Pueblos 'fantasma' y caballos salvajes en el desierto más viejo del mundo
Vasto e inhóspito, el desierto de Namibia, en el suroeste de África, es una tierra de fantasmas. A lo largo de un tramo de litoral conocido como Costa Esqueleto yacen restos de barcos que quedaron varados en la neblina matutina.
Aventúrate en el interior y encontrarás más escenarios espectrales: una de las ciudades más famosas de África , e incluso caballos fantasma.
Considerado el desierto más antiguo del mundo, el Namib ha estado seco por un estimado de 55 millones de años. Extendiéndose por cientos de kilómetros sobre la costa del Atlántico de Namibia, su terreno infamemente hostil ha hecho de este país uno con la población más dispersa de todo el mundo.
Sin embargo, en medio de este paisaje implacable está la evidencia de que alguna vez existió un asentamiento humano floreciente:Kolmanskpo, “la colina de Coleman” en afrikaans, fue una vez un pueblo de extracción de diamantes en auge , con un gran salón de baile, casino y boliche. Hoy en día es un asentamiento fantasma misterioso, cuyos edificios llenos de arena lentamente han sido reclamados por las dunas.
Bautizada en nombre de Johnny Coleman, un hombre que abandonó allí su carreta de bueyes durante una tormenta de arena, la zona fue el centro del descubrimiento de diamantes hace un siglo.
En 1908, un trabajador de ferrocarril africano llamado Zacharias Lewala estaba sacando arena con una pala de los rieles cuando golpeó con un diamante brillante. La demanda consiguiente trajo una ola de cazadores de fortuna europeos a la región que luego fueron parte de una colonia conocida como el África del Sudoeste Alemana.
Con su recién encontrada riqueza, los colonos establecieron un pueblo estilo alemán en medio de las dunas, con comodidades como un hospital con una máquina de rayos X, que en esa época era rara, y un tranvía.
“La vida era dura”, dijo Christo Biewenga, un guía de turistas, pero se hizo tolerable por el hecho “de que eran organizados".
Durante su apogeo en la década de 1920, la población de Kolmanskop consistía de aproximandamente 300 adultos europeos y 40 de sus hijos, apoyados por 800 trabajadores de la localidad.
Pero cuando nuevos depósitos de diamantes fueron descubiertos en condiciones menos extremas en el sur, los cazadores de fortunas se fueron. Cuando el hospital cerró sus puertas en 1956, los últimos pobladores que quedaban también se fueron poco después.
Hoy, como monumento a la historia distintiva del asentamiento, Kolmanskop es un destino turístico popular, aunque se necesita un permiso para entrar.
Esto se debe a que el sitio se encuentra dentro de la Sperrgebiet, “una zona prohibida” declarada por las autoridades alemanas durante el descubrimiento de los yacimientos de diamantes. Aunque el suroeste de África fue ocupado por Sudáfrica en 1915, y Namibia emergió como un estado independiente en 1990, la extracción de diamantes sigue siendo una preocupación lucrativa y la zona sigue bajo la reestricción del control de la Corporación de Diamantes Namdeb.
James Alexander es un geólogo para Namdeb, una empresa conjunta entre el gobierno de Namibia y la empresa de extracción de diamantes De Beers.
Los primeros mineros “tomaron los (diamantes) más fáciles, los que estaban hasta arriba (...) Brillaban en las dunas a la luz de la luna (...) Ahora los tenemos que hacer estallar del suelo porque el suelo tiene cemento en él. Así que es más difícil y caro, pero todavía hay mucho allí… Hay 400 millones (de quilates) asentados en algún lugar”, dijo.
Pero Kolmanskop no es el único fantasma del lugar. Precisamente como símbolo emblemático del área también está una población de resistentes caballos, conformada por 150 ejemplares salvajes, quienes se han adaptado para poder vivir sin agua por periodos largos, más que los caballos domésticos, sobreviviendo por generaciones en las franjas del desierto.
Los caballos no son nativos de Sudáfrica, y sus orígenes han sido por mucho tiempo un misterio. De acuerdo con Piet Swiegers, gerente de la casa de campo cercana Klein-Aus Vista, la teoría más probable es que sean descendientes de caballos militares alemanes y sudafricanos que fueron abandonados en el caos de la Primera Guerra Mundial.
“Había un punto de agua cerca”, dijo. “Esa es la razón por la que los caballos sobrevivieron todos estos años”. También se piensa que el acceso restringido de los humanos en la región ayudó a su supervivencia, evitando que fuesen capturados o cazados.
Por generaciones, los caballos existían en gran medida fuera de la vista de los habitantes locales. “Eran conocidos como caballos fantasma”, dijo Swiegers. “Casi no los vemos”.
Pero en décadas recientes su hábitat ha sido reclasificado como parte del Parque Nacional Namib-Naukluft, la reserva de caza más grande de África, poniéndolos en mayor contacto con los humanos.
Esto ha planteado la pregunta sobre si los humanos deben modificar el entorno de los caballos para mantener sus números en un nivel sustentable. Los expertos han establecido una política de intervención limitada, pero ofreciendo algo de apoyo, especialmente en momentos de dificultad, lo que ha ayudado a acercar a las personas a estos fantasmas del desierto.
“El comportamiento de los caballos cambió porque se acostumbraron a las personas”, dijo Swiegers. “No le temen a los hombres porque los hombres los alimentan en tiempos de sequía”.