Ensenada y Tijuana: Memorias de una foodie en la Baja (II)

Continuamos nuestra aventura en el restaurante Manzanilla; ésta es la segunda parte de nuestra expedición por los sabores de Baja California.
Manzanilla (Foto: José Luis Castillo.)

es un restaurante de la vieja guardia de Ensenada. Tiene ese aspecto, un poco kitsch, de comedor de crucero engalanado con el toque personal de sus dueños: Benito Molina y Solange Muris. Hay que acercarse un poco a los cuadros para ver que algunos están firmados por él.

De las conchas al mezcal

Nunca visité Manzanilla de día, algo que recomiendo para comer con calma y disfrutar, sin apuros, del menú de siete tiempos con vino blanco y –como un alegre colofón– una copita de mezcal acompañando el helado de queso que me ofrecen de postre.

Aunque hay muchas formas de calificar un maridaje como “correcto”, también las apreciaciones subjetivas y personales funcionan a la hora de narrar una experiencia. La del Manzanilla fue una comida redonda, un maridaje que nos produjo euforia.Los culpables: un plato de conchas “frías y tibias” que empezaba con un ostión kumamoto mignonette, uno más con pata de cerdo seguido de otro gratinado con queso Ramonetti y acelga, otro con mantequilla y estragón y, finalmente, una almeja a la brasa con queso gorgonzola. En nuestras copas: vino espumoso para maridar. Inmediatamente nos rendimos.

Los favoritos de la tarde fueron el abulón frito con perejil, soya y jengibre y el tiradito de jurel con percebes y ensalada de algas y salicornia. Ambos platos con marcados sabores del mar: un protagonista homenajeado constantemente en la cocina de Benito y Solange.