A los 10 años, Antonio pesaba 75 kilos y medía aproximadamente 1.50 metros. "Mis papás creían que darme comida sin límites era sano, y que un niño gordo era la persona más saludable del planeta", dice. Recuerda que cuando era su turno de ir a la tortillería, compraba kilo y medio, porque de regreso a casa se comía 500 gramos.
Pasaba las tardes viendo televisión y comiendo cereal con salsa catsup. "Para mis papás yo era un niño feliz, mientras yo estaba endemoniadamente angustiado. Comer calmaba mi ansiedad, pero era niño obeso y me la pasaba jalándome la camisa
En México, el 9.7% de los niños menores de 5 años y el 34.4% de los niños de 5 a 11 años de edad tienen sobrepeso u obesidad, según la
El
Los problemas alimentarios tienen sus raíces en casa, particularmente en la mesa, dice Irma Gabriela Navarro Machuca, psiquiatra infantil del Hospital Civil de Guadalajara.
Antonio recuerda: "Mis padres querían darme amor, y me daban comida, pero no un abrazo".
"Las madres para premiar a sus hijos los sobrealimentan como una forma de sustituir las carencias que ellas tuvieron", dice Navarro.
La psiquiatra explica que en ocasiones las emociones se proyectan en la comida: la mesa se vuelve el campo de batalla donde la madre exige a los niños comer todo lo que les sirve. "A veces se cree que el niño que come bien es el que le agradece a la madre el esfuerzo de haberle hecho de comer".
Pero eso puede generar sobrepeso, según un estudio publicado por la Universidad de Minnesota. “La presión parental a la hora de comer elimina la capacidad de un niño para responder naturalmente a su propia hambre (...) En su lugar, los
Lo recomendable es ofrecerle
Un segundo factor es
Ello, aunado "a la sobreoferta de
"
Y así lo hizo Antonio, quien después de padecer obesidad a los 12 años comenzó a jugar voleibol por lo menos 4 horas al día.
"Fue un cambio total en mi mente, en mi cuerpo, en mi autoestima. En dos meses bajé 20 kilogramos. Una vez que me vi delgado jamás quise estar obeso. Mis papás me llevaron al doctor porque pensaron que estaba enfermo y yo por primera vez estaba sano", dice Antonio, de 38 años, quien actualmente es instructor personal de un gimnasio.
La mesa es un campo de batalla
"Mi mamá me amarraba a la silla con un fajo. No podía levantarme de la mesa hasta que me terminará el último chícharo. Comenzaba a comer a las 2 de la tarde y ya a las 8 de la noche la comida se me juntaba con la cena. Eran cerros de comida que me daba", recuerda Silvia, que también prefirió ocultar su nombre real y padece bulimia.
La anorexia y bulimia son trastornos de la conducta alimentaria. "Sus causas son multifactoriales e intervienen elementos biológicos, psicológicos, sociales, culturales y familiares. Todos entran al juego para que se gesten", describe David Luna, psiquiatra del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz.
Una de los orígenes de estos trastornos es "la internalización de un ideal de delgadez", ya que "en la infancia o preadolescencia se dan cuenta de su propio cuerpo sobre los demás, y de manera equivocada
Otro factor de la anorexia y la bulimia es el sobreinvolucramiento de los miembros de la familia, explica. "La expresión de las emociones tiene que ver cómo nosotros nos integramos como individuos y concebimos nuestro cuerpo. Si hay una alta emoción expresada o demasiada agresión y violencia dentro de la casa, tiene que ver con la manera como veo mi propio cuerpo. O si hay una emoción inhibida, también termina repercutiendo en la manera en que me comporto frente a los alimentos y concibo mi figura", comenta David Luna.
Silvia recuerda que cuando era una niña odiaba el momento de la comida. Explica que dejó de comer poco a poco, pero sus padres eran tan insistentes que, para evitar regaños, comía y luego vomitaba. "Era una forma de controlar algo de mi vida, ellos todo querían controlar, todo mi mundo", dice.
Navarro, especialista en psiquiatría infantil por el Hospital Juan N. Navarro dice que "las mamás muy controladoras (...) los hostigan con la ingesta de alimentos. El alimento es una manera que los niños tienen de controlar o desquitarse de esas situaciones que sienten con la relación materna. Porque nadie puede controlar lo que entra a nuestra boca".
Luna indica que el tratamiento para estos trastornos es multidisciplinario, ya que se requiere apoyo nutricional, psiquiátrico y psicológico y terapia conductual.
Aproximadamente 1.6% de las personas entre 18 y 65 años padece bulimia nerviosa, según los datos más recientes presentados en el estudio Prevalencia de Trastornos Mentales y Uso de Servicios: resultados de la encuesta nacional de epidemiología psiquiátrica en México, 2000.
La falta de alimento también 'engorda'
La desnutrición crónica infantil en niños menores de 5 años es otra de las alteraciones de la salud que a la larga provoca obesidad, comenta Vázquez Garibay.
En México el 18% de los menores de 5 años presenta bajo peso, baja talla o desnutrición aguda, según Ensanut. La gran mayoría de ellos pasará por el fenómeno llamado "transición nutricia", dice Vázquez Garibay.
"Son niños que tuvieron problemas de