolates en el tazón con canicas, y si compra chocolates para una ocasión especial, se deshace de ellos inmediatamente.
"Hice una fiesta para mis hijos y preparamos sundaes de helado. En cuanto terminó la fiesta, le regalé las sobras del jarabe de chocolate a mis vecinos", dice.
2. Lleva alimentos saludables
Fox carga manzanas en su bolso y mantiene una caja de cereal alto en fibra en su automóvil para poder comer algo cada vez que se le antoja un chocolate.
3. Coloca a los alimentos que se antojan en medio de la comida
Durante las primeras dos semanas, Roberts le dice a la gente que está a dieta que evite comer completamente los alimentos poco saludables que se les antoja, con la esperanza de que les ayude a olvidar el antojo. Después de dos semanas, ella les dice que pueden tener 100 calorías de ese alimento en medio de la comida.
"Lo llamo la técnica del sándwich", dice. "Si comes chocolates al comenzar la comida, cuando realmente tienes hambre, tu cerebro asociará al chocolate con la sensación de saciedad y de felicidad. Si lo tomas al final de la comida, tu cerebro lo recordará como la última cosa deliciosa que probaste".