IFT: el fin de un regulador que incomodaba al gobierno
El 16 de octubre, sin anuncios oficiales, el IFT se apagó. El retiro de su logo marcó el final del regulador que transformó las telecomunicaciones y que el poder decidió desaparecer.
Las luces seguían encendidas, pero el silencio pesaba más que nunca. Pasaban de las diez de la noche del 16 de octubre de 2025, y el reloj del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) se había detenido.
No hubo comunicado, ni un anuncio oficial desde Palacio Nacional. Pero las letras del Instituto —que durante más de una década fueron ley y voz de la industria de la conectividad— comenzaron a ser desmontadas por personal de mantenimiento, al mismo tiempo que sus integrantes recibían el oficio de baja definitiva.
Afuera, el edificio parecía el mismo; adentro, el aire ya era otro. El Pleno incompleto del IFT y los nuevos rostros de la Comisión Reguladora de Telecomunicaciones (CRT) habían materializado la transición de la nueva era de la industria de conectividad. Una nueva página web del gobierno, incluso a esa hora, reflejaba el cambio: Comisión Reguladora de Telecomunicaciones, pero sin más información. Después, el sitio fue deshabilitado.
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Mientras desde su cuenta en X, el IFT selló su extinción: “Nos despedimos con orgullo por lo construido y con un profundo agradecimiento a la sociedad por la confianza depositada en este órgano regulador”.
Fue así como la historia regulatoria de telecomunicaciones se reescribió y al mismo tiempo se materializó uno de los grandes pendientes de la administración del expresidente Andrés Manuel López Obrador, y que dejó como encargo a la mandataria, Claudia Sheinbaum: la eliminación del IFT.
"Estamos tristes, pero finalmente terminó esta historia tortuosa y larga. Ahora somos libres”, dijo uno de los extrabajadores del Instituto.
Para llegar al día de la extinción del IFT, la institución y sus trabajadores atravesaron meses de profunda incertidumbre. Desde diciembre del año pasado, cuando se aprobó la reforma que eliminaba diversos organismos autónomos, el clima laboral se volvió tenso y el estrés institucional se agudizó.
Pasaron siete meses para que se publicara la nueva Ley de Telecomunicaciones, que daría paso al organismo encargado de asumir parte de las funciones del regulador. Después, aún hubo que esperar otros tres meses para la conformación oficial de la CRT para que finalmente, el Instituto quedara formalmente extinto.
Durante esos últimos tres meses, los trabajadores del IFT vivieron momentos especialmente complejos. Vieron entrar al personal del nuevo organismo en las mismas oficinas que aún ocupaban y enfrentaron presiones para sumarse a la plantilla de la Comisión Reguladora de Telecomunicaciones (CRT), con la condición de renunciar a su derecho a liquidación, relataron trabajadores del IFT a Expansión.
La incertidumbre sobre las indemnizaciones generó ansiedad generalizada: hasta la fecha, 133 extrabajadores de libre designación no han recibido el pago correspondiente. Pero quizá lo más difícil fue vivir sin una fecha exacta del cese de operaciones.
“Fueron meses horribles de presión, estrés, ansiedad por quedarse sin trabajo, la presión de las liquidaciones. Sufrí depresión, vértigo. Todos en el Instituto lo pasaron mal”, aseguró uno de los trabajadores del Instituto bajo condición de anonimato.
Si bien, este año fue el más duro para los extrabajadores del IFT, la realidad es que la incertidumbre los acompañó siete años.
Durante la gestión de López Obrador, el organismo fue blanco de sus críticas, símbolo de lo que él consideraba “excesos del pasado neoliberal”. Desde las conferencias matutinas, sus señalamientos se tradujeron en intentos concretos por debilitar al organismo: desde promover una reforma para su eliminación, mantener al Pleno incompleto durante años —para dejarlo inoperable—, así como recortes presupuestales para limitar su capacidad técnica y operativa.
Pero el deseo del exmandatario se vio frenado debido a que los números en el legislativo y los tiempos durante su administración simplemente no le dieron. Fue hasta esta administración, amparada en una mayoría legislativa, cuando se pudo extinguir finalmente a varios órganos autónomos, como el IFT.
Personal de mantenimiento retirando el logo del IFT de la recepción del Instituto.(Ana Luisa Gutiérrez )
Los resultados
Ana Lilia Moreno, coordinadora del Programa de Regulación y Competencia en México Evalúa, sostuvo que el Instituto fue el único de los organismos creados por el Pacto por México que tuvo resultados. Su creación respondió al hartazgo ciudadano: tarifas elevadas, llamadas fallidas, imposibilidad de cambiar de operador manteniendo el número, cobros injustificados.
El trabajo del IFT se reflejó en los números, por ejemplo sus datos revelan que durante su operación, se redujeron en más de 30% los precios de los servicios móviles, además la penetración de internet fijo pasó de 40 a 70 accesos por cada 100 hogares.
“El expresidente siempre se refirió al IFT como un organismo caro, parapeto, e incluso puso en duda su legitimidad, pero la gente sintió los resultados en sus facturas cuando el IFT comenzó a dar resultados. La narrativa de López Obrador provenía de la idea de que la República debía funcionar únicamente con sus tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial; no con autónomos”, dijo la especialista.
Fernando Borjón, consultor en jefe en Access Partnership y excomisionado del IFT, aseguró que el IFT se convirtió en una referencia internacional de cómo debe operar un regulador técnico, al haber tenido su verdadero valor en la solidez de sus prácticas institucionales.
El especialista dijo que uno de los pilares fue la mejora regulatoria: mecanismos de consulta pública, audiencias técnicas, comités especializados como el de 5G, espectro radioeléctrico, que permitían un diálogo transparente y constante con la industria.
“No se trataba de arreglos por debajo de la mesa. Todo era público, y todos los regulados sabían de qué se estaba hablando”, comentó Borjón. Esa capacidad de interlocución con diversos actores del ecosistema, incluso cuando existían intereses encontrados, marcó una diferencia clave en la forma de hacer política regulatoria en México.
Para los analistas el IFT operó y funcionó como una necesidad real del sector, su creación respondió no solo a un mandato constitucional, sino a una exigencia de los propios usuarios y empresas, que necesitaban un regulador fuerte, técnico y confiable. “Lo que hace a una institución fuerte no son sus medallas, sino cómo trabaja día a día: con transparencia, con conocimiento y con capacidad para tomar decisiones complejas”, apuntó el especialista.
Sin embargo, también reconocieron que uno de los pendientes del IFT fue la falta de una colaboración eficaz con la también extinta Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece), respecto a la regulación de temas digitales.
Aunque, la nueva Comisión Nacional Antimonopolios (CA) es la autoridad formal en materia de competencia, la naturaleza del sector —donde existen mercados preponderantes, regulación asimétrica y estructuras complejas— obliga a una interacción constante entre ambas instituciones. El diseño de los procedimientos regulatorios en telecomunicaciones no puede avanzar con eficacia si no hay una coordinación técnica y operativa real.
Lo nuevo
Con la desaparición del IFT, la industria cierra un capítulo que ahora los regresa una década atrás, como cuando operaba la extinta Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel), de ahí que los especialistas coincidan que el mayor desafío del nuevo regulador será establecer al nuevo personal con capacidad técnica que permita operar con independencia y conocimiento para sus resoluciones.
“Hasta ahora la CRT cuenta con el nombre del equipo, los capitanes, pero ahora quiénes serán los que respaldarán el trabajo”, dijo Borjón.
Elena Estavillo, excomisionada del IFT y directora general de Centro-i, aseguró que este desafío se agrava por un vacío preocupante: ninguno de los actuales comisionados de la CRT cuenta con formación en economía, un punto crítico dado que gran parte de las decisiones regulatorias implican análisis económico profundo.
“Se necesita fortalecer con urgencia la capacidad técnica del organismo en materia de competencia. Sin expertos en la materia, será difícil diseñar o aplicar criterios regulatorios sólidos que enfrenten prácticas anticompetitivas o garanticen condiciones equitativas para los operadores”, advirtió.
Además, la cercanía de algunos comisionados de la CRT con el titular de la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones (ATDT), e incluso con el Ejecutivo, siembra inquietudes sobre la autonomía con la que podrá operar.
Los perfiles que conformaron el Pleno del IFT realizaron un examen por el Comité de evaluación, formado, el Banco de México (Banaxico) y el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) para demostrar sus conocimientos técnicos, ya que la naturaleza del regulador era más colegiada que política.
Para Moreno el estándar que dejó el IFT es “bastante alto” y el nuevo regulador deberá demostrar que está a la altura. “Se va a tener que ganar su reputación”, afirmó. No solo regulando bien, sino también tratando con respeto tanto a sus funcionarios como a los regulados. "Debe guiarse por políticas públicas que respondan al bien común, no a intereses particulares, de personas o empresas".
La CRT comenzará a trazar su propio camino, pero bajo la sombra de un regulador que, a pesar de los ataques y recortes, logró transformar la conectividad y al ecosistema digital del país. Ahora, el reloj vuelve a correr, pero con nuevos nombres y nuevas reglas.