El reto del Fondo Monetario Internacional: Lidiar con Donald Trump
En sus 70 años de existencia, el Fondo Monetario Internacional (FMI) se habituó a crisis financieras y programas internacionales de ayuda, pero enfrenta ahora un desafío completamente nuevo: convivir con una Casa Blanca que no siempre coincide con su visión.
Cuando el FMI y el Banco Mundial preparan su reunión de la primavera esta semana en Washington, las fuentes de abierta divergencia no faltan.
El gobierno de Trump se propone desmantelar parte importante de la regulación financiera adoptada después de la crisis financiera de 2008, al tiempo que el FMI alerta que medidas de desregulación "aumentarán la probabilidad" de una nueva tormenta financiera.
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Y si el FMI advierte sobre el impacto económico del cambio climático, la Casa Blanca de Trump duda de la propia existencia del fenómeno , se propone relanzar la industria del carbón y amenaza con retirar a Estados Unidos del acuerdo de París sobre reducción de emisiones contaminantes.
Pero es en la delicada cuestión del comercio internacional que el potencial de problemas entre el FMI y su principal accionista es más elevado.
Ya desde que Trump estaba en campaña electoral, el año pasado, el FMI insistió en advertir sobre los riesgos del "repliegue" económico, las restricciones a la migración o el espectro de una "guerra comercial".
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Se trata de una visión que contrasta abiertamente con la agenda de Trump, que amenaza imponer nuevas barreras aduaneras, cerrar las puertas a la migración, denunciar el libre flujo defendido en la Organización Mundial de Comercio (OMC) y acaba de firmar un decreto para priorizar la compra de productos estadounidenses.
Hasta ahora, el FMI ha quedado a salvo de las críticas directas del presidente, pero no ha escapado de la atención del Secretario de Comercio, Wilbur Ross, para quien "cada vez que hacemos cualquier cosa para defendernos (...) ellos lo llaman proteccionismo".
Antagonismo
"Claramente hay en el gobierno quienes expresan un inmenso escepticismo sobre el multilateralismo, y si esta visión se impone entonces instituciones como el FMI van a sufrir", dijo a AFP Douglas Rediker, un exrepresentante de Estados Unidos ante el Fondo.
Este antagonismo está en clara contradicción con la relativa tranquilidad de los años de Barack Obama en la Casa Blanca, cuando el FMI tenía un interlocutor para discutir un alza del salario mínimo estadounidense, una ofensiva contra la desigualdad o dar más voz a los países emergentes.
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Para Nathan Sheets, exsubsecretario para asuntos internacionales en el Departamento del Tesoro, "habrá algunas tensiones pero el peso de Estados Unidos no debería impedir que el FMI sea directo y franco en sus evaluaciones de las políticas estadounidenses".
Por el momento, el FMI mantiene su mensaje contrario al proteccionismo, pero al mismo tiempo trata de tender un puente con Trump elogiando su plan de inversiones en infraestructura.
null"Como resultado de un esperado estímulo fiscal estadounidense y una esperada reforma fiscal, hay algún optimismo", dijo recientemente la directora gerente de la entidad, Christine Lagarde, en una entrevista divulgada el martes.
Poco antes de la investidura de Trump el FMI había revisado al alza sus previsiones sobre el crecimiento estadounidense, a 2,3% en 2017, y este martes mantuvo esa previsión en su nuevo informe, a pesar de las "incertidumbres" que rodean su programa económico.
En este escenario, el FMI debe desempeñar un delicado ejercicio de equilibrista: afirmar su independencia sin abrir un frente de conflicto con su principal contribuyente.
En realidad, Estados Unidos no posee los medios legales como para cortar los víveres del FMI, pero sí pueden hacerle la vida más difícil, frenando los esfuerzos de la institución en abrirse a cuestiones sociales o ambientales, y dar más peso a accionistas como China o Rusia.
"El gobierno de Trump tendrá condiciones de tener un impacto en la agenda del Fondo", dijo Sheets.
El espinoso caso de Grecia también podría ser severamente afectado. El FMI está aliado a países europeos en la iniciativa para mantener el plan de ayuda a Grecia, pero para ello deberá convencer a la Casa Blanca de que se trata de algo necesario.
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Para Sheets, el gobierno de Trump "será más reticente a apoyar la utilización de recursos del FMI en Grecia".