América Latina, ‘condenada’ al éxito
Hay que desmitificar y reconocer que América Latina no es la región ni más pobre, ni la más insalubre, ni la más violenta, ni la más contaminada del mundo. Es más, hay que reconocer que no somos tan feos como a veces nos sentimos.
Con este discurso ‘rompedor' el investigador chileno Raúl Rivera Andueza se ha lanzado a promover y predicar, a través de su libro Nuestra hora. Los latinoamericanos en el siglo XXI, cómo la región es ahora la cuna de un nuevo mundo... otra vez.
En este escenario de oportunidad, México tiene que asumir su rol y decidir de una vez por todas si se asocia con el sur del continente o termina por darle la espalda para dejar su papel protagónico al otro país dominante de la región: Brasil.
¿Por qué hay que creer que Latinoamérica puede ser una potencia mundial?
Más allá de la coyuntura es necesario creer en América Latina porque la mayoría de las cosas que pensamos sobre nosotros no es verdad y tiende a hacernos sentir mal; eso nos lleva a que nunca fuéramos capaces de formular un proyecto de futuro que esté a la altura de nuestras posibilidades.
En un contexto donde el mundo está cambiando, esto pasa a ser muchísimo más importante que antes cuando teníamos el consuelo de seguir el modelo de otros; ahora (después de las crisis) no tenemos otra opción que buscar nuestro propio camino a partir de lo que somos de verdad.
Las principales barreras al desarrollo pleno está dentro de nuestras cabezas, y si seguimos viéndonos como región pequeña, víctima de los grandes, violenta, dictatorial, con pobladores feos y pobres... vamos a estar pensando en una Latinoamérica tan distinta a la real que no podremos ser más.
Somos una región extraordinaria. Somos una región de clase media, somos igual que el resto del (primer) mundo. Los pobres están en África y en Asia (véase mapa). Nuestro ingreso per cápita no nos hace más o menos exitosos: 60% ya es de clase media, y a la tasa que estamos creciendo vamos sacando a cinco millones de la pobreza por año.
Por ejemplo, Chile no tuvo más opción, pilotó reformas estructurales y adoptó medidas que lo han integrado al mundo abriendo fronteras, desregulado, y promoviendo la iniciativa emprendedora.
Nuestros gobiernos, a punta de darnos contra las paredes, aprendieron que no había mejor solución para evitar inflación que comportarse de manera prudente en lo macroeconómico, como reducir déficit. Los más pobres de la región también se dieron cuenta que si los gobiernos no frenaban la inflación, a ellos les pegaría más que a nadie.
La región despertó su potencial, y es el camino correcto para Latinoamérica. Comenzamos a creer en nosotros, bajamos nuestros aranceles y aprendimos que somos capaces de competir y de crear empresas líderes, como Cemex.
¿Qué rol juega México en esta integración?
México va a tener que tomar una decisión muy importante en esta década. En la década de los 60, México se hartó de América Latina, que vivió su década perdida por todas sus dictaduras y conflictos.
México dijo: aquí mi solución es la integración económica con Estados Unidos, y durante mucho tiempo le funcionó muy bien, pues es un elemento importante en la prosperidad, pero se hizo ‘USA-dependiente' y con los problemas que ahora tiene Estados Unidos, estar tan conectados deja de tener sentido.
Latinoamérica viene siendo ahora la región estrella y México tiene el reto de repensar si esa mirada la sigue poniendo exclusivamente en el norte.
¿Tiene México que necesariamente escoger entre Estados Unidos y Latinoamérica?
Sería un error darle la espalda a Estados Unidos y dejar de lado las posibilidades que da el Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN). Pero es un error aún más grave no sumarte con quien compartes la identidad y la cultura.
El liderazgo de América Latina lo tenemos que construir todos, pero si México se ausenta y no juega un rol en la construcción de las instituciones de largo plazo del continente, el que va a ocupar este lugar probablemente será Brasil, que tiene un proyecto hegemónico muy claro.
México debería tener su propio proyecto, conectarse con sus raíces indígenas y tener integración con sentido, no palabrería, sino que nos reporte beneficios a México y los demás países.
El Foro del Arco del Pacífico y esa área de integración pone delante de México un mercado de 100 millones más. Un mercado más grande y abierto al mundo que el de Brasil, y más atractivo para las grandes empresas. Ya Colombia y Chile se sumaron. Perú hizo lo mismo.
¿De qué tipo de instituciones de largo plazo habla?
Estas instituciones tienen que ser livianas y efectivas. Deben abordar el área de defensa y tratar el tema del narcotráfico, que es un problema regional y no debe tratarse como exclusivo de países aislados. Para poder enfrentarlo, hay que discutir cómo lo vamos a tratar como región. También debemos poder plantarnos frente a Estados Unidos y hacerle saber que nos está creando problemas. Eso lo tiene que hacer la región como un todo.
Segundo, tenemos retos enormes para construir una sociedad con igualdad de oportunidades y en esto la educación es fundamental. Por ejemplo, no estamos compartiendo nuestras mejores prácticas en material educativa. Debemos generar un modelo educativo con encuentros de alto nivel entre las organizaciones públicas, el mundo privado -que sera un jugador central- y las instituciones académicas que hoy están teniendo una discusión sólo en el aula.
Y en los negocios, ¿cómo se traslada esta integración?
Hay que convertir a América Latina en una región más innovadora y productora, y para esto tenemos que contar con políticas de propiedad intelectual más robustas para aumentar las patentes de la región. Nuestros países no tienen la escala suficiente proyectos de investigación y desarrollo (véase mapa inferior), por eso pregunto: ¿por qué no crear polos regionales de desarrollo? Un desarrollo en México en los temas que más le preocupan se podría aprovechar por todos. Lo mismo Brasil, Colombia, Chile... tenemos investigadores que están escribiendo papers que su único destino es publicar, cuando hay muchas oportunidades para desarrollar proyectos, como generación de energía solar y eólica, por ejemplo.
¿Qué rol deben jugar en esta gran integración las empresas multilatinas?
Las multilatinas fueron las primeras en darse cuenta que Latinoamérica ya está integrada. Cuando bajamos nuestros aranceles se crearon las condiciones para integrarnos internamente. Las barreras entre nosotros, las empresas ya las eliminaron. Los empresarios han liderado los procesos de integración económica y la realidad es que la liberalización era todo lo que necesitábamos.
Los empresarios latinoamericanos tienen un rol doble: primero, ayudarnos a homogeneizar las reglas del juego en nuestros países; por ejemplo, si tenemos diferencias tecnológicas como en telefonía, que se homologuen porque luego no podemos avanzar a nivel del consumidor en la región.
Segundo, la modernización de la justicia nos interesa a todos basado en el imperio de la ley y donde haya reglas claras.
Se tiene que empezar a generar iniciativas que permitan que estos temas vayan siendo resueltos por los políticos; pero también será un esfuerzo ciudadano, pues somos nosotros los que debemos hacernos cargo de nuestro futuro.
Los políticos son los que van a tener que ayudar a darle forma institucional a una región más integrada. A diferencia de la Comunidad Europea, debemos evitar la burocracia.
¿El rezago tecnológico de la región podrá subsanarse?
Está en nuestras manos subsanarlo porque la revolución informática está entrando en una etapa de madurez que está transformando la cara de Latinoamérica. Con la revolución tecnológica, tenemos una manera de integrarnos.
Más allá de eso, todos los gobiernos con visión de futuro están promoviendo fuertemente el emprendimiento. El gran reto es integrar la educación a la revolución tecnológica, y luego enfocarnos en la siguiente revolución: la de bio y nanotecnologías.
¿Qué retos conllevan los grupos del crimen organizado de la región? Pareciera que ellos ya dieron el primer paso para la integración de mercados.
Lo que tenemos que aprender de esta experiencia es el tema de los incentivos económicos, pues del valor de la cocaína, en la región se queda un mínimo porcentaje y la mayor parte en Estados Unidos. Es un mercado calculado en 7,000 millones de dólares.
Al convertirla en industria ilegal estamos generando enormes focos de ilegalidad que están corrompiendo y ensuciando nuestras instituciones. Estamos con un modelo que no corrige el problema de ellos (EU). Tenemos que detener este ácido que nos corroe.
¿Cómo es visto México en el sur?
México está a la mitad y debe definir quién es. En Sudamérica se le ve como una nación hamletiana (por la frase de Shakespeare: "Ser o no ser, ésa es la cuestión") con una indecisión muy fuerte que lo ha llevado a cerrarse y a soñar con una Mexamérica donde México y EU serían uno solo.
No te niego que a 100 o 200 años una realidad así podría darse, pero en Estados Unidos no quieren ser mexicanos ni ser latinos.
Este sueño de que vamos a ser todos un sola nación podría existir en la cabeza de un anglosajón; pero para un mexicano sería ser habitante de un estado vasallo. ¡Un país con 100 millones de personas, con la raíz cultural y antropológica de su gente, merece un destino mejor!
En Sudamérica lo vemos como parte de nosotros. Llegó la hora de decidir.
¿Cómo puede aprovechar México la migración de ciudadanos a Estados Unidos?
Ya México está aprovechando esa población con las remesas. Ellos son nuestros embajadores en EU y, de alguna manera, van a ser un catalizador del cambio más profundo de ese país que es "‘latinoamericarse' en su etnia", porque nosotros somos muy buenos para mezclarnos, pues no tenemos grandes problemas con los colores de piel al momento de hacer el amor. Ellos ayudarán a los estadounidenses a lidiar con el tema de la misigenación (mezcla de razas).
México tiene que relacionarse con los afines a su modelo de desarrollo, que es abierto al mundo, de libre empresa... y los que están en ese modelo son los que ya firmaron el tratado de libre comercio, como Chile, Colombia, Perú, que es el núcleo duro de la integración latinoamericana, comparable, por ejemplo, con la integración de Alemania y Francia.
¿Qué dice de México que el hombre más rico del mundo sea de este país?
Para mí es un motivo de orgullo que sea de esta región, aunque me gustaría que su riqueza se debiera a que hubiera inventado algo. Obviamente es un empresario muy talentoso que ha hecho su fortuna al convertir un monopolio público en uno privado.
Lo ideal es que Latinoamérica fuera una región llena de hombres riquísimos, pero que, al igual que Carlos Slim, sean self made people y no producto de la herencia familiar, pues la región debería ser la de las oportunidades y no de los privilegios.
Es muy importante que la gente se haga rica porque eso crea mucho valor para la sociedad, pero no si es producto de privilegios heredados o relacionada con vínculos con el Estado.
América Latina ha generado riqueza más allá de la capacidad de soñar de los actuales ricos, quienes deben creer que esa riqueza necesariamente tiene que cumplir un rol social. En Latinoamérica es hora de que nos pongamos filantrópicos. Hay nuevos modelos que apuntan a resolver problemas públicos con recursos privados y si uno mira la experiencia mundial, las familias más exitosas han creado fundaciones. La filantropía es para compartir la riqueza e impactar en lo social y, de paso, mantener unidas a las familias.
LA REGIÓN VISTA CON OTROS OJOS |
Ricos en biocapacidad
La biocapacidad mide qué tan biológicamente productivo es un territorio. La tierra biológicamente productiva incluye las superficies de cultivo, pastos, bosques y pesca. 16% de la biocapacidad del planeta se encuentra en Brasil. Las sanciones comerciales y la agitación social también reducen la capacidad de las personas de utilizar la tierra. |
No somos los más pobres
La pobreza no es sólo un estado financiero. El índice de pobreza humana utiliza indicadores que reflejan elementos no financieros de la pobreza, tales como la esperanza de vida, la alfabetización de adultos, la calidad del agua, o que los niños tengan bajo peso. |
Expulsores de población
En general, los países con emigración neta son más pobres que aquellos con inmigración neta. Los ejemplos más claros son México y Estados Unidos. México es el país con mayor emigración con una pérdida registrada de 8.8 millones en el año 2000. La alta tasa de inmigración de EU está vinculada a la emigración mexicana. |
Falta investigación científica
Hay más investigación científica en los territorios más ricos. Este sesgo de localización es tal que aproximadamente tres veces más documentos científicos por persona que vive allí se publican en Europa occidental, América del Norte y Japón. |
FUENTES: Universidad de Sheffield, Universidad de Michigan, The Leverhulme Trust, Asociación de Geografía y Sociedad de Cartógrafos. |