La polémica del marfil: ¿patrimonio cultural o cruel complicidad?
De los 13,000 objetos en el Museo Británico hechos de marfil, las piezas del ajedrez Lewis son quizás las más reverenciadas.
La exposición es fácil de detectar entre las numerosas vitrinas de la sala "Europe 1050-1500" del museo, ya que normalmente hay una multitud reunida a su alrededor.
Las piezas se preparan para la batalla en un tablero de ajedrez rojo y blanco. Un letrero explica que el conjunto refleja el orden de la sociedad feudal en la Europa medieval, con reyes con espadas y obispos vestidos para la liturgia.
No es solo la complejidad de la artesanía lo que inspira admiración, sino la improbable manera en que fue descubierta. Talladas en colmillos de morsa y dientes de ballenas, las piezas fueron hechas hace unos 800 años, probablemente en Noruega, y posiblemente fueron enterradas por un comerciante que viajaba por la ruta comercial de Escandinavia a Irlanda.
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Según el museo, las piezas de ajedrez son parte "integral" de su colección y juegan un "papel indispensable" en la presentación de la historia de la producción cultural. Neil MacGregor, ex director del Museo Británico, incluyó las piezas en un libro de 2010, "Una historia del mundo en 100 objetos".
Desde la antigüedad, el marfil ha jugado un papel central en la creación y el comercio de valioso mobiliario, objetos y artefactos. Sin embargo, en el último medio siglo, la demanda mundial de marfil ha alimentado la caza furtiva de elefantes en África y Asia hasta el punto en que las criaturas están a punto de extinguirse.
Casi 150,000 elefantes han sido cazados en menos de una década por sus colmillos, según el Departamento de Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales del Reino Unido. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza estima que sólo quedan 415,000 elefantes africanos. La aniquilación de la especie ha hecho que algunos países revisen sus leyes sobre el comercio del marfil, no solo el mercado del marfil en bruto, sino de antigüedades.
Una distinción importante
Los países tienen diferentes leyes nacionales en vigor respecto al marfil. En octubre de 2016, los miembros de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES, por sus siglas en inglés) recomendaron que los mercados nacionales de marfil fueran cerrados y no regulados, argumentando que los productos ilegales de marfil pueden hacerse pasar como antigüedades legales.
Las 183 naciones de la CITES acordaron unánimemente que cada país debería "tomar sin demora todas las medidas legislativas, regulatorias y coercitivas necesarias para cerrar sus mercados internos para el comercio de marfil bruto y trabajado".
En Europa, Francia ha liderado el camino mediante la imposición de estrictas restricciones al comercio del marfil posterior a 1975. En julio de 2016, Estados Unidos introdujo a nivel federal una prohibición casi total de todas las ventas de marfil.
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Hong Kong, un importante mercado minorista del marfil y un cardinal punto de tránsito hacia China continental, anunció que prohibirá totalmente todas las ventas de marfil en un plazo de cinco años. La India también tiene en vigor una prohibición casi total.
En cuanto a China, en diciembre de 2016, los medios estatales informaron que "China detendrá gradualmente el procesamiento y las ventas de marfil con fines comerciales a finales de 2017".
En marzo, el Departamento de Medio Ambiente, Alimentación y Asuntos Rurales del Reino Unido inició su consulta sobre la prohibición del comercio del marfil, que entrará en vigor en septiembre de este año. La prohibición propuesta abarcará la venta de todos los artículos que contienen marfil fechados entre 1947 y la actualidad, aunque el comercio de artículos elaborados, como arte y antigüedades, que daten de antes de 1947 seguirá siendo permitido.
En los próximos meses, el gobierno consultará a grupos ambientales, comerciantes y expertos de la industria antes de formular los términos precisos de la prohibición, y son justo esos términos los que se debaten acremente.
Los conservacionistas sostienen que la prohibición del marfil de procedencia posterior a 1947 no es suficiente, ya que Reino Unido es un importante país de tránsito para el marfil tanto legal como ilegal, por lo que una prohibición completa sería un golpe al comercio internacional ilegal de marfil. Dicen que la propuesta dista mucho de la prohibición total que los ‘tories’ o conservadores prometieron impulsar en su último programa electoral.
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Mientras tanto, los anticuarios y los museos -aunque apoyan los esfuerzos para proteger a los elefantes y frenar el comercio ilegal- afirman que el marfil es parte del patrimonio cultural británico y que una prohibición total penalizaría a los marchantes y mermaría las colecciones públicas.
El 6 de febrero, decenas de miembros del Parlamento y una multitud de observadores se reunieron en Westminster para debatir el tema. Más de 107,000 personas han firmado una petición electrónica pidiendo el cierre del comercio del marfil en Reino Unido, lo suficiente como para desencadenar el debate.
Lo que fue notable en este debate fue la sensación de déjà vu. Apenas dos meses antes, tras una petición electrónica similar, los políticos que representaban a los partidos políticos principales se habían reunido en Westminster para presentar más o menos los mismos argumentos.
Victoria Borwick, una parlamentaria conservadora, dijo que el hecho de que se desatara otro debate demostraba la fuerza del sentimiento público sobre la grave situación de los elefantes.
Borwick, que es parlamentaria por Kensington (sede del Museo Victoria y Albert) y presidenta de la British Antique Dealers' Association (Asociación Británica de Anticuarios o BADA), dijo que los museos de su circunscripción temen que una prohibición total del comercio de marfil signifique que los museos ya no recibieran en donación colecciones privadas y que los objetos mismos sufrirían, aunque las regulaciones sobre las donaciones privadas aún no han sido debatidas.
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"Una prohibición total de la venta de artículos de nuestro patrimonio cultural significa que un objeto tal como una cajita de té con incrustaciones de marfil del siglo XVIII languidecería olvidada en una caja de cartón en el ático", dijo en un correo electrónico.
"No somos filisteos"
Mark Dodgson, secretario general de la BADA, también apoya la prohibición de marfil posterior a 1947. Dodgson señaló que es el comercio de nuevas "baratijas" de marfil - tallas de Budas o elefantes - lo que está alimentando la caza furtiva, no las antigüedades. Argumentó que las tallas "vulgares y toscas" de bajo valor, a menudo comercializadas en Internet, pueden distinguirse de las piezas de valor cultural.
"No demoleríamos la ciudad de Bristol porque fue construida sobre los beneficios de la esclavitud", dijo. "¿Es realmente sensato pensar que al destruir o detener el comercio de nuestro patrimonio cultural vamos a salvar a los elefantes africanos?"
Sin embargo, los conservacionistas argumentan que la venta de antigüedades de marfil en el Reino Unido ofrece una falsa fachada de legalidad para los mercados negros de todo el mundo. De acuerdo con TRAFFIC, la red de monitoreo del comercio de vida silvestre del Fondo Mundial para la Naturaleza, más del 30% del marfil exportado desde la Unión Europea proviene del Reino Unido, convirtiéndose en un importante "país de tránsito" para el marfil ilegal.
"Nos guste o no, nuestro mercado es cómplice en el comercio de marfil", afirmó Charlie Mayhew, cofundador y CEO de Tusk, una ONG contra la caza furtiva respaldada por el príncipe Guillermo. "La gran preocupación que tenemos en este momento es que hay evidencia de que comerciantes e intermediarios sin escrúpulos están usando la regla de 1947 para disfrazar marfil más moderno como pre-1947, cuando no lo es".
Tusk y otras ONG están pidiendo una "prohibición casi completa" similar a la existente en Estados Unidos. Esto detendría el comercio de todo el marfil, prohibiría las antigüedades y piezas legítimas que se registrarían, verificarían y certificarían en un sistema centralizado. Las obras de arte aptas para los museos estarían exentas.
"No queremos destruir y eliminar auténticas antigüedades y piezas de valor cultural real que se remontan a cientos de años", dijo Mayhew. “No somos filisteos”.
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El anuncio que hizo en diciembre China, el mayor mercado de marfil del mundo, de que planea cerrar su mercado interno de marfil a finales de año, ha puesto más presión sobre los legisladores británicos.
El próximo año, Reino Unido será el anfitrión de la conferencia sobre el comercio ilegal de vida silvestre Illegal Wildlife Trade Conference, una reunión internacional encaminada a erradicar la caza furtiva y el tráfico de especies. El país no podrá "jactarse de sus logros" en esa materia cuando no ha impuesto una legislación suficiente, dijo Mayhew,
"Si Reino Unido pretende tener alguna credibilidad como líder del mundo de la conservación, todos sentimos que el momento ha llegado", dijo.