El problema de las parejas con distintos hábitos alimenticios
La comida une a las parejas. Gran parte de esa unión puede ocurrir frente a una olla de sopa, pero cuando una persona quiere fideos con pollo mientras la otra quiere verduras, eso puede convertirse en una guerra.
Las parejas esperan ciertas cosas de una relación: sexo, dinero y respeto, pero con un número cada vez mayor de restricciones dietéticas y gustos distintos la cocina se está volviendo una completa lucha territorial.
“La manera en que nos alimentamos a nosotros mismos y a los demás dice mucho acerca de cómo nos sentimos acerca de nosotros mismos y nuestros seres queridos”, dice la psicoterapeuta Karen Koenig, quien ha escrito cuatro libros sobre la alimentación y peso .
Dean Thompson, de 41 años, de Austin, Texas, y su novia, Amanda Abbott, de 39 años, conocen muy bien la naturaleza nada sencilla de la comida. Thompson es un vegano , Abbott no.
“La primera vez que invité a comer a Dean a casa de mi familia, y él simplemente puso ensalada en su plato, rechazando la mayor parte de la gran comida gourmet que mi padre había cocinado, recuerdo haber pensado que eso podría ser un problema”, dice Abbott.
Aunque ninguno de los dos dice que va a pasar de ser omnívoro a vegano o viceversa, Abbott admite que ahora cocina más verduras y come más sano .
Lindsey Rosenberg, de 27 años, y Daniel Weisinger, de 31 años, una pareja de novios que vive en Berkeley, California, dicen que también discuten sobre comida. Ambos son judíos y Weisinger mantiene su dieta kosher, evitándo el cerdo y los mariscos.
"Si alguna vez traigo tocino o mariscos a casa para mí es como si hubiese traído pescado podrido”, y explica que su novio reacciona abriendo todas las ventanas y prendiendo el extractor de olores de la cocina “es una reacción muy graciosa,” dice.
Para Abbott y Thompson, todo se redujo a hacer un compromiso. Cuando comenzaron a salir, Rosenberg se abstenía de cocinar carne de cerdo o mariscos, y cambió su estilo de ordenar en los restaurantes para que pudieran compartir los platillos.
Las relaciones, como la salsa, no son siempre homogéneas, y las parejas deben aprender a deshacer los grumos, dice Ramani Durvasula , un psicólogo clínico y profesor de Psicología. Estos son algunos de sus consejos:
Respeto: Sin importar la razón de la elección —religión, convicciones éticas, recomendaciones médicas— es fundamental que una persona no se burle o ridiculice de ninguna manera las elecciones de la pareja. Eso aplica en ambos sentidos: Si una persona es una vegana comprometida, puede que tenga que dejar a un lado su altanería para no hacer una acusación moral contra su pareja por no optar comer de esa manera. Busca maneras de expresar tus preferencias que no sean irrespetuosas.
Comunicar: Estas diferencias de elecciones sólo funcionan si existe una comunicación clara acerca de las compras de la despensa (quizás una persona no compraría carne para el otro), la planeación de comidas y las opciones de restaurantes.
Compromiso: Si la persona con más restricciones también es la que cocina más, entonces debe existir un arreglo para que uno no sienta que no hay más remedio que ser vegetariano o algo así. También puede requerir que ambas partes cocinen juntos.
Encuentren un punto medio: Cocinen juntos o sorprendan al otro al elegir un restaurante que se adapte a las preferencias de su pareja.
Sé un oportunista: Si el esposo es un vegetariano estricto y se le hace difícil ir a lugares donde los filetes son la recomendación principal en el menú, pero la esposa ama la carne, entonces un excelente momento para que la esposa coma su adorada carne es una noche de chicas o en el almuerzo.