La radiación de Fukushima dañó más a las 'almas' que a los cuerpos
Hace dos años, un terremoto de 8.9 grados de magnitud generó un tsunami de proporciones históricas que provocó un fallo en la planta de energía nuclear Fukushima Daiichi, en la costa noreste de Japón.
La gente que vivía en las cercanías quedó expuesta a la radiación y el riesgo permanente de contraer ciertos tipos de cáncer se elevó ligeramente en la zona, pero todavía más costoso en términos de salud será el trauma, según el reporte acerca de los efectos sobre la salud del “gran terremoto y tsunami del este de Japón”, publicado este el 28 de febrero por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Una excepción notable son los jóvenes trabajadores de emergencia en la planta , quienes inhalaron altas dosis de yodo radiactivo, lo que probablemente elevará su riesgo de desarrollar cáncer de tiroides. Sin embargo, como la tiroides es relativamente resistente al cáncer, el riesgo general para estas personas se mantiene bajo, señaló el reporte.
Fuera de esto, cualquier incremento en las enfermedades en humanos después del colapso parcial de la planta a causa del tsunami de marzo de 2011 “probablemente se mantendrá por debajo de los niveles detectables”, señaló la OMS en el reporte.
Los niños expuestos, de las ciudades cercanas a la planta de energía Daiichi, tienen un riesgo ligeramente mayor de contraer leucemia y cáncer de mama o de tiroides a lo largo de su vida, en comparación con la población en general, señaló la OMS.
Según la Agencia Internacional para la Energía Nuclear (IAEA, por sus siglas en inglés), la planta de energía se deterioró hasta alcanzar el nivel 7 en la clasificación de desastres: el más peligroso de la escala . Fue el peor desastre después del colapso de la planta nuclear de Chernóbil en Ucrania, en 1986.
Sin embargo, el desarrollo gradual de la calamidad dio a las autoridades japonesas el tiempo necesario para evacuar a muchas potenciales víctimas y el tsunami causó tanta destrucción desde el primer momento, que las personas huyeron antes de que la planta colapsara.
Daños psicológicos graves
En el reporte de la OMS se ponen de relieve los efectos psicológicos del desastre: miedo, ansiedad y depresión , que podrían ocasionar enfermedades psicosomáticas y trastornos psiquiátricos.
Las emergencias por radiación pueden exacerbar estos males, ya que la radiación es invisible y a la gente le cuesta entender la magnitud de sus efectos , señaló la OMS.
La OMS señaló que la gente procedente de las regiones afectadas podría ser estigmatizada en países enteros, lo que dificultaría su vida si se mudan.
Los investigadores entrevistaron a una mujer de más de 80 años que vivía en la zona, quien no estaba preocupada por la exposición a la radiación. “Mi familia ha vivido íntimamente relacionada con esta tierra durante generaciones. Me sentiría maldita si perdiera las tierras que me heredaron mis antepasados”, les dijo.
El pueblo de Iitate, en la prefectura de Fukushima, que vez fue hogar de 6,000 personas, actualmente es un pueblo fantasma, ya que fue evacuado después del accidente nuclear que ocurrió a tan sólo 40 kilómetros de allí.
Exposición directa a la radiación
La radiación está presente en la naturaleza. Estamos expuestos a ella a través de ciertos minerales y del sol. Quienes vivían en las zonas más afectadas de la prefectura de Fukushima se expusieron a niveles de radiación de entre 12 y 25 miliseverts (mSv) durante el primer año posterior al desastre, reportó la OMS. El promedio anual de una persona común es de 3 mSv.
Eso es equivalente a una o dos tomografías computarizadas, lo cual incrementa mínimamente el riesgo de morir de cáncer, según el Colegio de Radiología de Estados Unidos.
La exposición anual a menos de 1,000 mSv por año no representa un riesgo significativo de contraer cáncer, de acuerdo con los expertos de Naciones Unidas. Fumar presenta mayor riesgo.
Señales perturbadoras
Aunque pueden ser menos inquietantes ahora, tras la catástrofe de Daiichi ha habido señales perturbadoras.
Los científicos encontraron varias mutaciones en mariposas de la prefectura de Fukushima y más allá.
En el sitio del reactor se vertió al mar yodo radiactivo, lo que elevó los niveles de concentración 1,250 veces, y en las estaciones de monitoreo en altamar también se detectaron altas concentraciones de cesio, un elemento radiactivo.
Más de un año después del desastre, en peces capturados en las costas cercanas a Fukushima se registró una concentración de cesio 250 veces más alta que la que el gobierno japonés aprueba para el consumo.
En pruebas aisladas hechas anteriormente se han revelado concentraciones de elementos radiactivos superiores a las normales en productos agrícolas procedentes de las zonas circundantes.
A pesar de que la OMS no considera que en la cadena de alimentos haya un riesgo significativo de radiactividad que eleve el riesgo de cáncer, ¿quién quiere ser el desafortunado que se coma el pescado equivocado?
El riesgo de cáncer se ha elevado ligeramente en una región muy pequeña, pero eso no representa un alivio para las pocas personas que podrían contraer cáncer después de haberse expuesto a la radiación cerca de la planta Daiichi, como las niñas o los jóvenes.
En el reporte de la OMS se enfatiza que aunque han investigado exhaustivamente, los efectos finales de la radiación resultante del desastre no se conocerán sino hasta más adelante, cuando los científicos los puedan ver en retrospectiva perfectamente.
Alex Zolbert de CNN colaboró con este reportaje.