Cómo enfrentar el cáncer de mama en pareja
Un diagnóstico de cáncer de mama pone a prueba hasta la relación de pareja más sólida.
Tras un estudio dirigido por Marc Chamberlain, del programa neuro-oncológico de la Seattle Cancer Care Alliance, se llegó a la conclusión de que cuando una mujer es diagnosticada con una enfermedad grave, como el cáncer, es seis veces más propensa a que su pareja la deje.
Mientras que en el caso de enfermedades graves en el hombre, es poco probable que la mujer lo abandone y el divorcio es casi exclusivo en el caso de las pacientes mujeres.
El problema principal es que los dos actores de la relación enfrentan de forma diferente el reto.
Durante un situación así, la mujer pierde salud, autoestima, confianza y quizás, una parte de su cuerpo, y los hombres no siempre saben cómo encarar el evento.
Al estar los dos en diferentes canales, es más difícil entablar un diálogo y la convivencia se vuelve complicada: ella tiene que atender su salud, lo que la vuelve un poco hostil y distante, dice la sexóloga clínica y psicoterapeuta sexual, María Antonieta García Ramos.
“El rol que debe asumir la pareja es el de acompañante; lo que significa no sobreprotegerla, ni victimizarla, sino escuchar lo que ella necesita”, comenta.
Durante esta etapa es fundamental que el hombre asuma que las preocupaciones de su pareja han cambiado. Hay que tener paciencia, no perder la comunicación y ponerse, en la medida de lo posible, en “los zapatos del otro”.
¿Qué hacer para reactivar la vida erótica?
Primero, hay que vivir todos los duelos para volver a entrar en el placer. Este punto se aprende a manejar cuando ambos acuden a terapia.
El diálogo nunca se debe perder. Enfrentar el proceso tomando decisiones juntos es un gran paso para salir adelante más rápido; no hay lugar para secretos ni dudas.
Hay que aprender a “resignificar” el cuerpo, es decir, aceptar que el placer tiene que ver con el juego erótico y el vínculo amoroso, “más allá del busto y el derrière”. Por lo general, los senos se cosifican al verse como un símbolo sexual, y cuando se tienen que quitar, pareciera que se cierra la puerta de entrada en el placer.
Los hombres no deberían convertirse en “tiranos del encuentro sexual”.
No hay que exigir más de la cuenta; deben aceptar que ellas no están preparadas para la intimidad, lo que no significa un rechazo.
Más pronto de lo que se imaginan, las cosas volverán a la normalidad.