Cubanos aprovechan las operaciones gratuitas de cambio de sexo
En el trabajo, Juani Santos es otro hombre cualquiera.
Él inspecciona recipientes de lata recicladas por fallas en una fábrica de tanques de gas en el oeste de Cuba en donde hace bromas con otros trabajadores. Bajo y gordito, tiene una cara arrugada y un bigote grueso.
Pero Juani nació como una niña.
Hace dos meses el transgénero de 61 años tuvo una operación de cambio de sexo.
"No soy un extraterrestre o un delincuente", le dijo a CNN durante una entrevista en su departamento pequeño de dos recámaras en la ciudad de Matanzas.
"Soy una persona que siente y sufre como cualquier otra. No quise nacer así. Desde que tenía cinco años sabía que era un niño".
Cuarenta años después de ser diagnosticado como transgénero, fue beneficiado por una transformación enorme, pero gradual, en Cuba.
Al principio de la revolución de Fidel Castro, los gays y transgéneros fueron encerrados o enviados a campos de trabajo. Incluso hace una década eran acosados con regularidad por la policía.
Ahora es la nieta de Fidel, Mariela Castro, quien ha lanzado una campaña en todo el país para pelear en contra de la homofobia.
Como presidenta del Centro Nacional de Educación Sexual, ella está promoviendo las uniones del mismo sexo.
"Quiero vivir en una sociedad socialista en donde haya justicia absoluta", le dijo recientemente a CNN. "Así que no puede haber discriminación de cualquier tipo".
Todavía más radical, Cuba empezó a proveer operaciones de cambio de sexo.
El financiamiento y especialistas médicos llegan de Bélgica, que tiene una relación desde hace mucho tiempo con Cuba en esta área médica.
Juani está entre 15 pacientes transgénero que se han operado hasta el momento.
Él ha trabajado duro para sobreponerse a las actitudes machista en casa y el trabajo.
Aunque sus papás fueron comprensivos desde que era joven, el hermano mayor de Juani le quemaba la ropa cuando se vestía como niño.
"Pero era astuto", dijo Fernando Santos. "En cuanto me iba de la casa, él se ponía la ropa".
Ahora los hermanos viven juntos, Fernando se encarga de la mayoría de labores domésticas mientras que Juani trabaja en la fábrica y arregla su moto en casa.
Juani dijo que el momento más difícil de su vida fue cuando una mujer se enamoró de él.
"Me tuve que sentar con ella y decirle quién era", dijo. "Al principio lo aceptó, pero después de seis meses, su familia la convenció de dejarme. No he tenido una relación con otra mujer desde entonces.
En los 80, por fin se le permitió cambiar su nombre legalmente a Juani. Ahora ni siquiera menciona el nombre con el que nació.
"Me dio la mitad de la libertad que buscaba", dijo.
De hecho, la fábrica en donde trabaja Juani actualmente, lo rechazó porque su apariencia no iba con el nombre de su identificación.
Pero eventualmente le dieron la oportunidad y ahora sus compañeros de trabajo son sus amigos más cercanos y defensores.
"Estoy muy feliz por él, este era su sueño", dijo Lázaro Maredo, durante un descanso de la fábrica.
Cuando se le pregunta qué quiere de la vida ahora, Juani sonrió.
"Encontrar una pareja y vivir lo que queda en compañía de una mujer".