Mi deseo del Día del Padre: Hijos curiosos y arriesgados
Nota del editor: Michael Schulder es un productor ejecutivo en CNN.
(CNN)— Esto es lo que quiero para el Día del Padre: que mis hijos desarrollen pasión por la ciencia. Así que decidí engrasar las ruedas y llamé al mejor para obtener consejos.
Su nombre es Brian Greene, es profesor de Física y Matemáticas en la Universidad de Columbia en Estados Unidos. Está atrayendo a los niños a su Festival Mundial de Ciencias . Incluso escribió un libro para niños basado en la relatividad, llamado Icarus at th Edge of Time (Ícaro al borde del tiempo).
En el antiguo mito griego, Ícaro fue el niño cuyo padre le construyó un par de alas hechas de plumas de ave y cera. El padre le advirtió que no volara demasiado cerca del sol, pero Ícaro lo ignoró. La cera en sus alas se derritió e Ícaro murió.
En el libro de Greene, la reencarnación de Ícaro 'nació' en una nave espacial: el niño es parte de una comunidad de exploradores que realiza una búsqueda de 40.2 billones de kilómetros para encontrar vida en otro planeta. Ícaro tiene 14 años (lo que llama mi atención, porque es casi de la misma edad que mi hija mayor).
La duración del viaje en la nave espacial significa que Ícaro debe vivir su vida entera dentro de las fronteras de esa nave. “Pero”, escribe Brian Greene, el chico “tenía un deseo palpable de algo más allá de la vida que le había sido entregada”. Un día, el capitán de la nave, el padre de Ícaro, anuncia: “Estamos haciendo un desvío de emergencia en nuestro curso para evitar un agujero negro desconocido”.
Ícaro había construído su propia nave espacial, hizo los cálculos e ignorando la advertencia de su padre, se dispuso a abordar el agujero negro, para colocarse dentro “de un pequeño margen por arriba del punto en el que no hay regreso”.
Pero sus cálculos son ligeramente erróneos y viaja 10,000 años en el futuro. Es encontrado por una nueva generación, quienes le informan sobre la larga historia que se perdió, incluyendo el hecho de que el universo (gracias a una misión dirigida por su padre) se encuentra en una era de cooperación interestelar y paz duradera.
Cuando la esposa de Greene leyó la historia a su hijo, el niño lloró al pensar en la separación permanente. Mi propio hijo, después de escuchar la historia, quería que Green escribiera una secuela que pudiera traer de regreso a Ícaro para reunirse con su padre.
Yo no quería que mi hijo siguiera el mismo camino solitario y peligroso de Ícaro. ¿O sí?
El joven explorador
Greene dice que escribió el libro en parte porque sentía que el mito griego mandaba el mensaje equivocado: “Que si tienes un espíritu joven y valiente, pagarás por ello con tu vida (...) Mi experiencia como científico es que, para ampliar las fronteras del conocimiento, necesitas ir a donde la gente te dice que no vayas”.
Este es un enfoque de la vida que la psicóloga Carol Dweck califica como crítico en el desarrollo de un niño. Dweck es profesora de Psciología en la Universidad de Stanford en Estados Unidos. Y en algunas formas, Ícaro es su tipo de niño.
No es que Dweck anime a los niños a volar cerca de un agujero negro. Pero está impresionada con el Ícaro de Greene, ya que tomó un riesgo calculado, no uno imprudente. Y su objetivo valía la pena.
“Suena como si Ícaro ponderara los pros y los contras e hiciera una decisión informada. Estaba en búsqueda de conocimiento y satisfaciendo una curiosidad intelectual real”.
Mentalidad de crecimiento
Con sus 40 años de experiencia estudiando a niños, Dweck identificó un factor clave que hace que algunos niños sean más flexibles que otros; una característica que les permite “poder hacer frente a turbulencias, recuperarse cuando son derribados”. Dweck lo llama la mentalidad de crecimiento.
Con una mentalidad de crecimiento “la gente cree que sus habilidades básicas pueden ser mejoradas, desarrolladas a través de trabajo duro, asumiendo riesgos apropiados, experimentación y con una buena instrucción ", dice Dweck.
Por el contrario, con una mentalidad fija, “un niño tiende a ver la inteligencia como un rasgo que tienes o no. Eres inteligente o tonto. Eso es todo”.
Los niños que tienen esta mentalidad fija ven como “un gran riesgo tratar de hacer algo difícil porque podrían tropezarse y probarse a sí mismos que no son inteligentes”. Así que juegan a lo seguro. Demasiado seguro. No se retan a sí mismos, dice Dweck.
Cuando Dweck trabaja con niños, les enseña “cómo sus cerebros crean nuevas conexiones cada vez que salen de sus zonas de confort, cada vez que intentan cosas difíciles”.
Así que, Dweck pregunta, “¿cómo creamos condiciones para que los niños intenten cosas difíciles, que tomen riesgos apropiadamente y sean flexibles?”, su respuesta: “Con las mismas condiciones que crean una mentalidad de crecimiento”.
La mesa para comer
Dweck sugiere que encontremos maneras de comunicar a nuestros hijos que “valoramos hacer cosas difíciles, persistiendo, enfocándonos (sin que suene a sermón, por supuesto)…Incluso sentándonos alrededor de la mesa y preguntando, ‘¿quién tuvo una gran batalla hoy? ¿contra qué van a batallar mañana?’”.
Mientras más escuchas las ideas de Dweck sobre la mentalidad de crecimiento, más te das cuenta de cuánto tiene en común con el espíritu de la ciencia. Se trata de tomar el riesgo de explorar. De descubrir. Fallar. Levantarse cuando se cae y explorar un poco más.
Icarus at the Edge of Time fue interpretado el mes pasado por el actor de Star Trek, LeVar Burton, junto a una orquesta de 80 personas en un teatro de 3,000 personas en Nueva York lleno de profesores, padres y estudiantes. Una niña en el público, Sadie, preguntó después: ¿Ícaro va a estar bien?”.
Eso es lo que los padres quieren saber. ¿Nuestros hijos estarán bien cuando no estemos allí para protegerlos?
Ícaro de Brian Greene tomó un riesgo. No calculó bien. Sobrevivió. Y tenía mentalidad de crecimiento. Es curioso y flexible. Tengo que imaginar, que Ícaro estará bien.
¿Crees que fomentar la toma riesgos valientes en los niños es una buena idea? Comparte tu opinión en la sección de comentarios.