Las mujeres, más que los hombres, ayudan a los demás en el trabajo
Nancy Bauer empezó a trabajar cuando los puestos se clasificaban por género. Con sus primeros dos empleadores, era la única mujer.
Hoy, a sus 60 años y como socia mayoritaria en la firma de relaciones públicas y mercadotecnia Fleishman-Hillard International Comunications, Bauer recuerda una carrera profesional llena de trabas para las mujeres . Ella dice que mucho de su éxito laboral se lo debe a algunas colegas que se detuvieron a escucharla y a discutir ideas. Fueron las mujeres las que ayudaron a Bauer a avanzar.
“Pensábamos: todas tenemos que ayudarnos mutuamente”, dice.
Ahora, ella devuelve ese favor. “Me inclino más a ayudar a las mujeres porque a mí me ayudaron”, dice. “Esa es mi naturaleza. Yo gano, tú ganas: todos ganamos”.
Pero la percepción generalizada sobre las mujeres en el mundo corporativo es lo opuesto.
Muchos ven a las mujeres alfa como personas que se aferrarán al poder a cualquier precio. Ven a ese tipo de mujeres que pasarán por encima de otras sin pensarlo dos veces; ese tipo de mujer que hace que cualquiera desee que su jefe sea un hombre.
Ilene H. Lang, presidenta y directora ejecutiva de Catalyst, una firma de Recursos Humanos, dice que el último reporte de investigación y consultoría de la empresa, publicado este martes, ayuda a disipar ese mito sobre las mujeres. Dice que la información disipa esa creencia sobre la figura de la abeja reina que lo decide todo.
El informe muestra que las mujeres (65%) tienen mayor probabilidad que los hombres (56%) de ayudar a otras personas a desarrollar su talento potencial, de ayudar a cultivar a las estrellas emergentes y ayudarlas a escalar peldaños de la escalera corporativa.
Y el 73% de las mujeres que ayudan a otros a desarrollarse están ayudando a mujeres, en comparación con un 30% de hombres que ayudan a las mujeres.
“No estoy diciendo que no existan abejas reina”, dice Lang. “A lo que me refiero es que la mayoría de las mujeres que tienen un puesto de liderazgo apoyan a otras mujeres”.
El informe muestra que muchas de las mujeres y los hombres que ayudan a otros son como Bauer y Lang. Ellos mismas se beneficiaron de la ayuda de un colega o jefe (59%).
Lang dice que tuvo tres grandes logros en su carrera gracias a mujeres que le ayudaron en el camino.
“En mi carrera, antes de saber que se les llamaba patrocinadores, las llamaba mis hadas madrinas. (Son) mujeres que me ayudaron al recomendarme para fantásticas oportunidades laborales, me apoyaron al siempre estar ahí y brindarme buenos consejos, compartieron conmigo información confidencial y me cuidaban la espalda”, dice Lang.
En 2008 Catalyst comenzó a seguir las carreras laborales de un grupo de 4,100 graduados de una maestría en Administración de Empresas. Aproximadamente el 30% eran mujeres.
Desde el primer día, Catalyst descubrió una brecha de género en cuanto a discrepancias en salarios, dice Christine Silva, directora de Investigación de la organización. La percepción que se tiene de las mujeres y la forma en las que las empresas las tratan también son barreras a sus habilidades para poder escalar puestos.
Que las mujeres no aspiran a alcanzar la cima es un mito. Otro: se toman tiempo para atender a sus hijos, y eso daña a sus carreras. Otro estereotipo que se encontró es que a las mujeres no les gusta ayudar a otras mujeres.
Todo eso causó que las mujeres llevaran esa carga y se les responsabilizara por quedarse atrás.
Lang dice que el último estudio que llevó a cabo Catalyst es sólo uno de una serie cuya meta es desbancar esas creencias populares sobre por qué las mujeres no avanzan en el ámbito laboral.
Ella cree que los empleados son forjados por sus líderes y por los valores de la compañía.
La idea de que las mujeres son más competitivas entre ellas mismas no tiene nada que ver con el género, y tiene todo que ver con la forma en la que los corporativos esperan que las personas se desenvuelvan, dice Lang.
“Eso es cultura”, dice.
Restarle importancia a la brecha de género no se debe al comportamiento de las mujeres. Tiene que ver con lo que hacen los líderes de la empresa.
Lang espera que las empresas revisen esta información y reflexionen sobre qué es necesario hacer para que todos puedan apoyar.
“Las decisiones deben estar basadas en hechos”, dice. “No se trata de arreglar a las mujeres, sino de reparar el ambiente de trabajo”.
“Una de las cosas que sabemos sobre los estereotipos es que permanecen por mucho, mucho tiempo, y mueren lentamente”, dice Lang.
Ella espera que la idea que se tiene de que las mujeres son las que impiden que las demás mujeres avancen se desvanezca pronto.
Claro que para Bauer eso solo se trata de un mito.
“Todo el mundo se enfoca en la malvada bruja”, dice. “Yo más bien creo que las mujeres retribuyen el favor de manera natural”.
No necesitan pensar en eso —dice—, simplemente lo hacen.