Patentes, la rebelión contra la burocracia
Durante años, una de las principales atracciones de las oficinas centrales de la empresa Tesla Motors en Palo Alto, California, fue una pared. En ella, la compañía líder de automóviles eléctricos exhibía más de 200 cuadros que, alineados en cuidadosas hileras, registraban la historia de innovación de la empresa a través de imágenes de sus patentes.
El muro era conocido como ‘la pared de las patentes’. Pero en junio de 2014, el CEO de Tesla, Elon Musk, difundió una carta pública en la que informaba que, a partir de ese momento, las patentes de la empresa estarían abiertas y disponibles para todo aquel que quisiera usarlas. Hoy, en el lugar sólo hay un cuadro que dice: “Todas nuestras patentes te pertenecen”.
Esta decisión forma parte de un movimiento que, según especialistas, adquiere poco a poco mayor relevancia en todo el mundo, principalmente, en la región de Silicon Valley, en San Francisco. El supuesto del que parte este fenómeno es que la innovación no tiene límites y avanza a altas velocidades.
Así como Tesla, cada vez son más las empresas que se suman a la tendencia de no tener patentes y priorizan la ejecución y validación de productos o prototipos, por encima incluso de la protección de la propiedad intelectual.
“Desde hace siete años, la innovación se abrió para que todos participen en ella. De hecho, la mayoría de los inversionistas en Silicon Valley no invierten en patentes, sino en equipos de alto rendimiento”, dice Óscar Velázquez, fundador del laboratorio de fabricación FabLab Impact Mx.
Si bien en 2014 hubo un incremento de 4.5% en el número de solicitudes de patentes a escala mundial con respecto a 2013, este crecimiento es más bajo que el promedio registrado en los últimos cuatro años previos, que oscilaba entre 7 y 10%, de acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI).
Para Hegel Cortés, director general de Innovación de la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Ciudad de México (Seciti), la tendencia representa un cambio de paradigma. “Es como cuando fue el descubrimiento del fuego en la agricultura”, afirma el doctor en Derecho de Empresa.
El especialista asegura que el atractivo que ofrecían las patentes ya se vio rebasado. “Por lo general, la tecnología que hacen las empresas se vuelve obsoleta en no más de cinco años, por lo que para el momento en que se adquiere la patente, la explotación de dicha invención queda completamente inoperante”, apunta.
El proceso para obtener una patente en México dura en promedio 3.5 años, según cifras del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI).
México y las patentes
El fenómeno de priorizar la ejecución sobre la protección de patentes ha registrado un avance paulatino en México.“Se ve con menos claridad, pero, sin duda, está pasando”, dice Cortés.
La razón del poco avance, dice, es la falta de cultura e inversión en innovación. De acuerdo con el Banco Mundial, en 2015 sólo 0.54% del producto interno bruto (PIB) se destinó a investigación y desarrollo (I+D), mientras que el porcentaje mundial fue de 2.2%.
“La I+D depende de factores como la vinculación entre academia y empresas. Sin embargo, eso está fuera de nuestras facultades”, explica Nahanny Canal, directora de Patentes del IMPI. “Donde nosotros entramos es en fomentar la cultura de patentes y, en general, el sistema de propiedad industrial en México”.
Cifras de este organismo revelan que el número de solicitudes de México en 2015 alcanzó una cifra récord de 18,071. Sin embargo, menos de 10% corresponden a mexicanos.
“Existe una tendencia generalizada en los emprendedores e investigadores mexicanos de investigar costos, procedimientos de patentamiento y al descubrir que son complicados, o que son muy caros, prefieren poner sus productos a trabajar”, señala Elisa Ramírez, gerente jurídico del área de Propiedad intelectual de Obtén tu marca, división de la consultora de Proyección Livez. “Y a nivel mundial, el proceso es de la misma manera, no es exclusivo de México”.
¿Hay menos innovación?
A pesar de que, tradicionalmente, la generación de patentes de un país está íntimamente relacionada con su capacidad de innovar, los expertos coinciden en que sería limitado suscribir la innovación sólo a ese tema.
“La correlación entre número de solicitudes de patentes e innovación es indirecta”, expresa Canal. “No hay manera de que sea un reflejo directo, que sea proporcional”.
El director de la Seciti asegura que la tendencia de abrir la innovación más allá de una patente es positiva, ya que puede generar mayores ventajas para el desarrollo de nueva tecnología. “Quizá, a la larga, ésa sea la ruta a seguir” dice.
La desventaja de hacerlo, advierte, es que el Estado perdería un control de seguimiento. “Más allá de los derechos que deje de percibir, que en el caso de México son mínimos, pierde un control respecto a cómo se están desarrollando estas tecnologías”, agrega.
Aun así, es innegable que la competitividad empresarial está migrando hacia un enfoque más abierto. “Ya no pierdes tiempo en patentar algo porque, al final de cuentas, después de un tiempo será del dominio público”, dice el fundador de FabLab Impact Mx. “Te enfocas en crear una experiencia extraordinaria con tus clientes, que tenga relevancia en tu mercado. La vieja escuela de rankings va a cambiar”, concluye.
¿Cuánto cuesta una patente?
El costo promedio por solicitud de patente varía según el país. La Organización Mundial de la Propiedad Intelectual realizó, en octubre de 2016, un comparativo entre más de 60 países. México se ubica entre los más altos. (Cifras en pesos)
México | 7,553.97 |
China | 1,458.50 |
Brasil | 1,592.07 |
Canadá | 4,426.86 |
Estados Unidos | 4,752.86 |
Colombia | 6,278.34 |
NOTA DEL EDITOR: Este reportaje se publicó originalmente en la edición de la revista Expansión 1202, publicada el 1 de diciembre. Adquiere esta revista o suscríbete a nuestra edición digital en iOS o Android .