Una nueva imagen de las tiendas de juguetes sexuales mejora su aceptación
Las sex shops son el nuevo ‘objeto del deseo’ de los diseñadores de interiores, quienes las desempolvan, les quitan oscuridad y clandestinidad.
Y de paso contribuyen a romper estereotipos y reconstruir las esperanzas de un público que necesita nuevas herramientas para vivir su sexualidad lúdica y plenamente.
El diseño interior es uno de los factores fundamentales para la competitividad de las empresas, pues otorga “criterios de identidad, comunicación e imagen corporativa”, dice el arquitecto español Manuel Torres Acemel, ganador del Premio Iplus en 2009 al Mejor Interiorista Comercial, por el proyecto para la sex shop Manresa, en Barcelona.
Asimismo, Eve’s Garden nació como un concepto sólo para mujeres. La fundó Dell Williams, defensora de los derechos femeninos, en 1974. Hoy es un espacio “confortable, elegante y educativo”, que propicia una atmósfera que contrarresta “el sentimiento de vergüenza y culpa cultivado por una sociedad que históricamente condena la sexualidad”, se lee en su sitio web.
En el caso de Fun Factory, Karim Rashid, uno de los más prolíficos diseñadores de este tiempo, logró imprimir su estilo en mobiliario, formas y color.
La seducción, un eterno reto
Manuel Torres cuenta que el diseño de la sex shop significó “un gran reto creativo; su meta fue crear “un ambiente cómodo, sereno y elegante”.
La mayor recompensa, expresa, fue que “nuestro cliente consiguiera un mayor número de ventas a través del diseño”.
Manuel Torres prefiere apostar por elementos “nobles y tradicionales”, y por texturas que “aportan los propios materiales naturales”, sin dejar a un lado cuestiones tecnológicas e innovadoras que “ofrecen infinidad de posibilidades para la configuración de nuevos productos y proyectos”.
Trastocando la tipología
“El cliente vino a mi estudio porque quería darle otro enfoque a su negocio”, cuenta Torres. Era un local lúgubre, en una calle poco transitada, fachada opaca, los productos mezclados, sin zonas de exposición, distribución no articulada e intentando pasar inadvertido. Su cliente decidió trasladar la tienda a un local mayor y en una de las calles más comerciales y de mayor tránsito peatonal.
Con el diseño de este proyecto, asegura el arquitecto “se ha roto el mito de lo chabacano”, al provocar perplejidad en los transeúntes, quienes son atraídos por la estética de la tienda.
¡El rosa vive!
Otro caso es la cadena Erótika, con franquicia en el Distrito Federal, inaugurada en 1996 y con 70 tiendas en toda la República Mexicana.
Las tiendas fueron pintadas completamente de rosa, con el logo de una carita de adolescente asiática y espejos contrastados que dan la sensación de mayor espacio en el local donde se exhiben máscaras, palas, esposas, arneses, columpios, camas y sillones inflables, vibradores tradicionales, multiorgásmicos, balitas y estimuladores de próstata.
Fue el artista plástico originario de Varsovia, Maurycy Gomulicki, quien en colaboración con Jorge Covarrubias y Salvador Quiroz, creó la imagen visual y arquitectónica de Erótika, comentó Adriana Muñoz Cano, responsable del área de Marketing de la franquicia.
Pink is not dead (el rosa no ha muerto) es una frase que identifica al creador polaco: "Quería revalorar el rosa, no quería tener nada de las referencias obvias", dice Gomulicki.
Uno de los objetivos del cambio de imagen, ocurrido en 2006, fue atraer a las mujeres; se trataba de que estuvieran cómodas al entrar "sin sentirse atacadas, sin los tabúes de las sex shop oscuras y subterráneas", se lee en el documento que narra la historia de la tienda. Así el logotipo que da la bievenida es el rostro una geisha, rosa, con la boca semiabierta.
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