Madre e hija luchan para vencer un enemigo común: el cáncer
Tanto Kezia Fitzgerald como su hija Saoirse, de 15 meses, son rubias con ojos de color azul brillante. Las dos sonríen fácilmente y comparten su amor por los melocotones.
Madre e hija tienen más en común de lo que a Kezia le gustaría. Cinco meses después de que recibió su diagnóstico de cáncer, también Saoirse fue diagnosticada. Ambos cánceres, de distintos tipos, se extendieron por sus cuerpos.
"Es frustrante. No es justo. (Pero) no hay nada que puedas hacer para cambiarlo. Lo único que puedes hacer es recibir tratamiento y sanar”, dice Kezia, de 28 años.
No es la primera vez que el cáncer golpea a dos miembros de una familia simultáneamente. Padres e hijos han soportado diagnósticos de cáncer de próstata, y madres e hijas han peleado con cáncer de mama al mismo tiempo.
Pero pocas veces una mamá joven y su hija de un año comparten la experiencia de perder el cabello y asistir juntas a quimioterapia .
La diferencia está en que Fitzgerald lo recordará todo, y su hija no recordará nada.
Una joven madre se entera de su cáncer
Durante su embarazo en 2010, Fitzgerald notó hinchazón en los ganglios linfáticos en su cuello . Dice que no le dolía; sólo hacía que su cuello se viera disparejo.
En junio de ese año, ella y su esposo, Mike, se convirtieron en padres por primera vez de la saludable Saoirse, de 3.175 kilogramos.
Pocos meses después de que dio a luz, la hinchazón en el lado derecho de su cuello continuó.
En enero, sus médicos determinaron la causa: etapa tres del linfoma de Hodgkin . El cáncer se mide en cuatro etapas que indican la expansión progresiva del tumor.
El linfoma de Hodgkin es cáncer en los ganglios linfáticos, que son parte del sistema inmunológico y más del 90% de los pacientes en las primeras etapas de la enfermedad sobreviven por lo menos 10 años.
El tumor se extendió al pecho, cuello y abdomen de Fitzgerald mientras Saoirse gateaba por la casa, cargando su gorila morado de peluche. Esto también significaba que no le podía dar pecho a su hija debido a la quimioterapia y a los estudios PET, los cuales utilizan radiación.
Saoirse había ya aprendido a acariciar al perro de la familia, Fallon, comía brócoli y zanahorias y demandaba la atención materna.
La mamá de tiempo completo estaba más preocupada por su bebé, entonces de 6 meses. ¿Cómo podría cuidar de ella durante los tratamientos para el cáncer?
Durante sus quimioterapias mensuales, Fitzgerald lidió con las náuseas y con la fatiga. Su tratamiento iba bien, y los efectos secundarios eran leves, así que pensó que lo peor había pasado.
El cáncer de Saoirse
Una mañana de abril, ella y su esposo notaron que Saoirse no estaba paseando como normalmente lo hacía. Les sorprendió más que tenía moretones en ambos ojos.
“Parecía como si se hubiera peleado”, dice Fitzgerald. “Cuando despertó, sus ojos estaban hinchados; sus párpados eran negros, azules y amarillos, como si se hubiera golpeado en ambos ojos”.
Saoirse también estaba de mal humor y vomitaba, tenía hinchados ambos oídos y un bulto del tamaño de un huevo en su sien derecha.
“Parecía como si su cabeza fuera a explotar”, dice su padre.
Saoirse hizo muecas y se tocó su oreja derecha, sus ojos y la parte trasera de la cabeza; su estómago entre sus manos y gimió de dolor. Era claro que intentaba decirles algo.
Inmediatamente la llevaron a la sala de emergencias. Durante tres semanas, los pediatras y los neurocirujanos se centraron en su cabeza, realizando tomografías.
“Yo pasaba por mi propio tratamiento y ella no se sentía bien, así que quería aferrarse más a mí”, dice Fitzgerald. “Yo tenía poca energía, así que ese mes fue el más difícil”.
Finalmente, los médicos encontraron un tumor en el abdomen de Saoirse. Se encontraba en la etapa cuatro de un cáncer maligno de nombre neuroblastoma.
El neuroblastoma es un tumor maligno que se desarrolla en los lactantes y en los niños cuando sus células nerviosas todavía no maduras se convierten en tumores en lugar de en células y fibras. El tumor normalmente inicia en las glándulas suprarrenales, las cuales se ubican por encima de los riñones y producen hormonas.
Es uno de los tipos más comunes de cáncer en los lactantes y en los niños, detrás de la leucemia y del cáncer cerebral. El de Saorise era enorme: se extendió por las glándulas suprarrenales, la médula ósea, los oídos y en todo su pequeño cuerpo.
“No se conoce que el cáncer de su mamá se relacione con el neuroblastoma”, dice la doctora Esther Obeng, una investigadora clínica de hematología y oncología pediátrica en el Dana-Farber/Children’s Hospital Cancer Center en Boston. Pero Obeng dice que ella recomendaría consultar a un especialista en genética después del tratamiento.
Saoirse necesitaba quimioterapia inmediatamente. Y Fitzgerald tenía que seguir con su tratamiento.
El cáncer no obstaculizó el desarrollo de Saoirse, dice su médico. Ella tenía mucha energía y llegó a sus etapas para caminar y comunicarse a tiempo.
La pequeña recibe quimioterapia tres o cuatro días al mes. La parte más difícil para sus padres es saber lo doloroso que son algunos de estos procedimientos y los efectos secundarios.
“Todas las noches cuando la bebé se va a dormir, salgo y lloro”, dice Mike. “Cuando estás solo, lo dejas salir todo. Siento mucho estrés y tristeza y dolor, porque quiero ayudarla”.
La familia con dos tipos de cáncer
Los padres de Saoirse hacen malabares con las citas en el hospital en sus iPhones y en el calendario en la sala.
“Son una familia fuerte”, dice Obeng, quien es la doctora de Saoirse. “Es mucho por lo que están atravesando”.
El esposo de Fitzgerald, quien trabaja en un concesionario de automóviles, intenta trabajar entre las citas de su esposa y de su hija con los hospitales.
Los amigos y los familiares visitan fundaciones para la lucha contra el cáncer y crearon un blog para hablar sobre sus problemas y sus triunfos sobre esta enfermedad.
Recientemente, Saoirse entró a la sala de operación. Los cirujanos extirparon sus dos glándulas suprarrenales debido al daño que les provocó el cáncer. Sin estas glándulas, ella deberá tomar un sustituto hormonal de esteroides por el resto de su vida, dice Obeng.
Saoirse también pasará por un transplante de células madre que usa sus propias células para rescatar su médula ósea.
Las células madre de Saoirse se obtuvieron de su sangre ; serán tratadas y purificadas antes de que se vuelvan a transplantar al cuerpo de la niña. Ellos esperan que esto le ayude para que pueda desarrollar una médula ósea saludable.
Saoirse todavía no se puede sentar. Podría estar durante semanas en recuperación en el hospital, pero sus médicos están contentos con el progreso, dice su padre.
Su familia recibió buenas noticias: el cáncer de Kezia está en remisión. Ellos tienen la esperanza de que Saoirse pronto siga los pasos de su mamá.