¿Los simulacros invocan sismos?
Uno de los propagadores de dicha hipótesis es José Ron, actor, quien en su cuenta de Twitter escribió lo siguiente:
“... para mí no deberían hacer simulacros, atraen la energía. Somos energía."
¿Será cierto? ¿Acaso los seres humanos contamos con la capacidad de generar terremotos a través de un vínculo mental con la Tierra?
Luis Quintanar Robles, investigador del Instituto de Geofísica, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), considera que no es así.
“No hay ninguna observación científica que diga que un simulacro atraiga un sismo. Las coincidencias del 19 de septiembre, por ejemplo, hacen pensar que es una fecha fatal para México, pero no existen razones técnicas que apunten a que esto tenga que ser así”.
¿Y es cierto que ha habido más microsismos que antes en la capital?
En cuanto a la percepción de que los microsismos han aumentado en la capital del país, conviene considerar un factor clave: cada vez hay más personas en ciertas regiones de la metrópoli.
“Por ejemplo, Milpa Alta, donde dicen que casi no había microsismos, ahora dicen que hay más, pero es porque se ha poblado más. Y también en otras zonas de la Ciudad de México pasa lo mismo: con el aumento de la población, evidentemente, hay más gente que los siente”.
Otro elemento a tener en cuenta es que la capacidad para detectar los microsismos se ha incrementado de unos años para acá.
“Baste considerar que, por ejemplo, hace 20 años solo había un par de estaciones sismológicas en la Ciudad de México, mientras que actualmente ya pasan de las 150. Esto hace que cuando ocurre un movimiento inmediatamente sea detectado, y si bien la percepción de la gente está restringida a pocas cuadras o kilómetros alrededor del epicentro, los equipos los detectan a mayor distancia”, platica Quintanar Robles.
Por otro lado, ha habido investigaciones recientes que dicen que un gran sismo puede disparar actividad en otro lado que no sea la región donde ocurrió, como Quintanar lo expone a continuación:
“Esto ocurre porque se libera la energía, la cual se transmite a zonas aledañas y, en consecuencia, puede reactivar pequeñas fallas, lo cual produce sismos de magnitud más pequeña (microsismos); es lo que ha ocurrido en la Ciudad de México. Los sismos grandes, sobre todo los costeros, aquellos que ocurren en Oaxaca o en Guerrero, pueden desencadenar la activación de esas pequeñas fallas”.
Quintanar agrega que hay literatura científica en la cual se lee que después del sismo de 1985 se dispararon pequeños sismos en el Valle de México, y lo mismo pasó con el sismo del 19 de septiembre de 2017. Siempre hay que ponderar efectos disparadores de sismicidad en el Valle de México por sismos de magnitud mayor de 6, dentro del territorio, en las zonas costeras.
“Mientras que el sismo del 19 de septiembre de 2022, qué ocurrió en las costas de Michoacán, disparó los pequeños eventos que sucedieron a finales de año y, posiblemente, también los de inicios de 2023”.