¿Cómo el desastre del Challenger cambió a la NASA?
Al igual que el asesinato del presidente John F. Kennedy, o la mañana del 11 de septiembre de 2001, la mayoría de los estadounidenses recuerdan dónde estaban cuando escucharon la noticia del desastre del Challenger.
Fue la primera tragedia en pleno vuelo de la NASA. El Challenger despegó del Kennedy Space Center en Florida el 28 de enero de 1986. Poco después del despegue, el tanque externo de combustible del transbordador colapsó, causando lo que parecía ser una explosión, y el transbordador se rompió en pedazos, cayendo en el Océano Atlántico unos 14 kilómetros. Los siete miembros de la tripulación murieron.
La tragedia se desarrolló en directo en televisión y la audiencia que lo presenció era particularmente joven.
Christa McAuliffe, profesora de preparatoria de New Hampshire, fue uno de los siete; se suponía que sería la primera civil y maestra en el espacio. La NASA había preparado una transmisión por satélite de la misión entera para que los estudiantes de toda la nación presenciaran el momento histórico.
Clarence Searles estaba en el segundo grado en Challenger Elementary School en Nueva Jersey. Él amaba los aviones y quería ser un astronauta, y recuerda estar sentado con los otros niños de su clase viendo el lanzamiento. “Básicamente todo se había detenido” cuando explotó el Challenger, recuerda.
“Todos estábamos tratando de encontrarle sentido”, dice Kathryn Stuart. Su clase de segundo grado en Blankner Elementary en Orlando, Florida, presenció el lanzamiento desde el patio de la escuela. “Nos sacaron del patio lo más rápido que pudieron y regresamos a clases”.
Esa noche, el presidente Ronald Reagan se dirigió al país, hablando directamente a los niños de la nación: “Sé que es difícil de entender, pero a veces suceden cosas dolorosas como esta. Es todo parte del proceso de exploración y descubrimiento”.
Tiempo después se determinó que el clima frío, junto con una falla en el diseño, llevó al accidente. El sello en uno de los propulsores sólidos del cohete no estaba funcionando apropiadamente. El desastre paró el programa de transbordador espacial de la NASA por casi tres años.
“Pero mira cómo volamos después”, dice Robert Cabana, ex astronauta de la NASA y director del Kennedy Space Center. Cabana dice que los científicos realizaron más de 100 cambios al transbordador para hacerlo más seguro y confiable. La NASA también cambió su cultura, dice, tras enterarse que los ingenieros habían expresado su preocupación sobre el lanzamiento del Challenger antes de que sucediera la tragedia.
“Pudimos prevenir que sucediera”, dice Cabana. “Por ello es verdaderamente importante que siempre, siempre, preguntemos y escuchemos”.
Desde 1986, la NASA ha aterrizado múltiples rovers en Marte y descubierto agua corriente en el Planeta Rojo. Ha completado la Estación Espacial Internacional, donde los astronautas han vivido por 15 años. Mandó el New Horizons a Plutón para tomar fotografías del planeta enano.
Como dijo Reagan en el mismo discurso, “El futuro no le pertenece a los cobardes; le pertenece a los valientes. La tripulación del Challenger nos estaba dirigiendo al futuro y continuaremos siguiéndolos”.
Para honrar a la tripulación, sus familiares y amigos se reunieron para establecer el Challenger Center. La misión era similar a la del Challenger: difundir educación sobre el espacio. Hoy día, más de 40 centros educativos a lo largo del país ayudan a millones de niños a aprender sobre ciencia y el espacio; ahí los animan a alcanzar las estrellas.
“Ese es verdaderamente el legado que pienso para el Challeger –esa misión, ese objetivo de compromiso y educación”, dice el Capitán Kenneth S. Reightler, ex astronauta. “Creo (que la tripulación del Challeger) estaría muy, muy orgullosa”.