Publicidad

Síguenos en nuestras redes sociales:

Publicidad

Nuestro miedo por comer grasas podría comenzar a desaparecer

Aunque la creencia de que una dieta baja en grasas ayuda a la salud, investigaciones podrían demostrar que no es del todo cierto
lun 08 septiembre 2014 10:28 AM
Aceote de oliva
aceite de oliva Aceote de oliva

Nota del editor: Nina Teicholz es la autora del libro, The Big Fat Surprise: Why Butter, Meat and Cheese Belong in a Healthy Diet. Puedes encontrarla en www.thebigfatsurprise.com  y  @bigfatsurprise , Las opiniones expresadas en este texto pertenecen exclusivamente a Nina E. Teicholz.

(CNN) — Comer grasa ayuda a la salud del corazón y a perder peso, se concluyó en una prueba clínica ampliamente reportada esta semana.

El resultado no sorprendió a los seguidores cercanos de la ciencia de la nutrición ya que hizo eco de una década de estudios similares. Pero, a diferencia de sus predecesoras, la nueva prueba no fue ignorada por expertos de la nutrición y los medios; eso fue la verdadera noticia. Es una señal de que un temor de medio siglo a la grasa en las dietas podría finalmente comenzar a desaparecer, exactamente lo que se necesitaba para comenzar a sanar la salud de Estados Unidos.

Cuando los estadounidenses fueron colocados en una dieta baja en grasas en la década de 1970, la evidencia científica detrás de esta era muy poca. Sin embargo, desesperada por combatir la epidemia de enfermedades del corazón y cáncer de la nación, la comunidad científica se reunió detrás del dogma bajo en grasas. Y la idea de que comer grasa hace que aumentes mucho de peso ha sido un atractivo intuitivo desde entonces.

Desde ese momento, desafiar la sabiduría convencional de la grasa en las dietas ha sido una forma de suicidio profesional para los expertos en nutrición. Los críticos enfrentaban una retribución casi certera: tenían problemas para publicar sus artículos, perdían becas de investigación y eran marginados de los paneles de expertos.

Lee: ¿Qué dieta es mejor para ti? 

Publicidad

"Para una generación, la investigación de enfermedades del corazón ha sido más política que científica”, lamentó George Mann, un profesor de bioquímica y un experto prominente en la década de 1970. Fue advertido por un secretario en los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos que si mantenía sus críticas sobre la dieta baja en grasas, perdería su beca de investigación, lo cual ocurrió.

Los escépticos señalaban que la dieta baja en grasas nunca fue probada apropiadamente antes de recomendársela al público. Unos 30 años pasaron antes de que se realizaran pruebas y entonces los resultados fueron completamente decepcionantes.

De hecho, en la mayor prueba dietista en la historia, llamada la Iniciativa de Salud de Mujeres, que se realizó en casi 50,000 mujeres, los investigadores encontraron en 2006 que quienes siguieron una dieta baja en grasas durante un promedio de siete años terminaron solo con aproximadamente un kilogramo menos que quienes realizaron una dieta regular, y apenas con un poco de ventaja en la prevención de cáncer, enfermedades del corazón o diabetes.

Robert Knopp, el difunto especialista en lípidos de la Universidad de Washington que realizó algunas de las primeras pruebas sobre dietas bajas en grasas, destacó que “había una falta ensordecedora de comentarios” sobre estos resultados devastadores.

El año pasado, un panel de expertos convocado por el gobierno sueco revisó toda la literatura de la dieta baja en grasas y determinó que la dieta baja en grasas recomendada universalmente era inefectiva como herramienta para perder peso. Si no hubierámos sido cegados por el sesgo de la comunidad, los estadounidenses hubiéramos llegado a la misma conclusión con base en nuestra realidad en casa.

En los últimos 30 años, redujimos obedientemente la grasa como una porción de la ingesta total de calorías en aproximadamente 5% mientras aumentamos los carbohidratos en aproximadamente 25%; y, sin embargo, solo hemos aumentado más de peso y nos hemos enfermado más.

Nuestras propias autoridades son reacias a investigar ideas alternativas. El enfoque bajo en carbohidratos popularizado por Robert C. Atkins a principios de la década de 1970 ha sido visto como un villano durante décadas. Los dos principales financiadores de la ciencia de la nutrición, la Asociación Americana del Corazón y el Instituto Nacional del Corazón, Pulmones y Sangre de Estados Unidos consideraron a la dieta Atkins como una moda no saludable.

A pesar de estos obstáculos, un creciente número de científicos en la última década realizó docenas de pruebas clínicas rigurosas en miles de personas que cuentan una historia cada vez más clara y consistente: una dieta baja en carbohidratos muestra ser consistentemente más efectiva para combatir las enfermedades del corazón, obesidad y diabetes.

Algunos de los resultados fueron deslumbrantes. En una prueba, los pacientes con diabetes que comieron una dieta baja en carbohidratos mejoraron tan dramáticamente que pudieron dejar su medicamento para la diabetes. En otra prueba , la presión sanguínea de los pacientes se redujo mucho más que la de aquellos que estaban en una dieta baja en grasas y tomaban medicamentos para la presión sanguínea.

Desafortunadamente, la historia es ignorada por la comunidad de la nutrición. Por ejemplo, en 2008, la prestigiosa revista New England Journal of Medicine publicó un estudio que fue el doble de grande y duró el doble de tiempo que uno que aparecía esta semana en Annals of Internal Medicine. Produjo resultados similares, con personas que tenían una dieta baja en carbohidratos saliendo mucho mejor que las personas que tenían una dieta baja en grasas. Sin embargo, los resultados generaron pocos titulares.

Por otro lado, no se intentó contar con estas pruebas exitosas bajas en carbohidratos en el reporte de expertos que informó las Pautas de Dieta más recientes de la USDA, el organismo responsable de la salud alimentaria de la nación. El gobierno mantiene su posición de que las “dietas saludables son altas en carbohidratos”.

Ahora, por primera vez, los medios y los investigadores de nutrición hablan abiertamente; y seriamente, sobre los beneficios potenciales de salud de una dieta baja en carbohidratos. Si nuestro error en el último medio siglo fue cambiar muchas de nuestras calorías de grasas a carbohidratos, la ciencia de la nutrición, como cualquier ciencia, puede corregirse; pero solo en este nuevo clima tentativo de debate abierto y sin sesgos.

No te pierdas de nada
Te enviamos un correo a la semana con el resumen de lo más importante.

¡Falta un paso! Ve a tu email y confirma tu suscripción (recuerda revisar también en spam)

Ha ocurrido un error, por favor inténtalo más tarde

Publicidad
Publicidad