La comida sana de una persona puede ser chatarra para otra
¿Ya hiciste tus propósitos de Año Nuevo? Si no, todavía tienes tiempo.
Si el año pasado sirve de indicador, la mayoría se impondrá metas relativas a la salud en 2016. El propósito principal en 2015 fue "mantenerme sano y en forma" (37%), según una encuesta que Nielsen llevó a cabo en EU en enero de 2015; el 32% dijo que quería "bajar de peso".
"Cuando analizamos las formas en las que los consumidores planean cumplir sus metas de ponerse en forma y estar sanos , lo sorprendente es comparar los propósitos de este año con las conductas del año pasado", escribieron los investigadores de Nielsen. "Por ejemplo: el 43% de los estadounidenses dice que planean bajar de peso tomando decisiones más sanas respecto a su alimentación, pero el 76% dijo que no siguió un programa para bajar de peso o una dieta en 2014".
Tal vez eso no sea tan sorprendente. Parece que cada cierta cantidad de semanas se anuncia una dieta como la mejor opción y luego llega otro plan (que usualmente tiene bases científicas y razonamientos totalmente opuestos) y la desbanca.
"No coman carne". "No consuman lácteos". "Lo bajo en grasa es la solución". "El azúcar es tóxico".
No sorprende que los estadounidenses que quieren bajar de peso no sepan por dónde empezar. Muchos no siguen su dieta porque no logran los resultados esperados.
Ahora, un estudio innovador nos muestra lo que la experiencia nos indicó desde el principio: una talla (o una dieta) rara vez les queda a todos.
Los alimentos 'saludables' difieren de persona a persona
En un estudio israelí que se publicó en noviembre de 2015 en la gaceta médica Cell , se llegó a la conclusión de que aún tras consumir comidas idénticas, la forma en la que se metabolizan dichos alimentos varía (a menudo drásticamente) de persona a persona.
Es probable que hayas oído hablar del "índice glucémico" (IG) en varios comerciales de dietas. En términos simples, el IG mide la intensidad con la que un alimento en particular elevará el nivel de azúcar en tu sangre. Los niveles elevados de azúcar en sangre están íntimamente relacionados con afecciones tales como la diabetes y la obesidad.
El problema con el sistema del IG es que se basa en estudios que toman el promedio de las reacciones a alimentos variados en un pequeño grupo de personas. En este estudio reciente, del Instituto Weizmann de Ciencias, se llegó a la conclusión de que el IG de un alimento dado no tiene un valor determinado, sino que depende en gran medida de la persona que lo consume.
"La mayoría de las recomendaciones alimentarias que se nos pueden ocurrir se basan en uno de estos sistemas de clasificación", dijo Eran Segal, del Departamento de Ciencias Computacionales y Matemáticas Aplicadas de Weizmann. "Sin embargo, lo que la gente no destacó o no apreció en su totalidad, es que hay diferencias profundas entre los individuos. En algunos casos, los individuos tienen reacciones opuestas y esta es una auténtica laguna en la literatura".
Los autores del estudio usaron como ejemplo a una mujer de mediana edad que tiene obesidad y principios de diabetes; ella había intentado lograr resultados positivos con una amplia gama de dietas a lo largo de muchos años, sin éxito. Descubrió que sus hábitos alimentarios "saludables" podrían haber contribuido a su problema de peso. Su nivel de azúcar en sangre se elevaba cuando comía jitomates, cosa que hizo muchas veces a lo largo del estudio porque pensaba erróneamente que estaba tomando una decisión saludable respecto a su alimentación.
"En el caso de esta persona, una dieta hecha a la medida no habría incluido jitomates, pero podría haber incluido otros ingredientes que muchos de nosotros no consideraríamos saludables pero lo serían para ella", dijo Eran Elinav, del Departamento de Inmunología de Weizmann. "Antes de que se llevara a cabo este estudio, no había forma de que alguien le hiciera recomendaciones tan personalizadas, lo que podría tener un efecto considerable en el desarrollo de su prediabetes".
¿Por qué hay una diferencia tan radical?
Los investigadores empezaron a pedirles a sus 800 voluntarios que llenaran cuestionarios sobre salud y estilo de vida y que se sometieran a varias mediciones corporales y análisis de sangre.
A lo largo de la semana que duró el estudio, se pidió a los participantes que registraran fielmente cómo dormían, cuánto ejercicio hacían y los alimentos que consumían en una aplicación móvil. También se medían el nivel de glucosa en sangre cada cinco minutos durante toda la semana con un monitor de glucosa subcutáneo (por debajo de la piel). Los reportes de la alimentación de los participantes coincidieron con los datos biométricos que se obtuvieron con los monitores de glucosa.
Luego, los investigadores analizaron las reacciones personalizadas de los participantes a la comida. "El medir una cohorte tan grande, sin prejuicios, verdaderamente nos iluminó respecto a lo poco precisa que era nuestra noción de uno de los conceptos más básicos de nuestra existencia: qué comemos y cómo integramos la nutrición en nuestra vida diaria", dijo Elinav.
"En contraste con nuestras costumbres actuales, el hacer dietas a la medida del individuo nos permitiría usar la nutrición como medio para controlar los niveles elevados de azúcar en sangre y las afecciones relacionadas".
Resulta que la clave para entender las profundas diferencias en la forma en la que nuestro cuerpo procesa los alimentos yace en las profundidades de nuestras entrañas .
Tenemos billones de bacterias en nuestro tracto digestivo. De hecho, los científicos calculan que tenemos 100 veces más bacterias en el microbioma de nuestros intestinos que genes en nuestro genoma.
Para poner a prueba esta inmensa variable, los investigadores de Weizmann analizaron el microbioma en muestras de heces de cada uno de los participantes del estudio.
"Cada vez son más las pruebas que indican que las bacterias están relacionadas con la obesidad, la glucosa y la diabetes", dijeron Elinav y Segal. "Además, el estudio muestra que ciertos microbios se relacionan con el grado en el que aumenta el nivel de azúcar en sangre después de comer".
Eso explica por qué los jitomates pueden ser una opción perfectamente saludable para una persona, pero podrían sabotear las mejores intenciones alimenticias de otra.
El poder de la nutrición personalizada
"Creo que buena parte de esto realmente se trata de crear expectativas, lo cual es esencial para el éxito", dijo Melina Jampolis , médica especialista en nutrición. "No puedes simplemente esperar que bajarás de peso si comes exactamente lo mismo que tu vecino, tu esposo, tu mejor amiga o tu compañero de trabajo".
En su nuevo libro, The Doctor on Demand Diet, brinda un plan personalizado de alimentación, ejercicios y comportamiento que, según ella, optimizará las probabilidades de éxito sin obligarte a eliminar alguno de los grupos principales de alimentos.
"Tras 15 años de experiencia puedo decirles que bajar de peso es absolutamente más difícil para algunas personas que para otras", dijo Jampolis. "Constantemente descubrimos más razones para ello, entre ellas cosas como la reacción del azúcar en sangre a ciertos alimentos, como se menciona en este estudio".
"Creo que esto también resalta la importancia de tomarse el tiempo para llevar un diario que puede ayudarte a identificar la forma en la que reaccionas a ciertos alimentos y a desarrollar un plan óptimo de alimentación para saciar el hambre, mantener niveles de energía buenos y bajar de peso si lo necesitas", dijo.
Para empezar, Jampolis recomienda hacer la transición hacia una dieta más basada en plantas, rica en fibra y con menos alimentos procesados, azúcar refinada, granos refinados y grasas saturadas.
Los datos científicos que surgen sobre el microbioma de los intestinos indican que es un factor de riesgo modificable que se puede abordar desde el punto de vista genético a través de la intervención alimentaria y en cuestión de días.
"Además, sabemos que la actividad física regular, el manejo del estrés y un sueño adecuado mejora el control del azúcar en sangre", dijo Jampolis.
Y así, todo se conjuga, justo a tiempo para 2016.
Si no tienes los tres pilares de la salud y el bienestar (dieta, ejercicio y sueño), nunca estarás sano… ni te mantendrás sano.
"El principio del año es probablemente uno de los mejores momentos para intentar hacer cambios en tu vida, pero no siempre es fácil, sin importar cuándo empieces", dijo Sanjay Gupta , médico y jefe de corresponsales médicos de CNN.
Su primer consejo: trata de perturbar tu entorno, aunque sea un poquito. Si eso significa alejarte de personas que refuerzan los malos hábitos o evitar los lugares en donde ocurren dichos malos hábitos, perturba tu entorno y es mucho más probable que alcances la victoria con tus propósitos de Año Nuevo.