Académicos afirman que el fin del mundo es producto de la ignorancia
La euforia e incertidumbre provocadas por una supuesta profecía maya que vaticina el fin del mundo, el próximo 21 de diciembre, surgen de una excesiva credulidad, ignorancia, amarillismo y un desmedido afán de lucro, dijeron expertos consultados por Efe.
"Estas versiones apocalípticas se derivan de la ignorancia, pero en ocasiones también de un afán de lucro desmedido, sobre todo de aquellos que aprovechan para escribir libros, hacer películas u otras formas de expresión con un objetivo monetario", explicó el arqueólogo Eduardo Matos, responsable de las excavaciones en el Templo Mayor en la capital mexicana.
Por su parte, Alfredo López Austin, un historiador experto en religión mesoamericana y en pueblos indígenas de México, explicó que si a un dato curioso del calendario maya se le añade "amarillismo y mercantilismo de los medios masivos, un notable nivel de ingenuidad generalizada y muchas ganas de aceptar lo maravilloso, lo inexplicable y lo catastrófico, se forma un cóctel complejo".
Matos, uno de los más prestigiados arqueólogos mexicanos, explicó que el "pensamiento religioso siempre se ha nutrido de fábulas o mitos por medio de los cuales trata de explicar diversos fenómenos sin respuesta para el hombre".
Muchas personas han interpretado el cambio de una era que comenzó en el año 3.114 a.C. dentro de un ciclo del calendario maya significa una "profecía" sobre el fin del mundo ; sin embargo, esta idea es "completamente ajena y extraña al pensamiento maya antiguo", afirmó el arqueólogo.
Este mito, precisó, "solo se puede comprender en el marco de nuestra propia concepción occidental, de nuestros mismos temores y supersticiones, así como de ideologías eclécticas postmodernas con intereses de lucro comercial".
López Austin, por su parte, señaló que la mayoría de las personas admiran a los mayas como una civilización notable, pero "ignoran su historia y buena parte de su pensamiento".
Explicó que los mayas tuvieron una capacidad creativa maravillosa, con expresiones artísticas atractivas, aunque esta cultura es poco conocida por la generalidad de las personas.
"La admiración más el desconocimiento generalizados conducen fácilmente a la fantasía. Cuando algo se desconoce, es más fácil imaginar que ir a las fuentes de conocimiento", advirtió.
Añadió que en ese caso "se llenan con nebulosidades o asombro ante el misterio, y se construye un pueblo idealizado, inexistente, en el que puede depositar cualquier atributo".
El arqueólogo Matos recordó que en muchas religiones se plantea el génesis del mundo y de todo lo que nos rodea, pero también se pronostica el final de todo.
Agregó que las ideas religiosas del Apocalipsis están presentes en el pensamiento cristiano y dieron paso al milenarismo occidental que se manifiesta en muchos campos, en donde el tiempo se presenta de una manera lineal e irrepetible.
En otras culturas, como las mesoamericanas, se aprecia una visión cíclica, repetitiva del tiempo, debido principalmente a que se basa en la observación de la naturaleza y del movimiento de los astros, indicó.
Matos señaló que la ciencia ha avanzado mucho en dilucidar diversos aspectos del surgimiento del universo, de la vida, de la muerte y otros misterios más, pero siempre permanecen creencias sin sustento que las religiones , por lo general, mantienen.
A su vez, López Austin detalló que la idea de las profecías se debe al "exceso un exceso de ingenuidad".
Indicó que para quienes se rigen por ellas y no por el ejercicio del pensamiento crítico, "las fallas pueden ser sustituidas por las promesas de otras; simplemente las creencias viejas e inútiles se reemplazan por las novedosas y prometedoras".
Al comprobar que no se cumplió esta "profecía", los seguidores asegurarán que "no se alcanzó a entender plenamente la profecía", o señalarán que hay "otras explicaciones (tal vez muy esperanzadoras) o esperarán que se les sirva un nuevo plato".
Apuntó que los "medios masivos amarillistas no hacen más que aprovechar la situación para fomentarla y lucrar".
López Austin consideró que "es falso" pensar que en el siglo XXI el mundo vive en una era científica, y señaló que no se debe confundir la ciencia con la técnica.
"Vivimos épocas oscuras, supersticiosas y acríticas", puntualizó el historiador.