Navidad en Filipinas: una celebración de suntuosas luces, comida y fiesta
¿En qué parte del mundo encontrarías el mayor espíritu navideño? Es difícil asegurarlo, pero si se realizara una competencia mundial, Filipinas tendría grandes probabilidades de ganar.
La nación insular del sureste asiático tiene la temporada de mayor duración en el mundo y no escatima en el carácter festivo de la época con fastuosas decoraciones con luces, misas y festivales, que se celebran de septiembre a enero a lo largo del país.
Filipinas, una de las naciones más pobladas de Asia, es una nación abrumadoramente cristiana. Aproximadamente el 90 % de los filipinos son cristianos, de los cuales el 80 % son católicos, una influencia heredada de la época en la que el país fue colonia española, desde el siglo XVI y hasta finales del XIX.
Como resultado, mientras muchos países se concentran en el lado comercial de la Navidad, los filipinos asisten a varias misas, que se celebran a lo largo de la temporada navideña. La fe es parte esencial de las celebraciones.
Un evento filipino tradicional es Simbang Gabi, una serie de misas que se celebran a lo largo de nueve noches y que culmina en la víspera de Navidad. Se cree que si pides un deseo después de asistir a las nueve misas, se hará realidad.
Desde septiembre, cuando oscurece más temprano, no es inusual ver espectaculares series de decoraciones navideñas en los centros comerciales, parques y espacios públicos a lo largo del país.
Christian Ian V. Bordo, un estudiantes de la provincia de Laguna, en Filipinas, adora las bellas estrellas de luces creadas por el artesano Francisco Estanislao en 1928 y que originalmente se fabricaban con bambú y papel, y que se cuelgan por todas partes en las ciudades y aldeas.
“(Estas luces) son tan importantes para los filipinos como el árbol lo es para la cultura occidental ; sin ellas, la Navidad no estaría completa (...) La gente usaba faroles para iluminar su camino durante la tradicional Misa de Gallo, ya que en esa época no se contaba con electricidad en muchas áreas rurales”.
En la actualidad la mayoría de estos faroles se iluminan con luces electrónicas, pero su carácter sigue siendo el mismo: una luz que guía en la oscuridad a los fieles que quieren congregarse para orar.
Para Stephanie Masalta, los espectaculares faroles son una señal reconfortante de que la Navidad está en camino y son el afectuoso recordatorio de que su comunidad se une cada año para colgar las hermosas luces.
“Ni siquiera yo puedo evitar sonreír cada vez que paso por esa calle y cuando pienso en la devoción con la que los filipinos celebran la Navidad”, dijo Masalta, quien vive en San Pedro, en Laguna. “Esto sólo ocurre una vez al año, así que los habitantes combinan sus esfuerzos para ponerlas”.
El estudiante Martin Jarmin, de Los Baños, en Laguna, dice que las luces en los jardines de su ciudad regularmente deslumbran a los habitantes. “La iluminación en el parque durante la temporada Navideña se instala cada año y se ha vuelto una enorme atracción no solo para la gente de la zona, sino también para los visitantes”, dijo.
Las decoraciones también pueden inspirar un espíritu competitivo. La estudiante Miaflor Tatlonghari explicó que en algunos pueblos de la zona se organizan concursos en los que compiten las decoraciones navideñas más hermosas. El árbol que se colocó junto a su casa en la ciudad de Santa Rosa medía cerca de 10 metros de alto, y no es raro que haya árboles aún más altos.
Un festival de sabor
Martin Jarmin también mencionó otra tradición navideña apreciada por los filipinos: reunirse para hacer y disfrutar la comida creada específicamente para la temporada de Navidad.
Por ejemplo, en Noche Buena, las familias tradicionalmente se reúnen para organizar una gran comida. La celebración es bien conocida en España y Latinoamérica y se remonta al pasado colonial.
Además de la mencionada cena de Noche Buena, se preparan montones de deliciosos y a menudo inusuales platillos para el deleite de los filipinos. Entre ellos están el puto bumbong, un pegajoso arroz púrpura mezclado con mantequilla, azúcar y queso de bola que se cocina dentro de unos tubos de bambú.
Mae Anne Alejandrino, de Cabuyao, en la provincia de Laguna, adora las delicias navideñas que se venden en puestos junto a una enorme iluminación navideña, en donde se exhibe la variedad de la cocina filipina.
“En Navidad cocinamos nuestras propias parrilladas y hot dogs y compramos varios tipos de pasteles de arroz llamados bibingka”, dijo. “Los filipinos siempre decoramos las mesas con coloridas frutas y pasteles de arroz. También preparamos ensaladas de fruta o buko (una especie de coco tierno) para el postre”.
Ayudar a los necesitados
Sin embargo, en medio de las festividades, algunos iReporters creyeron que era importante recordarnos que hay personas que pasarán una Navidad más austera .
Las conmovedoras imágenes de la iReporter Janoah Ami Soriano mostraron el drama de los niños que se vieron obligados a dejar sus hogares después de una serie de tifones letales que ocasionaron graves inundaciones en algunas partes del país en agosto pasado.
Habiendo perdido la mayoría de sus pertenencias, muchas de las víctimas dependieron de las organizaciones católicas de beneficencia para que les inyectaran un poco de espíritu navideño.
“Vi que los padres estaban más entusiasmados que los niños por recibir regalos, el momento fue conmovedor”, dijo Soriano. “Ayudar a los demás, en especial a los verdaderamente necesitados, es una tradición de Navidad en Filipinas”. Su conmovedor iReport es un recordatorio, en Filipinas y más allá, de que muchos de quienes celebramos la Navidad tenemos mucho que agradecer en esta temporada de fiestas.