Lance Armstrong, ¿villano del deporte o héroe trágico?
Francia,1999.
Supuestamente sería el “Tour de Renovación”, el año en que el ciclismo saliera de las sombras de una controversia por dopaje que lo había llevado a su decadencia. Y así fue, el ciclismo encontró a su salvador: Lance Armstrong.
El hombre que tenía pocas esperanzas de sobrevivir al cáncer testicular, ganó quizás el evento individual más difícil del mundo, siete veces seguidas.
Lance Armstrong, líder del pelotón. Lance Armstrong, líder de lo que la Agencia Anti-Dopaje de los Estados Unidos (USADA) llamaría “el programa de dopaje más sofisticado y profesionalizado que ha visto el deporte”.
Por décadas, el código de silencio del ciclismo profesional había prevalecido. Una cultura de dopaje endémica permanecía en algunos círculos. Un orden corrupto se mantenía.
Pero, como mencionó a CNN el periodista galardonado del Sunday Times David Walsh –un protagonista clave en derrocar a Armstrong–: “Los poderosos pueden salirse con lo que quieran por mucho tiempo, pero en algunos casos quizás no para siempre”.
No hubo un para siempre para Armstrong, quien perdió sus siete títulos del Tour de France y le prohibieron participar en deportes competitivos de por vida.
Campeón trascendental
La película de Stephen Frears de 2015 sobre Armstrong The Program –estrenada en los cines estadounidenses el mes pasado– muestra al joven Walsh como una sacudida nerviosa entre la camaradería de la sala de prensa del Tour de France, después del poco probable triunfo del ciclista estadounidense.
Es un momento de entendimiento: sin duda el desempeño de Armstrong era demasiado bueno para ser verdad.
En los 13 años siguientes, Walsh se convirtió en uno de los pocos que se atrevieron a execrar la cultura del dopaje del deporte. Al hacerlo, fue denigrado por buscar la verdad; no sólo por los ciclistas, sino también por sus colegas periodistas
“¿Por qué estás tan obsesionado con esto?”, “¿Por qué tú no estás obsesionado con esto?” muestra un intercambio en la sala de presa en The Program entre Walsh y sus colegas.
Esta era la búsqueda de la verdad de un periodista, puesta contra la búsqueda de la victoria de un atleta a cualquier costo.
“David Walsh también era obsesivo”, dice el director Frears a CNN.
“Supongo que los puse como fuerzas opuestas en la película, si bien no estuvieron en contacto con frecuencia”.
Así que, ¿ por qué Walsh se enfocó tan incansablemente en Armstrong cuando había otros realizando dopaje ? Solo un ganador de 1999-2005 de la era de la hegemonía de Armstrong, Fernando Escartin, no ha sido implicado en algún escándalo de dopaje.
“Todo lo de sobrevivir al cáncer significó que tenía un lugar muy especial en el firmamento de las estrellas del deporte”, dijo Walsh.
“Lance se convirtió en un ícono mundial. Así que, si estaba cometiendo fraude, era diferente a cualquier otra persona”.
Mea culpa
Al preguntarle su postura sobre la película, los representantes de Armstrong dijeron a CNN: “No tenemos ningún interés en añadir nada más”, si bien durante su entrevista de “mea culpa” de 2013 con Oprah Winfrey, el estadounidense dijo que tuvo que lidiar con muchas “cosas feas”.
Un año más tarde, en entrevista con CNN, Armstrong dijo: “No juzgo a nadie por pensar, ‘No confío en este tipo con todas esas mentiras por 10 años’”.
La obsesión de Armstrong no sólo modernizó y revolucionó el ciclismo. Él influyó en un método aún más implacable y meticuloso de dopaje: si no puedes ganarles, únete a ellos y hazlo aún mejor.
“Él era muy, muy bueno en ello”, menciona el director. “Él era mejor en eso que cualquiera. Más sistemático”.
La caída
Una caída de una altura considerable no captura la imaginación del mismo modo que la caída de un hombre que había alcanzado la cima de su deporte y había seguido avanzando en él.
“Lance se convirtió en un símbolo de esperanza para la gente, y esa esperanza se fundó en una mentira”, asegura Walsh. “Era una mentira que tenía que ser explicada”.
Y no es que era una mentira fácil de sacar a la luz.
Christophe Bassons, ciclista, tuvo el atrevimiento de hablar en contra del dopaje en 1999.
En la película, Armstrong rueda junto a él y le dice “Tengo el dinero y el poder para destruirte”.
Años más tarde, en la entrevista de 2013 con Winfrey, Armstrong describió su comportamiento en pocas palabras “Era un bully”, dijo.
Dado su poder y posición dentro del pelotón, Armstrong no sólo escapó de los rumores, incluso utilizó las acusaciones para ganar dinero en una serie de anuncios de Nike.
“Todos quieren saber qué uso”, dice en un comercial. “¿Qué uso? Uso mi bicicleta seis horas al día”.
La Agencia Anti-Dopaje de Estados Unidos
Fue el infortunio de Armstrong que la cabeza de la USADA, Travis T. Tygart, no se sintió intimidado por el código de silencio del ciclismo.
“Algunas veces los deportistas se vuelven demasiado grandes para ser derrumbados”, reflexiona Walsh, sugiriendo que otros países puede que no hayan luchado tan duro para hacer caer a una de sus superestrellas.
“Es un tributo enorme a los Estados Unidos el que estuvieran preparados para derribar a su propio campeón”.
Sobrevivir al cáncer
Hay un momento en The Program, tras un discurso conmovedor frente a un grupo de supervivientes de cáncer en el que Armstrong dice “Solo les digo lo que quieren escuchar”.
¿El público general fue culpable de algún modo también, desesperado por creer lo fantástico?
“Él sabía que era “el que sobrevivió al cáncer” dijo Walsh. “Él sabía que se convertiría en una figura icónica dentro de la comunidad de pacientes con cáncer”.
En la película, el compañero de equipo de Armstrong, Floyd Landis habla en contra de su “escudo de cáncer”.
“Superviviente al cáncer” era un adjetivo que, para bien o para mal, seguía a Armstrong a donde fuera.
“Lo que le será difícil de reconciliar a Lance será la forma en que mintió a la comunidad de pacientes con cáncer”, dice Walsh.
“Él inició su fundación e hizo una gran labor, pero también usó su trabajo con el cáncer como un escudo, no hay duda en ello. Él sabía la mentira que estaba contando”.
Espejito, espejito
Una escena en The Program muestra a Armstrong mirándose en un espejo y repitiendo “Nunca he salido positivo por drogas de mejoramiento del desempeño. Nunca he salido positivo por drogas de mejoramiento del desempeño”.
“No creo que podrías haber dicho una mentira tan grande como la que él dijo y no tener momentos en los que pensó “Sabes qué, esto ya se salió de control, esto es algo de lo que no me puedo salir’”, dice Walsh.
“Seguro le pasó eso: es humano”.
“Cuando demandó al Sunday Times, cometió perjurio, y sabe que hay consecuencias si se descubre ese perjurio. Estaba jugando un riesgo muy alto y es muy inteligente como para no saberlo”.
Cuando Armstrong habló con CNN en 2014, el estadounidense admitió que “era bueno en su papel. Una vez que dices ‘no’ tienes que seguir diciendo ‘no’. Si esto no hubiera pasado en una investigación federal, probablemente seguiría diciendo ‘no’ con la misma convicción y tono de antes”.
Culto a la personalidad
“No creo que sea una persona particularmente reflexiva”, dijo Frears sobe Armstrong. “Tienes que ser cierto tipo de persona para mentir a esa escala”.
“Cuando Lance mintió, lo hizo de manera muy convincente”, añadió Walsh.
“Tenía un poco de sociópata en él así que no le importó decir mentiras y podía lidiar fácilmente con las preguntas”. “Pero no fue sólo la tendencia sociópata”, continúa el periodista. “Lance es un hombre muy carismático. Podría dominar una habitación entera. Donde sea que estés ahora, si Lance Armstrong entrara, te sentirías atraído a él… encantado”.
¿Héroe trágico o villano heróico?
Un héroe trágico, definido por el filósofo griego Aristóteles, se eleva a una altura trascendental, para caer espectacularmente, un personaje con un defecto fatal (o hamartia) que finalmente lo lleva a su propia ruina.
¿Cómo reconciliamos el estatus de salvador de su deporte y la realidad que se asoma? ¿El texano es un héroe trágico, o un villano heróico?
Walsh, hasta ahora espontáneo en sus respuestas, pausa por primera vez.
“Creo que es un héroe trágico… Lance mismo usó la palabra “defectuoso” al ser entrevistado por Oprah Winfrey , así que tal vez lo llamaría un “héroe defectuoso”.
Durante esa entrevista, Armstrong admitió por primera vez que sus siete títulos de Tour de France habían sido ganados injustamente.
“Es tan sólo esta historia mítica y perfecta, y simplemente no es verdad”, dijo.
En el mundo del deporte, muchos piensan que ganar lo es todo, sin importar cómo logran esa victoria. Pero Walsh argumenta que los deportes necesitan recordar lo que “está bien y está mal”.
“¿Importa si ganas, pero si ganas de la manera incorrecta? Yo diría que sí importa, y diría que esta historia es prueba de que sí importa cómo ganes”.
La moraleja de esta fábula
Walsh cree que los deportes profesionales “han matado mucho de lo que amamos”.
“Dice que ‘los perdedores no son nada’, pero, de hecho, toda la idea del deporte es participar”.
“Espero que la historia de Lance sirva para recordarle a la gente, como un señalamiento que diga, ‘Esta no es la manera; no está bien ganar a cualquier costo’”.
“Estoy feliz de que hay una película al respecto ahora, pues esa es otra manera de perpetuar el mensaje”.
Armstrong fue el rostro del ciclismo después de ese Tour de France de 1999. Su historia parecía digna de la pantalla grande. Sin embargo, The Program no es lo que esperaban aquellos que se sintieron inspirados por Armstrong.
“Hay una expresión en el deporte que dice ‘Haz lo que sea necesario’”, dice Walsh. “Mi opinión es, ‘Haz lo que sea necesario, siempre y cuando te quedes dentro de ciertos límites”.
“Si existen reglas entonces deben ser respetadas, y si hay estándares éticos, entonces no pueden ser ignorados”.
“Como ganes bien podría convertirse en parte de tu historia, y Lance ganó de un modo que abrumó completamente la suya”.